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domingo, abril 28, 2024

La caída del hermano del presidente López Obrador

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El libro de Hernán Gómez Bruera, dedicado a hurgar en el clóset de Julio Scherer Ibarra —“Traición en palacio”—, revela, entre muchas otras cosas, que Darío Celis, columnista de temas financieros, era una de sus gargantas profundas.

Varios de los temas que le interesaban al entonces consejero jurídico del presidente López Obrador los manejaba Celis con el énfasis necesario para favorecerlo.

Una y otra vez, revelaba tramas de negocios en las que los intereses de Scherer estaban involucrados.

Y no sólo en lo financiero.

También en lo político.

Dos o tres veces, el columnista reveló que los días del gobernador Miguel Barbosa Huerta estaban contados.

“Ya se va”, decía.

“Será obligado a pedir licencia”, aseguraba.

“Su estado de salud le impide gobernar”, dijo una vez.

Ahora se entiende de dónde salieron esas versiones: de la oficina del mismísimo Scherer Ibarra, con quien Miguel Barbosa no tenía buena relación.

O sí, pero una relación distante.

En el libro de Gómez Bruera queda en claro que el poder que acumuló durante su mejor temporada el consejero jurídico fue brutal.

Al grado de que se metía en todo.

En “Traición en palacio” hay datos duros sobre la gran relación de hermanos que se generó entre el presidente López Obrador y nuestro personaje.

Todo empezó cuando don Julio Scherer García, el gran santón del periodismo mexicano, lo acercó con él.

La relación se fue volviendo cercana, pese a los negocios que Scherer Ibarra mantenía con personajes del salinismo.

Uno en particular: Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Aspe, también por instancias de don Julio, cobijó al junior durante años, al grado de convertirlo en socio en cuando menos tres empresas, una de éstas ubicada en Campos Elíseos 112-B, colonia Polanco, en la Ciudad de México.

En la relación de socios figura también Ana Marcela, hermana de Scherer Ibarra.

Pese a sus devaneos, dice el autor, Julio hijo mantuvo una cercanía entrañable con López Obrador, a tal grado que cuando éste sufrió un doble infarto, en 2013, ahí estuvo su amigo sufragando todos los gastos médicos en el hospital ABC.

Esas acciones, y otras más, provocaron que AMLO lo viera y lo tratara como un hermano.

Y cuando la revolución lopezobradorista llegó al poder, Scherer Ibarra se convirtió en el segundo hombre más poderoso del gobierno.

Y todo fue bien hasta que todo fue mal.

Luego vino la caída, y esas cosas enfadosas que ocurren en tramas como ésta.

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