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martes, abril 30, 2024

Viaje al ombligo de Don Goyo el día de su cumpleaños

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Fotos: Daniela Portillo

Para los pobladores de la comunidad de Santiago Xalitzintla, el 12 de marzo es una fecha especial, de júbilo, de fiesta. Ese día, cientos de personas escalan el volcán Popocatépetl para festejar su cumpleaños y, de paso, agradecerle por fertilizar sus cosechas y resguardar las decenas de hogares bajo sus faldas. 

Santiago Xalitzintla es la comunidad más cercana al imponente coloso de fuego. Sus pobladores retratan la festividad con colores, comida, cantos y música en vivo, además de que en esta ocasión colocaron dos ofrendas: la primera en honor al Santuario del Señor de Sacromonte y una más que instaló el tiempero para pedir buenas cosechas a Don Goyo. 

Desde mucho antes que salgan los primeros rayos de sol, cientos de pobladores de las comunidades aledañas al volcán, de otros estados y turistas, esperan en el zócalo de Xalitzintla para iniciar la peregrinación hacia el ombligo del coloso, ubicado a unos 3 mil metros de altura. Hasta ese lugar llegan niños, niñas, amas de casa, personas de la tercera edad y hasta mascotas. 

Los mayordomos y don Antonio, el tiempero de la comunidad de Xalitzintla, previamente se han preparado con camiones de carga para comenzar a trasladar a los feligreses desde las 6 de la mañana.  

Es justo en el ombligo, debajo de la protección de sus cubrebocas, donde las personas comienzan a cantarle las mañanitas a un viejo conocido suyo, el mismo que una vez se apareció entre sueños a un selecto grupo de pobladores para revelar lo que vendría: desde las cosechas hasta las erupciones; desde un año bueno para la siembra hasta la prevención por un mal augurio.  

Don Goyo todo lo sabe y quiere compartirlo. A cambio solo pide una cosa: festejarlo, no abandonarlo, llevarle ofrendas y cantarle. “Le gusta que vengamos”, dice uno de lo pobladores. “Y nosotros venimos por fe y porque es nuestro viejito”, agrega.  

Cuesta arriba 

En un camino de terracería, boscoso e irregular, pobladores a bordo de camionetas y vehículos de menor volumen emprenden el camino, de aproximadamente hora y media, hacia el punto donde se avanza a pie durante otras dos horas hasta llegar al ombligo del volcán. 

El trayecto no es nada fácil. En coche, algunos se quedan varados entre la tierra y el lodo debido al pronunciado ascenso. A pie, es imposible no tomar varios descansos o avanzar a tientas entre la crecida hierba y el aluvión de ceniza. 

Los cientos de personas inician la caminata con ánimo, pero con gran esfuerzo. Los más preparados se apoyan de bastones de senderismo para hacer menos extenuante el recorrido, mientras otros solo arrancan ramas de árboles para poder apoyarse en el empinado sendero. 

Luego de recorrer cerca de una hora el camino boscoso, se abre a la vista el cráter del volcán y comienza un nuevo paisaje formado por una densa capa de ceniza. Algunos ya esperan en la cima al contingente de personas faltantes que, en la recta final del camino, se hunden entre la frágil superficie. 

Al filo de las 11:00 horas, en el punto de encuentro donde convergen las familias tras un largo trecho, comienzan los preparativos del festejo a Don Goyo. En el lugar se colocan dos cruces forradas con ropa y encaje, además de ofrendas para pedir al coloso abundancia durante el resto del año para sus cosechas. 

¡Se ve, se siente, Don Goyo está presente!, gritan al unísono los senderistas, mientras un trío de músicos de la región anima a la gente con tambores y trompetas. En tanto, junto a las nubes que rodean al coloso son lanzados juegos pirotécnicos para celebrar la llegada al ombligo del volcán. 

Los mayordomos de la región comienzan el ritual colocando las ofrendas: frutas, flores, refrescos, guisados y bebidas alcohólicas que se ofrecen a Don Goyo como agradecimiento por la abundancia brindada hacia sus campos de cultivo, mientras realizan rezos que incluyen a “Doña Rosita”, su compañera, el volcán Iztaccíhuatl. 

Maíz, frijol, haba y frutas son las principales siembras de la región aledaña al Popocatépetl y, de acuerdo con el mayordomo de Xalitzintla, la primera visita del año a Don Goyo es la oportunidad perfecta para pedirle prosperidad. 

A más de 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar, los pobladores de Santiago Xalitzintla han cargado alimentos hasta la cima y los comparten por igual con todos los que asisten a la celebración sin ninguna distinción, lo mismo que bailan y reparten tequila y pulque para brindar. 

La segunda ocasión en la que tradicionalmente suben al Popocatépetl es el 2 de mayo para celebrar el Día de la Santa Cruz y el Día del Albañil, donde adornan cruces con coloridas flores. 

“Estos son los usos y costumbres de Santiago Xalitzintla, todos los pueblos son invitados: San Pedro Yancuitlalpan, San Nicolás de los Ranchos, San Mateo Ozolco y ha venido gente convocada por las redes sociales. Viene gente de Japón, Italia, Puebla, Atlixco, México, realmente aquí nos unimos todos, hay tanto refresco y comida para que nadie se quede sin alimento”, sostiene. 

El cónclave finaliza con un baile en el que los pobladores comparten tragos, mientras un grupo de mujeres avientan dulces a los asistentes. Es entonces que poco a poco comienzan a descender bajo la colina, donde esperan elementos de la Policía Estatal Turística, paramédicos y personal de Protección Civil para atender cualquier emergencia. 

Antonio Analco Sevilla, el tiempero de Xalitzintla, sube a sus familiares, amigos y conocidos en camionetas rumbo a su hogar, en donde los festejos culminan con una última reunión íntima en la que una vez más, dan muestra de su generosidad en las viandas y tragos.  

No es para menos, Don Goyo está de fiesta y a ellos les toca festejarlo.  

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