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viernes, abril 26, 2024

Parir en pandemia

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Quien haya tenido un hijo en México no me dejará mentir, tener un parto no es cosa fácil. Y no me refiero a las dificultades de parir, sino a lograr que tu doctor, el hospital, las enfermeras y todos los involucrados en que un niño llegue a este mundo, respeten los tiempos de tu cuerpo y tu decisión de tener un parto natural. Por lo menos la mitad de los nacimientos en éste país, en los últimos veinte años, han sido por cesárea. Aun cuando la OMS dice que más de un 10 por ciento no es justificable. Además de ser una cirugía importante, tiene que ver con otras problemáticas como la obesidad infantil, complicaciones gastrointestinales y respiratorias.

La mayor parte de la microbiota de un bebé se adquiere en el nacimiento, cuando éste pasa por el canal vaginal.  Y en tiempos de pandemia, un parto por cesárea, inevitablemente, obliga a la mamá y al bebé a permanecer más tiempo en el hospital, lo cual es también un riesgo.

Hace seis años, cuando me enteré de mi primer embarazo, llegué a mi primera cita con el ginecólogo que me habían recomendado. Le dije que estaba embarazada. ,e contestó: “Crees que estás embarazada, podría ser un tumor. ¿Lo habías pensado?” No lo había pensado, gracias. No volví.

Llegué con el siguiente doctor, ya segura de no tener un tumor, y le dije que quería tener un parto natural

-“Eso dicen todas, ya veremos a la mera hora”.  El siguiente era pro parto, pero inducido, lo estresaba no saber el día y hora en la que el niño iba nacer.

Así pasé por ocho doctores más. Elegí a uno. Ya tenía siete meses de embarazo.  Tuve un trabajo de parto de más de catorce horas. Doce horas las pasé en mi casa. Entró mi doula al parto. Todo salió bien.

Ya que todo pasó, recuerdo a los doctores platicando durante los minutos previos de cosas que nada tenían que ver con mi parto. La luz de arriba de la camilla prendida y yo con los ojos entrecerrados porque me molestaba la luz. El doctor me hizo una episiotomía, a pesar de que platicamos que no la quería.

Para mi segundo embarazo escribí todo lo que esperaba durante mi parto y que era inaceptable. Mi primer doctor no estuvo de acuerdo con los cambios. Encontré, después de mucho buscar, a un doctor que estuviera de acuerdo. Muchas de las cosas que yo pedía podrían darse de manera más natural. Se complican por que los sistemas de salud materna no ponen a la mujer al centro de sus decisiones.  Especialmente en tiempos de pandemia los partos de bajo riesgo deberían ser fuera de los hospitales: en casa o clínicas especializadas.

Van algunas recomendaciones por si buscas tener un parto humanizado

  • Necesitas saber qué es lo que va a pasar en tu cuerpo el día de tu parto.  Que las contracciones van a aumentar, pero luego van a ceder, que las cosas llevan un ritmo y todo tiene un por qué.
  • Toma un curso o contrata una doula desde unos meses antes que pueda guiarte.
  • Lee e infórmate durante el embarazo.   Mis libros favoritos sobre el tema son Hipnobirthing, para aprender a respirar y visualizar durante el parto, y Expecting Better, de la economista Emily Oster, que usa datos duros para desmitificar muchos temas alrededor del embarazo.
  • ¡Respira!
  • Puedes cuestionar a tu médico, puedes decirle qué es lo que deseas en tu parto.  Y si no está de acuerdo, puedes cambiarte. No importa en qué mes de tu embarazo estés
  • Parir es un proceso natural y fisiológico, propio de los mamíferos que somos.  No estás enferma, y, en la gran mayoría de las veces, tu vida no está en riesgo.
  • Busca una doula: una mujer que te acompañe durante el trabajo de parto y pueda turnarse, o no, con tu pareja.
  • No tienes que parir acostada. Esta posición no te favorece ni a ti ni a tu bebé, solo al doctor que va a estar cómodamente sentado.
  • Escribe un plan de parto en el que especifiques lo que esperas de cada persona involucrada: tu doctor, tu doula, tu pareja, las enfermeras, etc.

Durante mi segundo parto, cuando el doctor entró, yo estaba hincada en el piso de la sala de labor, en los últimos minutos del trabajo de parto. Los más intensos. Se me quedó viendo y me dijo: “vas muy bien”.  Tenía ganas de gritarle que hiciera algo y que no sólo me viera. Pero yo le había pedido que no hiciera nada, y justo eso hizo. Mi parto fue en posición vertical, con la luz tenue, escuchando la música que elegí. Las enfermeras y el doctor estaban en silencio.

Lamentablemente no es fácil encontrar doctores que estén dispuestos a escuchar, pero los hay. Vale la pena buscarlos.

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