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jueves, abril 25, 2024

La otra batalla de Puebla

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La unción de Sergio Salomón Céspedes como gobernador de Puebla fue una guerra en la que ganó Puebla frente a las perversas intenciones de Adán Augusto López, Ignacio Mier, Mario Delgado, Alejandro Moreno y Marko Cortés (por cierto, cuando salen a relucir siempre estos últimos cinco nombres hay un tufillo entre cochupo y patas).

¿Por qué era necesaria esa decisión tan rápida y por qué se festeja la acción del Congreso del estado quien ejerció su soberanía? Porque de no continuar el grupo en el poder se generaría una crisis política y de seguridad pública.

Abrimos paréntesis (a esos reporteritos de twitter les recomendamos leer un libro de Teoría del Estado y buscar el concepto de soberanía) cerramos paréntesis.

La memoria del mexicano (y del poblano, en especial) es corta, pero recuerden que entre 2017 a 2019 hubo una crisis de seguridad que azotó la entidad. Los huachicoleros, tratantes de personas, mafias de todo tipo hacían lo que querían porque no había autoridad.

La venta y robo de hidrocarburos aumentó sin control en el sexenio de Rafael Moreno Valle; el microgobernador Tony Gali, quien gobernó año y ocho meses, no tuvo autoridad. Los delincuentes se reían de él y fue cuando comenzaron a matar gente hasta en las unidades de transporte público.

La trágica muerte de Marta Erika Alonso y la llegada de un gobernador interino hizo que el crimen viviera en sus días de gracia. Llegó Miguel Barbosa y combatió el crimen y la corrupción que ante muchos ojos parecía autoritario, pero no lo era, tenía que limpiar todo el desaseo que había en las dependencias y sacar a los criminales de la entidad.

Si hubiera llegado alguien ajeno al grupo que gobernaba habría crisis política, social y de seguridad. Lo mejor que hicieron los diputados locales fue agruparse e impedir que las manos externas a Puebla quisieran mangonearnos y hacer lo que les diera la gana (utilizo el pronombre nos de nosotros, porque somos quienes vivimos aquí).

—¿En verdad fue justa y necesaria la unción de Céspedes Peregrina (Dignum et iustum est)?

—Verdaderamente fue justa y necesaria (Vere dignum et iustum est), —responden al unísono cientos de feligreses que le rezan todos los días al Santo Niño Doctorcito allá en Tepeaca.

Los diputados poblanos se acordaron el miércoles por la tarde-noche que el Poder Legislativo es soberano y que pasa por encima de intereses mezquinos como los que encabezaba Ignacio Mier y Adán Augusto López, así como Marko Cortés y Alejandro Moreno.

Se evitó una crisis.

Una crisis que tendría consecuencias graves si se cambiaba de rumbo a mitad de sexenio. Una crisis política, democrática, social, estructural y como planteamos líneas arriba de seguridad.

En ningún momento se borró u olvidó la imagen de Miguel Barbosa, como ahora muchos neófitos aseguran en redes sociales. La llegada de Céspedes a la gubernatura fue la última batalla que gano Barbosa, como bien lo dijo Mario Alberto Mejía hace unos días en su tan leída columna.

La llegada de Sergio Salomón al frente de la administración estatal es lo mejor que pudo ocurrir en la temporada de zopilotes que iniciaba. Hoy los zopilotes se quedaron volando en sus redes sociales despotricando contra quien ostenta el poder, pero ya sin poder alguno.

Ignacio Mier, por ejemplo, perdió otra batalla. Si realmente fuera el consentido del presidente López Obrador como aseguran sus promotores hubiera quedado al frente de la administración. Si apareciera en las preferencias electorales con un respaldo social sería gobernador.

Pero Mier ni es el favorito del presidente, como él dice, y, mucho menos, lo quieren y lo conocen los poblanos.

Fue una derrota más a la docena que ya acumula en su historia política.

Muchos buitres salieron de sus nidos, en estos tiempos, y piensan que van a hacer o deshacer ahora que ya no está Barbosa.

No, no.

No se confundan.

Si bien es cierto que el nuevo gobernador tiene su propio estilo de hacer política, eso no significa que es débil y, por tanto, timorato. Sergio Salomón dijo en su primer conferencia de prensa que no habrá persecución, pero eso no implica que habrá impunidad.

La llegada de Julio Huerta a la Secretaría de Gobernación es una buena señal.

Las quejas de Cortés, Moreno, Delgado y el impresentable de Noroña solo son patadas de un niño berrinchudo que no pudo imponerse.

Hay gobernabilidad en Puebla.

No hubo crisis.

Feliz navidad, la guerra ha terminado.

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