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viernes, abril 26, 2024

Pleitos en el CDE del PAN

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A tres meses y medio de obtener el triunfo que le permitió a Eduardo Rivera Pérez ungirse como el gran elector del PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández y un sujeto que dice llamarse Marcos Castro protagonizan una lucha que amenaza con desencadenar una lucha intestina. Todo comenzó por lo más sencillo: imponer un estilo. Castro, más allá de ser un auténtico anodino como su jefe, es realmente la pieza que el munícipe quería como líder estatal del PAN. Tenía todo: dócil, sencillo, sin grandes ideas, pero muy buen operador. Pero se le atravesó la cuota de género y los riveristas tuvieron que buscar a una compañera de fórmula. Ahí, apareció Augusta Valentina, quien tenía todo lo contrario que Marcos: carácter fuerte, miembro de las rancias familias de ultraderecha y mala operadora. Cuando las reglas cambiaron y tuvieron que recurrir a Augusta, lo más importante era ganar la elección del nuevo Comité Directivo Estatal, ya que parecía que todo estaba puesto para la reelección de Genoveva Huerta Villegas. Fue necesario hacer correr mucha agua para los becerritos y garantizar el triunfo. El resultado catapultó a Lalo Rivera, en primera instancia. En el caso de Augusta y Marco la idea que permeó es que serían simples comparsas del alcalde. En ese escenario nada halagüeño para la nueva dirigencia, la personalidad de la presidenta y el secretario general surgieron e iniciaron los encontronazos. De entrada, Augusta asumió su papel de dirigente e hizo a un lado a Castro en la toma de decisiones. Luego, vinieron las instrucciones de quien no pretende sujetarse a los designios de quien la llevó a la dirigente. Fue ahí que Augusta decidió que lo mejor sería hacer rotativa la coordinación de la bancada del PAN en el Congreso del estado. El colmo es que pretendió dársela a Mónica Rodríguez Della Vecchia o a Rafael Micalco Méndez, quienes la convencieron de que la bancada era un desastre y todos estaban confrontados. Más tardó Augusta en creerle al par de conspiradores contra Eduardo Rivera, en que comprobara que sólo había cuatro voces disidentes: Mónica, Micalco, Nancy Jiménez (comadrita de Mónica) y Karla Rodríguez. El resto de los legisladores no sólo respaldaron a Eduardo Alcántara Montiel, sino que ya le demostraron a la presidenta estatal que no jugarán a su ritmo. La mejor muestra es hacerle el vacío en dos reuniones que convocó. La última, por cierto, fue el pasado 4 de abril y hay una foto en la que los diputados locales aparecen junto con Genoveva Huerta. En todo ese tiempo, Marcos Castro ha quedado reducido a un simple espectador de lo que ocurre en el CDE. Como es entendible, dicho sujeto también tiene su buena dosis de filias y fobias que lo llevaron a intentar ser el contrapeso de Augusta, lo cual no se ve posible en el corto plazo. Al final, la conclusión es que a Lalo Rivera le tocó vivir en carne propia el viejo de dicho de “cría cuervos…”. 

 

Un sujeto digno de Arkham 

Alejandro Oaxaca Carreón es el mejor ejemplo de cómo son los operadores políticos de Ignacio Mier Velazco en la entidad. Fue exalcalde de San Pedro Cholula y eso bastó para conocerlo en su dimensión: déspota, berrinchudo y plagado de sospechas de malos manejos de las cuentas públicas. Gracias a su cercanía con Manuel Bartlett Díaz y a Ignacio Mier es que logró colarse como diputado local, pero su carrera se apagó con la misma velocidad en que demostró ser un político detestable: rápidamente. Hoy está de regreso como regidor en San Pedro Cholula. Nada más que ya no es el recalcitrante priista. Hoy es militante de Morena y llegó a ese lugar tras aliarse con un grupo de antibarbosistas integrado por Pablo Salazar, Alejandro Armenta, Nacho Mier y Tonantzin Fernández. Todos ellos impulsaron la candidatura del impresentable morenovallista Julio César Lorenzini Rangel, quien enfrenta cargos por violencia de género y estuvo involucrado en luchas intestinas que hedían a corrupción. Como era de esperarse, Lorenzini cayó estrepitosamente en las urnas y la panista Paola Angón llegó a la presidencia municipal. Aunque muchos le atribuyen a Alejandro Oaxaca movilizaciones en juntas auxiliares y comerciantes ambulantes, la verdad es que no hay tal operación. Simplemente hizo lo que siempre sabe: montarse en un carro en movimiento para hacer creer que encabeza la lucha. No nos confundamos: estamos frente a un regidor chicharrín que pretende espantar con el petate del muerto. Haya quién se la compre.  

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