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domingo, abril 28, 2024

Cuchillos largos, traiciones y puñaladas por la espalda en la Sucesión que viene

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El cuarto capítulo de la cuarta temporada de la serie Succession —creada por Jesse Armstrong— sirve para entender la política mexicana.

Vea el hipócrita lector:

Tres hijos brutalmente ambiciosos ven llegado el momento de quitarse por fin de encima a su poderoso padre —un Rey Lear protagonizado por el gran Brian Fox—, una vez que éste fallece repentinamente.

Los desalmados hijos de su padre inician entonces el deseado proceso de sucederlo.

Las traiciones han sido los platos que todos han ofrendado a lo largo de las cuatro temporadas, por lo que en esta circunstancia no pueden faltar.

Todos desconfían de todos porque son como dos de las tres hijas del Rey Lear, de Shakespeare: Gonerilda y Regania.

(Shakespeare, Shakespeare… Siempre Shakespeare).

La traición es un plato caliente que comen frío los hijos de Logan Roy (Brian Cox) durante los funerales.

Una vez consumada la asunción, los dos hijos varones quedan al frente del brutal consorcio ante la incertidumbre de la única hija.

Y mientras el cuerpo del padre todavía está en el féretro, un par de asesores les proponen a los hermanos una narrativa para acabar de enterrarlo: la denostación.

(Es decir: sacar los trapos sucios y los cadáveres del viejo ropero de caoba).

El hermano menor no acepta cagarse sobre su padre tan rápido, y batea a los asesores.

En corto, el otro hermano —el más despiadado de los tres—, sí acepta cagarse sobre su padre, pero pide una cosa: discreción absoluta.

Una traición en diferido, pues.

La política mexicana es así en tiempos de sucesión.

Los hijos políticos del hombre en el poder buscan suceder a éste usando mil argucias.

En la película que estamos viendo, hay dos hermanos y una hermana.

(¿Quiénes serán las ambiciosas Gonerilda y Regania? ¿Quién será la fiel Cordelia?).

Las reglas de la sucesión a la mexicana son idénticas a las de Bretaña y Wall Street.

Y en dichas reglas cabe todo: la traición, la simulación y los cuchillos largos.

La ronda de las deslealtades en todo su esplendor.

En vida del padre, siempre juran lealtad.

Una vez muerto (políticamente hablando), mostrarán sus verdaderos rostros.

Uno de ellos lo traicionará.

Otro más será el cómplice.

Y sólo la Cordelia del grupo le será fiel y leal hasta la muerte.

Shakespeare sigue tan vigente como cuando estrenó el Rey Lear a inicios del año mil 600.

Que nadie se diga sorprendido.

¿Quién imita a quién: el arte a la vida o viceversa?

La respuesta la conocemos todos.

 

 

En la muerte de un héroe de la radio. Eran los años 80.

1987, para ser precisos.

Junto con Darío Delgado, y el apoyo de la XENG de Huauchinango, Puebla, transmitimos todos los días en las más de 150 radiodifusoras de la Cadena Rasa —pilotada por el empresario Pepe Laris— el Festival Internacional Cervantino.

Fue un trabajo de locos que culminó con la obtención del Premio Gallo Pitagórico, en la categoría de Radio, por la mejor cobertura.

El nivel de la competencia lo dice todo.

Y es que participamos con radiodifusoras de todo el mundo.

Entre otras: la BBC de Londres, Radio Berlín, Radio UNAM, Radio Educación y Radio Mil.

Hace unos días, mi querida y admirada Martha Laris me contó que don Pepe, su “hermano mayor”, había fallecido.

Siempre estaré agradecido por el espacio brindado y por la generosidad de abrirnos los micrófonos en aquellos años.

Dicha cobertura la hicimos durante cuatro años no sólo en el Cervatino sino también en el delirante Festival Cultural Sinaloa.

Descanse en paz quien tanto dio a la radio en México.

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