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viernes, abril 26, 2024

Rituales

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Los rituales para elegir a un candidato presidencial no incluyen un portafolio muy amplio de oportunidades ni de tentaciones.

Lo saben bien quienes han tenido que dirigirlos, ordenarlos y ejecutarlos, pero lo guardarán

in pectore, como lo prescriben los protocolos más confidenciales en el Vaticano cuya curia es  mater et magistra generosa de todo lo que es política.

Los que hacen de la política su modus vivendi también saben que su participación estará guiada por la obediencia para esperar los tiempos; no adelantarse a quien es el único que puede decidir y luego, por el acatamiento activo, para respaldar hasta el límite de sus fuerzas, la decisión, les favorezca y más si no lo es.

En un México tan apegado a sus tradiciones, usos y costumbres no es fácil imaginar, innovar, o recrear usos y costumbres. Contribuye a eso el placer de quien considera esa responsabilidad, como uno de los más exquisitos placeres del poder para el que se prepara, quizá más, que cuando construyó el camino que le hizo ser Presidente.

Queda claro, al menos para los mexicanos, que en esa decisión solo nos toca a todos, ver; a unos, disfrutar; y a otros solo participar.

Pero cualquiera que sea la modalidad elegida, los electores tampoco renuncian al placer de las adivinanzas, las apuestas o, en pocos, los análisis por los cuales todos tratan de anticiparse a conocer el nombre de quién será el candidato del partido en el gobierno. Lo mismo sucede en los otros partidos que de antemano sabemos que sus posibilidades de ganar son pocas.

Es un juego que, tarde o temprano, todos jugamos con la intención de adivinarle la jugada al Presidente y sentirnos partícipes.

Alguno dirá que el proceso electoral que terminará el primer domingo de julio del 2024 será diferente. Pero, ya no lo fue. Aunque conocemos las intenciones, el tapado, existe y seguirá tapado hasta que para quien decida sea conveniente. La única diferencia histórica es que, por primera vez, se incluye una mujer en la posibilidad, solo en la posibilidad, por ahora.

Lo que hemos visto, entendido y sentido indica que la decisión será unipersonal, así sea antes o después de la “encuesta”, porque, al margen de realizarse, tendrá que interpretarse y proyectarse. En las grandes decisiones los números siempre serán un instante, una fotografía, dicen y solo orientan. Ningún estadista en su sano juicio podría tomar los resultados como una orden simple. Además, en la inteligencia real y enorme que nos ha demostrado tener quien ahora nos gobierna no habrá una sola encuesta; estoy seguro que ya hay una serie de encuestas que le ha permitido al “Fiel de la Balanza” conducir el proceso desde hace muchos meses, cuando decidió quiénes eran los tres que propondría para escoger, porque el cuarto, ya ven, se ha agregado a fuerza de insistir.

Varias encuestas conforman un proceso de medición de realidades en ciertos momentos que al final, lo dicen los expertos, trazarán una tendencia que le mostrará a quién habrá de decidir cómo se comportaron las “imágenes” que cada encuesta va revelando. Esto le permitirá un margen más cómodo para tomar la decisión.

Desde el destape de los tres que se propuso medir, los mercadólogos que asesoran a los ahora, cuatro, construyeron una imagen de cada uno. Un concepto artificialmente diseñado para poder impactar mejor en la percepción de los electores, no todos, solo en los que, por azar, podrán manifestar sus posibles adhesiones o respaldos en una encuesta. Si es exitosa, entonces se someterá después a la prueba de todos los que pueden votar.

Y las encuestas, por otra parte, se han utilizado por otros mandatarios, solo que no lo han expresado porque es mejor auscultar en secreto.

Pero, como se podrá ver, el que manda también respalda. Su corazón, por humano que es, tendrá que latir más por alguno, esté en los cuatro o se incorpore otro en los próximos meses.

La pasarela que este fin de semana realizaron los legisladores de Morena al permitir que los cuatro aspirantes seleccionados por quien decidirá nos hicieron recordar otras pasarelas utilizadas por otro partido que gobernó por muchos años.

Los representantes populares del partido que lidera la coalición que ahora nos gobierna escucharon, de manera sintética y apresurada los “proyectos de nación” que cada uno pudieran ofrecer en caso de que sean elegidos.  Lo dicho por el cuarto aspirante al proceso en general, el que se agregó a fuerza de insistir, revela que aún, en estos momentos de ejercicios democráticos, la mano y la voluntad de quien elegirá está presente. Estoy aquí porque fue autorizado por el Presidente, dijo el senador Monreal.

Los rituales no pueden ser totalmente diferentes, más allá de la fecha y algunos rasgos especiales de la circunstancia.  Pero hay que reconocer que el Presidente está cumpliendo también una gran responsabilidad, no solo porque es de vital importancia la elección de la persona adecuada para el futuro inmediato del país. Lo es también porque la continuidad de la Cuarta Transformación está en el centro de esta decisión.

A mí me parece que es correcto lo que hace el Presidente y diría que también es pertinente. No es fácil decidir porque su opinión, al interior de su partido y de su coalición es, para bien de todos, también una garantía de que el tránsito de un gobierno a otro, sea, pacífico, políticamente inteligente y social y económicamente pertinente.

Los rituales finalmente se cumplen. Nada será a destiempo. No habría ni necesidad ni capricho para no cumplirlos.

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