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viernes, abril 26, 2024

Nacho Mier y la Era Salomónica

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Tanto el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina como el diputado federal Ignacio Mier Velazco no dudaron en calificar como “un encuentro institucional” la charla que sostuvieron el lunes 1 de Mayo pasado. “Hablamos estrictamente de temas legislativos, donde se generan las condiciones de vinculación con todos los actores políticos de nuestro estado”, afirmó el mandatario estatal. Y, remató con la frase reveladora: “Yo no tengo ningún inconveniente con recibir a todos, de acuerdo con la agenda que tiene el gobierno del estado los estaremos recibiendo, sin mayores problemas”. Aunque se trate de un encuentro institucional es un parteaguas en la relación política e institucional en el gobierno del estado, pues el coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en la Cámara baja tenía las puertas cerradas sencillamente. Que Céspedes Peregrina lo reciba es muestra de los nuevos tiempos que se viven en Puebla. Tiempos de conciliación sin ser entreguistas, de diálogo con todos los sectores y, en el caso de los aspirantes, garantizar el piso parejo que el mismo Andrés Manuel López Obrador quiere para la sucesión de nueve gubernaturas. No hay concesiones gratuitas y menos claudicación de principios sino una inteligente y muy bien trazada ruta para construir la Puebla que se necesita en lo político, lo social, lo económico, lo educativo, entre otras muchas. Estos nuevos aires, además, traen aparejados un sonido innegable: Sergio Salomón es el gobernador y principal líder político de Puebla, cabeza de la pirámide alimenticia de la clase política local.

 

EL ENOJO DEL CEN CONTRA AUGUSTA

Contrario a lo que la ultraderecha y el Yunque creen, desde el Comité Ejecutivo Nacional del PAN se mira detenidamente todo lo que ocurre en la entidad poblana y existe una evidente preocupación porque dichos grupos sectarios estén más ocupados en la grilla interna, hacer ajustes de cuentas hacia sus adversarios y secuestrar al partido que en trabajar hacia afuera para que el panismo consolide una estructura lo suficientemente competitiva para 2024. Esto implica, además, invertir en que “la marca PAN” crezca y fortalezca, ya que en la actualidad muchos están más interesados en lucrar con el partido que en trabajar por aportar a su estabilidad. En este contexto, no cayó nada bien que la dirigente estatal Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández haya comenzado una cacería de brujas, en lugar de fungir como árbitro imparcial de la arena panista y hacer todo lo posible por mantener la unidad y cohesión. Las cosas se complican todavía más, ya que ha ignorado olímpicamente la instrucción que recibió de la dirigencia nacional para que la entidad sea tapizada con 3 mil bardas que posicionen al partido, en un promedio de 150 por cada uno de los 15 distritos electorales federales. Mientras en Morena, la guerra está precisamente en el uso de estas bardas para incidir en el posicionamiento, el Comité Directivo Estatal del PAN simplemente se encuentra ausente y muy lejos de la discusión. No cabe duda que Valentina funge como farol del Yunque y oscuridad del panismo.

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