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domingo, abril 28, 2024

Tu lengua en mi boca

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Han comenzado a llegar las publicaciones de este año a la mesa de novedades. Tu lengua en mi boca, de Luisa Reyes Retana, ganadora del Premio Mauricio Achar, en 2017 por Arde Josefina, es una de las primeras. La anécdota se resume en la cuarta de forros. Atrapa mi atención, despierta mi interés. La compro. Ésta, la segunda novela de la autora mexicana, llega al lector publicada por Literatura Random House. 

Hay varios guiños sugerentes que invitan a comenzar la lectura cuanto antes: el título que alude tanto al beso como a la fábula que sostiene y articula la novela, el viaje como esencia de la literatura, el palimpsesto como guía del viajero para ir más allá del texto, el norte, los ritos y los rituales.  

Leo –como versa el lugar común– de un tirón: sin soltar el libro. Leo y es lunes 21 de febrero de 2022. Leo y es de noche. Leo acompañado por una Luna menguante. Leo y me doy cuenta de que mi lectura coincide con el Día Internacional de la Lengua materna. ¿Puede haber un simbolismo mayor? 

Comienza el periplo y el primer bache tiene que ver con la verosimilitud (cuatro chicas a punto de concluir el bachillerato se reúnen por las noches en un lote baldío a leer poseía en torno a una fogata). En la novela no es un bache sino una avería mecánica, el incidente que le permite a Berta, una mujer mayor que se dirige a depositar las cenizas de su tía en la Zona del silencio, descubrirlas desde un hotel contiguo al terreno en el que se hospeda, mientras el mecánico le da otra oportunidad al motor de su viejo auto. 

¿Es posible que en Torreón se reúnan cuatro adolescentes en un lote baldío, lleno de basura, al amparo de las Pléyades y en torno al fuego, para la lectura nocturna de los versos de Sor Juana Inés de la Cruz acompañada de cigarros y cerveza? Por supuesto, en la ficción. De hecho, a la narradora en el mundo de los personajes “le costaba creer que aquello sucediera en su presencia”. La realidad con sus problemas sociales, incluida la violencia, está ahí, latente, se filtra en la novela, le pone contexto y emoción. 

Apelando al pacto novelístico, a la formación de la autora, y una vez aceptada la existencia de las “colegas del verbo” es cosa fácil continuar la lectura para acompañar a Babis, Márgara, Judas y Futuro en un agradable ejercicio de imaginación en el que desfilan versos de Neruda, Paz y Benedetti, Nicanor Parra, Jaime Sabines, César Vallejo y Vicente Huidobro, antes de llegar a Gioconda Belli, a Mary Albers, a Sara Uribe y al descubrimiento de la propia voz poética por parte de las estudiantes. Novela de aprendizaje. De iniciación. 

Conforme avanza el relato se sigue el proceso que ha de pasar cualquier pagano que pretende incorporarse a una cofradía –en este caso Berta al grupo de las chicas y las chicas a la asunción radical de la poesía– desde el primer y accidentado encuentro cuando aún se es diferente, pasando por el periodo de prueba, el tiempo liminal y los necesarios ritos de paso, hasta llegar a la nueva realidad (la pertenencia, la lucha común, la nueva consciencia). La tensión se mantiene y se construye el sentido como la imagen que surge mientras se arma un rompecabezas en el que, finalmente, la Lengua –expresada en la poesía, en las historias que hemos escuchado, en el diálogo– se revela como protagonista. 

Como ya se sabe, quien cuenta puede acelerar la historia mediante resúmenes o retardar los hechos con descripciones detalladas, ir y venir entre analepsis y prolepsis. En cambio, en el diálogo se supone que el tiempo de la historia coincide con el tiempo de la lectura. Por eso y porque abundan los diálogos, y porque los hay divertidos, transcribo dos fragmentos del primer encuentro entre Berta y quienes se reconocerán como colectivo bajo el nombre de las M45.  

Les ofrezco poesía. 

Las jóvenes soltaron una nueva carcajada. 

Ya te dije bonito, ora va al chile: a la verga o la saco de los pelos. 

Bájale, Babis, quizá la señora está malita –los ojos de Judas reflejaban el fuego y se burlaba de ella con el gesto.  

Más adelante, después de leerles “Si me quieres, quiéreme entera” y otros versos de Dulce María Loynaz. 

Las jóvenes se miraron entre ellas. 

Si es testigo de Jehová, no nos interesa –dijo Judas-, Somos narcosatánicas. 

No. Nada de eso. Sólo que las escuché leer poesía y pensé… 

[…] 

Si quieren les dejo este ejemplar. 

Así empiezan. Ésta nos quiere pa prostitutas. 

Nada de eso, vengo en buena lid. Quiero ofrecerles poesía. 

“En buena lid”, hazme el puto favor, pinche loca, […] 

Pero en esta novela sobre la lengua, no sólo se recupera y documenta el habla de uso habitual y acaso mayoritario de la juventud en algunas zonas de México; mediante el recurso del cuaderno de notas de Berta, Luisa Reyes Retana acompaña la narración con fragmentos que traen a mi mente la prosa cubista de Carlos Fuentes y algunos versos de Paz. Termino citando a quien fuera entre 2019 y 2021 directora del Instituto Cultural de México en Alemania. 

Las palabras otra vez, brujas cucas, ñaca ñaca. Una incisión invisible, se abre una boca, un abismo, humo, dos universos chocan, se revuelven, nada. Se siembra un chisme, una narración, un cuento, una mafufada negra, una perorata, un rollo, una crónica un relato un suceso una aventura una calumnia una patraña un lío, nada: una mentira. Dolores. Las cosas que nos pasan o las inventamos, es todo, se acaban, se cierra el telón, next, lo siguiente, saquen las pastas. […] Cómo se confunden esos dos: el poder y el deseo. Ramón es el poder y Babis deseo. Quién da más. El poder quema. Los deseos son distintos. Los deseos son humores que se escapan de las fisuras, espacios ajustados y objetos acometiendo, son vanidad, necesidad, son admisiones de culpabilidad, confesiones, mentiras, son color y música las mentiras como disfraces y los versos, falsas criaturas para el placer, mentiras, mentiras blancas, mentiras negras, mentiras concatenadas […]. 

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