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sábado, abril 27, 2024

La disputa por las Cámaras

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La llamada izquierda partidaria y el propio Andrés Manuel López Obrador, en el 2006, enfrentaron a Felipe Calderón Hinojosa y la disputa con el PAN fue estratégica, representó la primera coyuntura política en donde pensaron que por fin ganarían la presidencia. 

Los resultados fueron conocidos, al igual que la mínima diferencia que hubo entre uno y otro, lo mismo que las movilizaciones y el plantón de Reforma, del propio AMLO, para denunciar el “fraude electoral”. El PRI, con su postura de siempre e institucional, reconoció el triunfo panista y dio paso a la toma de posesión de FCH. 

Para el 2012, la estrategia de AMLO, junto con el PRD, PT y MC, fue enfrentar al PAN y al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, este, impulsado por los viejos priistas del Estado de México, quiénes mantenían el control de dicho partido.  

Las torpezas y errores de la administración “calderonista” y una candidata débil del blanquiazul, le permitió al tricolor, ganar y regresar al poder con un perfil híbrido y ligero.  

Para ese entonces, de nueva cuenta, la historia electoral de la coalición izquierdista se repetiría y AMLO, volvería a quedar en segundo lugar de las votaciones presidenciales.  

Sobre el 2018, López Obrador, volvería a trazar su principal objetivo: ganar la Presidencia para evitar que su movimiento social, representado ahora en Morena, se debilitara ante una derrota más. Las condiciones nacionales lo favorecieron ante el hartazgo social, los abusos del gobierno de EPN y ante el creciente rechazo al Revolucionario Institucional. 

Logró triunfar con la coalición impulsada por su partido (Morena, PT y PES), junto con varios segmentos de priistas de diferentes estados, que optaron por la votación diferenciada y Peña Nieto, le entregó el poder sin obstáculo alguno bajo un proceso de transición aterciopelada. 

Digamos que la primera etapa y fundamental del movimiento obradorista, la lograron, al asumir el poder por la vía electoral y llegar a la Presidencia de la República. Después de dos intentos y 12 años de espera política. 

En ellos, la visión de tener el Congreso en sus manos, por esos años, no estaba en su órbita, creyeron que, siendo gobierno, debían construir primero las bases o cimientos de su proyecto, para iniciar su transformación. 

Algo que aún no han consolidado. 

Ahora, para los comicios de junio del 2024, su perspectiva electoral cambio y se han trazado dos objetivos: obtener el triunfo electoral con Claudia Sheinbaum y lograr una mayoría calificada en el Congreso de la Unión, para aprobar sus reformas constitucionales que le surgen e interesan. 

Aquí nos detenemos, para observar, porque ahora abren sus puertas a otros grupos políticos, con los que ayer mantuvieron serias confrontaciones. Les interesa que los priistas que tienen presencia social en algunos estados pasen a formar parte de su coalición o partido, para ganar bastiones distritales en donde no tienen la fuerza necesaria para obtener el triunfo. 

Es decir, todos aquellos priistas, que rechazan las alianzas electorales con el PAN y han sido excluidos por Alejandro Moreno, ahora tienen los espacios abiertos de la coalición oficial, en donde coinciden más con la opción nacionalista. 

(Obvio, que no todos los tricolores serán aceptados, por eso, tienen un debaten sobre su inclusión o no) 

El frente oficialista no solo quiere ganar el gobierno federal, va por la Cámara de Diputados y el Senado de la República. Ambas le son estratégicas y necesarias para consolidar lo su segundo piso. 

O más bien para aprobar las reformas que le urgen a López Obrador. 

En las intermedias de 2021, la composición quedo así: 121 distritos para la coalición “Juntos Haremos Historia”, 64 para Morena, 63 para la alianza “Va por México”, 33 para el PAN, 11 para el PRI, siete para Movimiento Ciudadano y uno para el PVEM, que suman los 300 diputados electos por mayoría relativa. 

Le apuestan a contar con una Mayoría Calificada, considerando que de los 500 diputados que la componen, requieren 334 votos para alcanzarla o un número menor, según el total de asistentes a cualquier sesión. 

Conclusión: los dos frentes saben lo que está en juego en los próximos comicios; sin embargo, la oposición parece no entenderlo. Solo diré, que la democracia electoral ha costado muchas batallas políticas y reformas hechas, habrá que cuidarlas. 

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