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viernes, abril 26, 2024

Fragmentos históricos de la vestimenta indoamericana

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El ser humano, en su búsqueda constante por resolver necesidades bási­cas de supervivencia; se vio obligado a perfeccionar su vestimenta. Aplicando diseño y el material más adecuado se enfrentó al clima.

En la superárea cultural llamada Mesoamérica; las técnicas de elaboración de la indumentaria se acompañaban paralelamente con la práctica de ciertos ritos en torno al material que la propia naturaleza les facilitaba, esto evidencia el grado de importancia que proporcionaban nuestros antepasados a los seres naturales que suministraban la materia prima de sus prendas, es así, como demuestran los códices borbónicos con respecto a las deidades que refieren al maguey o agave (plantas que sin duda contribuyeron en el desarrollo del arte textil mesoamericano, así como, en la vida cotidiana del hombre. Desde su aparición en América hasta la actualidad). Sahagún, al referirse al agave nos dice en su Historia Antigua de la Conquista de México:

“Las púas terminales de las hojas servían en las penitencias religiosas; se empleaban como punzones, de clavos en las paredes y maderas; de alfileres para retener lienzos grue­sos; en algunas variedades se arranca unidas a la fibra de la planta sirviendo de aguja e hilo a la vez. Las hojas de las pencas frescas servían a las molenderas para recibir la masa y a los albañiles para llevar el barro”.

A medida que el hombre americano se instaló en determinadas regiones, emprendió una comunicación intrapersonal con lo natural y lo sobrenatu­ral, perfeccionando sus técnicas. Mediante la observación constante consiguió identificar los materiales adecuados para procurarle continuidad al arte de manejar las fibras.

La evolución humana condujo la evolu­ción del pensamiento y, por ende, el desarrollo de nuevas tecnologías. El ser humano se ha dedicado a buscar un modo de cotidianidad que le provea la supervivencia, por lo tanto, al referirnos al arte textil en Mesoamé­rica como reflejo histórico palpable, se percibe una tecnología específica que cuenta con una complejidad particular.

No sólo en la superárea cultural mesoamericana sino a lo largo del continente, en donde se logró alcanzar un nivel impresionante en cuanto a calidad estética, tal como mencionan varios autores. En el antiguo imperio Inca, ubicados en el sur del continente, con centro en lo que se llamó; Continsuyu (parcialidad del oeste) o (centro del antiguo imperio Tawaintisuyu; “Las cuatro regiones del sol”), se conoce que la textilería fue un elemento esencial para la vida comercial del imperio. Van Kessel realiza un análisis penetrante sobre la tecnología andina, menciona cómo en la cerámica, la orfebrería (entre otras técnicas comple­mentarias), se lograron formar especialistas a través de los años, el mismo fe­nómeno se dio durante la unificación de esta gran región, en donde se fueron consolidando las lenguas originarias y formando un lenguaje común y muy rico llamado; Runa Shimi (el idioma del hombre), lo mismo sucedió con las técnicas en la textilería y otras artes, las cuales se complementaban a medida que las culturas se incorporaban al Imperio.

Algunos de los materiales para la obtención de fibra, principalmente uti­lizados en Mesoamérica, fue el tule, la palmera y tiempo después, el agave, dedicadas especialmente para cubrir el cuerpo. Velasco, menciona en su estudio: El Origen del Textil en Mesoamérica que dos necesidades primor­diales hicieron posible el uso de la indumentaria en la humanidad: la necesi­dad física y el pudor, pero en la actualidad es conocido, según los cronistas españoles que, en las riberas del continente, la vestimenta era casi nula.

En los vestigios históricos se puede percibir que, en algunas poblaciones más civilizadas, y sobre todo con mayores necesidades de acondiciona­miento físico, la indumentaria estaba ligada a aspectos religiosos, los co­lores empleados en la vestimenta y en los trajes, se regían por los colores del cosmos, la fertilidad, la sangre y el estado civil de la persona, tal como ocurre aún en muchas comunidades originarias en donde las prendas con­tinúan cumpliendo un papel utilitario.

Del mismo modo, Prochaska analiza el objeto bilateral que cumple el uso de una vestimenta tradicional, que comunica el lazo de conexión con lo sobre natural, además funciona como registro de información que tiene que ver con cierto conocimiento ancestral en torno al cosmos, también, comunica aspectos de identidad de acuerdo a la ubicación geográfica, posición social, política, sexo, edad y situación económica, mediante el uso determinado del color, los diseños, la materia prima, la elección y el ordenamiento del dibujo.

Por otra parte, todo este esplendor tecnológico tuvo sus comienzos a medida que el hombre americano se fue adaptando a su entorno biológi­co y climático. De hecho, un códice muy interesante y detallado demues­tra cómo el avance tecnológico de la cuerda y posteriormente la hilatura, fueron los inventos fundamentales con los que el hombre mesoamericano controló consecuentemente la naturaleza, ya que como insinúan los textos antiguos: “los mexicas creían que existía una comunicación directa entre el cielo y la tierra, por medio de cuerdas o caminos”.

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