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jueves, mayo 2, 2024

Los Chacales Sexuales en las Aguas de la Impunidad

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Una mujer vejada varias veces —Miriam Vázquez— comparece en la sede del Poder Ejecutivo ante el gobernador Miguel Barbosa Huerta.

Su voz es la de quien ya no cree en las instituciones, una vez que cada puerta que tocó de éstas se le cerró con violencia, desdén y apatía.

Primero abusó de ella su esposo —un miserable llamado Ramón N.—, quien a sus 46 años vez abusó de la hija mayor de ella cuando había llegado a los 14.

Al hacerlo, convirtió a su esposa en abuela, y a su hijastra la condenó a un infierno: tener que soportar al marido de su madre en el humilde lecho.

Cuando Miriam quiso denunciar, no la dejaron.

Las víctimas en México tienen una doble condición: son víctimas revictimizadas.

En el inédito diálogo que este lunes sostuvo con el gobernador, Miriam titubeó varias veces antes de denunciar públicamente que un funcionario de un organismo que tiene el deber de proteger a las víctimas la violó en su casa.

El propio gobernador no daba crédito a lo que Miriam le decía.

Ella ofreció detalles:

Cuando buscó al funcionario —llamado Mario O.—, éste le dio largas y terminó por citarla en su propia casa, a la que llamó su “oficina”.

Una vez ahí, y con la noche como cómplice, el asesor jurídico de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas empezó a revisar sus documentos y a hacerle todo tipo de preguntas.

En la versión de Miriam, Mario O. empezó a beber alcohol mientras transcurría la informal diligencia.

“Si mis superiores se enteran de que mientras trabajo estoy bebiendo, me corren”, dijo entre risas.

Miriam narró entonces que el asesor jurídico le ofreció un jugo y que después de beberlo quiso ir al baño.

Una vez que salió —siempre en la versión de la mujer—, el tipo ya la esperaba afuera.

No sabe cuánto tiempo pasó envuelta en un mareo doblado de confusión.

Una vez que reaccionó, el encargado de ofrecerle atención y apoyo la estaba violando.

Una nueva denuncia sumó a su terrible situación.

Para entonces, su esposo se había llevado a su hija mayor y a otras dos pequeñas a Tijuana, de donde regresó por consejo de un hermano suyo que es juez.

La peregrinación de la víctima revictimizada continuó hasta encontrar la puerta del gobernador, quien la convocó a que públicamente narrara su tragedia.

La de Miriam, es la historia de un abuso que se perpetra todos los días en un país que revictimiza a las víctimas.

Es la historia, también, de la impunidad y del fracaso de las instituciones.

El colmo de esta trama es que quien tendría que apoyar a la víctima la somete en su vulnerabilidad, y la viola.

¿Cuántos culpables hay?

Nadie lo sabe.

¿A cómo amaneció el kilo de tráfico de influencias?

El escalón más débil se fracturó hasta la ignominia, aunque el diálogo público que tuvo con el gobernador ha cambiado el rumbo de las cosas.

Mucho es lo que hay que cambiar para acabar con miserables como Ramón N. y Mario O. , y con los dos jueces metidos en el contubernio que culminó con la liberación del chacal.

La sangre llama:

Un chacal protegido, faltaba más, por otros chacales.

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