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jueves, mayo 2, 2024

Del helenismo a 2023 y más allá

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I. Alejandría, siglo II d.C. 

Leo sobre Alejandría, en la época de la famosa biblioteca, un párrafo de la escritora española Irene Vallejo, en su libro El infinito en un junco: “La civilización helenística -angustiada, frívola, teatral, convulsa, aturdida por las rápidas transformaciones- albergaba impulsos contradictorios.  

Parafraseando a Dickens ‘era el mejor de los tiempos; era el peor de los tiempos’. Florecieron al mismo tiempo el escepticismo y la superstición; la curiosidad y los prejuicios; la tolerancia y la intolerancia. Algunas personas empezaron a considerarse ciudadanos del mundo, mientras que en otras se exacerbaba el nacionalismo. Las ideas reverberaban y viajaban más allá de las fronteras, entremezclándose con facilidad. Triunfaba el eclecticismo. El pensamiento estoico, que se impuso durante todo el helenismo y la época imperial romana, enseñaba a evitar el sufrimiento a través de la serenidad, la ausencia de deseos y el fortalecimiento interior. Los budistas orientales se podrían sentir identificados con ese programa de autoayuda”. 

 

II. Desde el siglo XXI

Vivimos en México, en 2023. Parece como si el párrafo de Irene Vallejo, que relata cómo era el mundo de hace 1,800 años en Alejandría nos estuviera describiendo. Efectivamente, estamos angustiados ante los cambios; somos a la vez tolerantes e intolerantes, escépticos y supersticiosos, serenos y convulsos. Ciudadanos del mundo y, al mismo tiempo, gran parte de la humanidad tiene horizontes muy pequeños, delimitados por sus creencias, que no dejan entrar el viento fresco. 

 

III. ¿Qué sigue después de 2023?  

Tratemos de imaginar lo que nos espera. Debemos aceptar que han pasado eventos inimaginables en los últimos años. Y, también, que muchas sociedades están atrapadas en sus mitos fundacionales y sus prejuicios y son elefantes difíciles de mover. 

Podemos atisbar el futuro a través de tres lentes: el del cambio tecnológico, el de la transformación de las mentalidades y el de la ecología. Veamos.  

No hay duda, la inteligencia artificial nos abre nuevos caminos. Y, sin embargo… Quizá el descubrimiento más importante -definido como el que nos hizo vernos como humanidad de manera diferente-, fue la revolución de Copérnico. Él, Tycho Brage y Kepler demostraron que la Tierra no era el centro del mundo, sino que gira alrededor del Sol. ¿Qué nueva cosmovisión traerá consigo la tecnología? El celular y la tableta se vislumbraban en Viaje a las estrellas, donde Data, el androide, anticipaba a Klara, la androide de la novela de Kazuo Ishiguro Klara o el sol. El trabajo será automatizado, viviremos más años, viajaremos a Marte y otros planetas, quizá descubramos vida extraterrestre…. 

A nivel de las mentalidades, el cambio se percibe dramáticamente entre generaciones. Mi generación se preocupó por comprar casa, para lo cual pedimos una hipoteca y trabajamos años para tener un techo que fuera nuestro, bajo el cual formar una familia. La generación de mi hijo no quiere casa propia ni quiere formar una familia (no todos, claro). Les importa vivir, no poseer. Construyen su vida como cuando nos servimos de un buffet: no hay reglas, cada quien se sirve lo que quiere, en términos religiosos, eróticos, estéticos, políticos, económicos…. 

El cambio ecológico es una amenaza. Da pena ver la destrucción en Hawaii hace unos días y cómo en Corfú y Rodas fueron desalojados los habitantes. No quiero ni pensar en el coral que, con el aumento en la temperatura de los mares, amenaza convertirse en cal ¿y los organismos que habitan alrededor de esa belleza coralina? 

Bueno, amigos de Hipócrita lector, regresemos al inicio de este ensayo. Hace mil 800 años en Alejandría había muchas cosas que continúan hoy. Y otras son diferentes. Vi un documental sobre las ciudades más viejas del mundo. Annaba, Algeria; Varanasi, India; Damasco, Siria; Luxor, Egipto (antes Tebas); Taxila, Pakistán; Genoa, Italia; Atenas, Grecia; Argos, Grecia; Byblos, Líbano; Jericó, Palestina. Algunas siguen habitadas, pero perdieron su antiguo esplendor. Otras son sólo ruinas.  

¿Qué nos espera? Lo veremos o lo verán nuestros hijos o nietos. Habrá diferencias y también continuidad… El mundo seguirá girando, con nuevas ciudades y civilizaciones, nuevas formas de organización política y social, nuevas creencias, nuevas fronteras. Como en el arte, la belleza se expresará a través de nuevas creaciones… Del primer homínido hasta acá hemos recorrido como humanidad una larga jornada; estoy seguro que falta mucho más. ¡Quién fuera Prometeo, Tiresias o Nostradamus, para ver el esplendor futuro! Lo intuimos… Por el momento, es suficiente. Sonrío.  

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