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lunes, abril 29, 2024

El pacto de los Rivera

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Jueves 21 de abril. Eduardo Rivera Pérez recibió un importante mensaje político, a través del Tribunal Electoral del Estado de Puebla. La Contraloría municipal debe investigar y resolver la denuncia por violencia política de género presentada por la exconsejera jurídica Yasmín Flores Hernández en contra de Claudia Rivera Vivanco, René Sánchez Galindo y la entonces empleada de éste -y hoy pareja sentimental-, Margarita del Carmen Rodríguez Daruich.  

El mensaje político estaba implícito: el ojo público analizaría con sumo cuidado el comportamiento del presidente municipal de Puebla y, de una vez por todas, comprobar donde están sus intereses, sus alianzas y su valoración sobre el poder en la entidad. 

La respuesta de Eduardo Rivera llegó al día siguiente: Por unanimidad, el Cabildo de Puebla aprobó la cuenta pública de Claudia Rivera del ejercicio fiscal 2021.  

Seis meses después de asumir el poder, el alcalde capitalino definió su bando y éste se encuentra en las filas de los enemigos del gobernador Miguel Barbosa Huerta. 

El asunto se torna más patético debido a que esta exoneración a la exalcaldesa morenista representa el mayor costo político -sino es que la sepultura- del munícipe y lo coloca como el nuevo payaso de las cachetadas de la política local. 

¿No lo cree? Veamos:  

A su llegada al gobierno, Eduardo Rivera asumió una postura victimista y no se cansó de repetir que había recibido una administración sumida en el caos: sin recursos ni suficiencia para cubrir la operación para el último trimestre del año. Una situación así de grave es imposible no advertirla ni observarla en el dictamen de la Comisión de Patrimonio y Hacienda Pública Municipal, pero los regidores encabezados por la conservadora Ana María Jiménez Ortiz no hicieron ninguna mención en el escrito como tampoco en la sesión de Cabildo. 

La insuficiencia presupuestaria fue el principal argumento que la gestión panista utilizó para justificar la necesidad de retomar el cobro del Derecho de Alumbrado Público, concesionar por una década los espacios publicitarios en paraderos, puentes y pendones de la capital; poner en marcha el programa de parquímetros y hasta solicitar un crédito bancario (tanto a una institución privada como a Banobras).  

Por lo que incluye el dictamen ahora sabemos que todo eso era mentira o premeditadamente lo ocultaron los regidores para salvarle el pellejo a Claudia Rivera. 

Esta sospechosa actitud también fortaleció la hipótesis de un pacto entre el ultraderechista y la exalcaldesa que provenía desde hace varios años y que quedó al descubierto luego de que estallara el escándalo por la existencia de un Cártel Inmobiliario que operaba en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Sustentabilidad y que derivó en la salida de la titular de la dependencia municipal, Beatriz Martínez Carreño, así como del panista Fernando David Letepichia Castro, quien había sido funcionario de Eduardo Rivera nueve años antes.  

Fue el regidor y mano derecha de la excaldesa, Iván Herrera Villagómez, el encargado de revelar los vínculos de la mafia con el hoy presidente municipal.  

“Lo que sí hemos estado observado es que las personas denunciadas como el anterior exdirector de Desarrollo Urbano, Fernando Letipichia, son parte de la militancia de Acción Nacional y en un acto de confianza y de congruencia ética, se le dio la oportunidad por su experiencia de participar en este Ayuntamiento, pero hoy se ha descubierto que forma parte de una red de operadores que están buscando apoyar a Eduardo Rivera”, afirmó en una entrevista a El Sol de Puebla, el 8 de septiembre de 2020.  

Pero el asunto no queda ahí. La sospechosa aprobación de la cuenta pública tiene otras aristas que sólo despiertan más sospechas. El dictamen incluyó los últimos nueve meses de gestión de Rivera Vivanco y el trimestre de Eduardo Rivera, aunque el alcalde tuvo participación en el manejo de recursos desde dos meses antes con la asignación de 14 millones de pesos para financiar a la Comisión de Entrega-Recepción. El 50 por ciento de esos recursos fueron utilizados por el panista. 

En el proceso de elección del nuevo Comité Directivo Estatal del PAN, que estuvo operado de cabo a rabo por Eduardo Rivera, el equipo de Genoveva Huerta Villegas denunció que José Sánchez Aguilar tenía dos funciones: operar a favor de la dupla Augusta Valentía Díaz de Rivera Hernández y un sujeto que dice llamarse Marcos Castro, pero también formar parte de la lista de integrantes de la Comisión de Entrega-Recepción que devengaban un sueldo. ¿Acaso los actuales regidores de Morena y la propia Rivera Vivanco le recordaron ese traspiés al munícipe para que se doblara y terminara por aprobar la cuenta pública? ¿Será que hay tanta complicidad entre los dos Rivera que es imposible una ruptura? 

Lo que es un hecho es que la denuncia nunca se investigó ni la inepta Contraloría municipal investigó esa situación. En otras palabras: todos gozan de cabal impunidad. 

Otro punto adicional: Es sabido que la gestión panista apenas y logra un consenso al interior del Cabildo. Los aliados de Rivera Pérez no son suficientes para tener mayoría calificada y las torpezas de Carlos Montiel Solana -más interesado en concretar negocios que en cabildear- han provocado una profunda escisión en el bloque azul. Cómo estarán las cosas que al panista Miguel Mantilla ya comienzan a llamarlo “coordinador” en lugar del comerciante vendedor de cables.  

En puerta se encuentra la aprobación de la concesión de parquímetros -que todo indica será un premio al ultraderechista Herberto Rodríguez Regordosa, socio político de Carlos Montiel-, la concesión de espacios publicitarios, la deuda que se pretende contratar durante esta gestión, entre otras cosas.  

¿La aprobación de la cuenta pública sería una forma de Rivera Pérez para congraciarse con el bloque de Morena y garantizar el respaldo para lo que viene? De ser así, ¿tanto desconfía el edil de su propia bancada? ¿A qué grado llegaron los acuerdos para que Morena, pese a votar en contra los tres estados financieros de Eduardo Rivera, ahora decidida respaldar todo?  

Como podrá leer, la aprobación de los estados financieros no es cosa menor y una vez más la ausencia de oficio político llevó a Eduardo Rivera a ser el gran perdedor. 

Su pacto con Claudia Rivera ha quedado más que firme en un afán desesperado de obtener un respaldo que no ha sabido construir por su soberbia y cortedad de miras.  

Y para no dejar dudas sobre otra implicación de lo ocurrido en el Cabildo de Puebla el viernes pasado, basta recordar que la semana pasada el gobernador Miguel Barbosa Huerta definió sin tapujos su relación con el munícipe. En una interesante entrevista que concedió al periodista Ricardo Morales, director editorial de Efekto 10 Noticias, declaró lo siguiente:  

“Mira, yo le tengo aprecio a él y a su familia, no de hoy, desde que fuimos diputados en el 2000, conocí a sus hijos que eran muy chiquitos, y desde entonces pude compartir con él. Me mostré solidario cuando fue objeto de una persecución política por parte del gobierno de Moreno Valle, y tengo respeto por lo que hace; pero de eso a que la gente pueda, o que los climas políticos y de buena o regular intención dijeran que yo camino para apoyar sus aspiraciones políticas, no, no, de ninguna forma; él tiene una clara ruta de comportamiento político dentro del PAN, dentro del grupo, y dentro del PAN que todos sabemos. 

“Soy un hombre de izquierda, sí, soy un hombre con todas las características que hoy todos conocen, y soy un hombre claro de izquierda, y quiero que la siguiente gubernatura la gane el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, no que la gane el PAN ni Eduardo Rivera… mis respetos para el alcalde, si promueve algo que está ajustado a la ley, pues yo no digo nada ¿verdad? inclusive salgo y lo apoyo, y si el alcalde promueve algo, que en mi opinión jurídica y la de mi gobierno no está ajustado a la ley, pues también salgo y lo digo”. 

La respuesta de Eduardo Rivera al hombre de poder y al amigo fue dada el pasado viernes.  

El mensaje del panista es clarísimo: Son mejores aliados sus enemigos. 

Apostilla 1: ¿La aprobación de la cuenta pública tendrá alguna relación con el contrato que Claudia Rivera asignó a la empresa de la que es socio Herberto Rodríguez? La pregunta no es ociosa, máxime cuando el hijo de los fundadores del Yunque ha dado muestra de ser uno de los patrones de Eduardo Rivera. 

Apostilla 2: Nos guste o no, estemos de acuerdo o no, Leobardo Rodríguez Juárez logró lo que no ha podido la fracción del PAN, el vendedor de cables Carlos Montiel ni el “operador” Pablo Montiel: alcanzar un consenso. Que la cuenta pública de Claudia Rivera haya salido por unanimidad es un logro del regidor de Morena que sabe dónde están los resortes del Ayuntamiento de Puebla. Al final, un morenista terminó enseñándole al alcalde y sus secuaces lo valioso que es dejar el hígado y dar paso al oficio político. 

Apostilla 3: De risa loca. Eduardo Rivera, luego de ser presa de la intriga de un sujeto que dice llamarse Marcos Castro, ordenó a sus seguidores en el Consejo Estatal del PAN votar en contra la cuenta de Genoveva Huerta Villegas en el ejercicio 2021 al frente del Comité Directivo Estatal. Esos estados ya fueron auditados por el Instituto Nacional Electoral. En esa misma sesión, se aprobó un presupuesto de 7 millones de pesos para ampliar las oficinas del CDE y renovar la Suburban prieta de la dirigencia. Todo, como debe de ser, a costa del fortalecimiento de las estructuras partidistas. Hasta Miguel Miramón y Tomás Mejía se hubieran sonrojado ante tal falta de asepsia política. 

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