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viernes, abril 26, 2024

El Facturero de Gali y sus Historias Negras en Tlaxcala

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Empezó como la obra del sexenio.

Terminó como el fracaso de la década.

Uno de los más visibles culpables es el facturero de Tony Gali: Miguel (“Migue”) Arévalo Sosa.

Fue llamado a la Tlaxcala del gobernador priísta Marco Mena gracias a la influencia de voces poblanas para que su constructora Melare —una de las muchas que tiene— se encargara de levantar el Hospital General que sustituyera al vetusto “Doctor Miguel Lima Ramírez”.

Pero los meses pasaron, y el gran proyecto terminó convertido en un oneroso elefante blanco.

A finales del año pasado, la gobernadora Lorena Cuéllar fue muy enfática al asegurar que la construcción del hospital “se encuentra en condiciones deplorables y no hay dinero para atender su equipamiento”.

La obra —iniciada en diciembre de 2018— tuvo una inversión inicial de 502 millones de pesos, en construcción, y 290 millones en equipo médico.

Los sobrecostos terminaron inflándola a un monto de mil millones de pesos.

(Hay mucho dinero federal metido en este cochinero).

Un dictamen técnico —al que quien esto escribe tuvo acceso— es brutalmente elocuente:

“El diseño del hospital tiene espacios circulares que generan ineficiencias en su uso. Por ejemplo: el acceso a urgencias, que, para el acceso peatonal, implica varios metros de recorrido.

“El proyecto original no consideró espacios exteriores (que, además, no fueron financiados por el entonces Seguro Popular) como el estacionamiento, lo que requirió una inversión adicional por parte del estado. Dicho estacionamiento no cumple con el número de cajones requeridos para un hospital de ese tamaño.

“Otro aspecto importante es el que se refiere al desnivel del terreno, pues en la parte baja se tuvo que invertir en un muro de contención de varios metros de altura, y en la parte alta se tiene un muro que es insuficiente para contener el material en la zona del tanque de agua, ocasionando una gran cantidad de tierra en la parte posterior del hospital”.

 

Historias del Elefante Blanco. Cuando el entonces gobernador Marco Mena dio a conocer la obra todo era miel sobre hojuelas:

Y es que el nuevo Hospital General —al decir de periódicos como El Sol de Tlaxcala— tendría capacidad para 90 camas, y concentraría en uno de sus cuatro edificios especialidades como oftalmología, urología, odontopediatría, displasias, cirugía maxilofacial, audiología, cirugía plástica, psicología, nefrología, pediatría, terapia del lenguaje, nutrición, ginecología y obstetricia.

Ufff.

El sueño de todo habitante.

El boletín, reproducido por la prensa local, decía lindezas como ésta: “cada espacio, área y consultorio están siendo construidos con materiales y sistemas de vanguardia y tecnológicos que lo convertirán en un inmueble amplio, digno, moderno y funcional que brindará servicios de calidad a los tlaxcaltecas”.

Mena juraba que en enero de 2020 sería inaugurado.

Tic tac, tic tac…

Los meses pasaron.

Cuando despertó, el elefante blanco seguía ahí.

La realidad fue otra.

Así exhibió la onerosa e inacabada obra la gobernadora Lorena Cuéllar en noviembre de 2021:

“La construcción del hospital está en condiciones deplorables, con graves problemas de planeación, lo cual no permitirá su funcionamiento este año y muy probablemente tampoco el próximo año, ya que tenemos todavía el inconveniente de la falta de equipamiento y son muchos millones de pesos que faltan para concluir el hospital general”.

Ya hay denuncias abiertas en contra de Melare y otra constructora.

Y son muchos los llamados para que Migue Arévalo responda con la garantía de ley.

Pero es inútil.

El Facturero de Gali anda muy ocupado jugando golf con su papá, viajando por el mundo, viviendo su extraordinary life y haciendo negocios en Querétaro, que es donde ahora reside.

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