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viernes, mayo 17, 2024

Las cucarachas que se agazapan detrás de los candidatos a la gubernatura

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Detrás de los aspirantes a gobernadores de Puebla hay un montón de gente deseable e indeseable.

Los primeros son aquéllos que tienen buena fama pública y que aportarán la misma al proyecto del posible candidato y gobernador.

Los segundos son como las cucarachas merodeando un pastel: llenos de pésima reputación y ambiciones desmedidas.

Nunca como hoy es importante ver quiénes rodean a los aspirantes.

Son más los indeseables que los deseables.

Los primeros vienen precedidos de una pésima reputación.

Cuando han sido funcionarios públicos, robaron como locos, volvieron amantes a sus secretarias, adjudicaron obras a sus prestanombres, subieron las patas a los escritorios, bebieron en horas de oficina (en sus oficinas), les dijeron “nalgonas” a todas sus empleadas, saquearon el erario (todo erario es público) y llenaron la nómina de amigos, proxenetas y compadres.

Un rasgo los define: le dicen “jefe” o “patrón” a su superior.

Cuando uno acuda a las urnas y cruce la boleta estará votando también por esas cucarachas.

Suena feo, pero es la realidad.

El uno es el uno, ya lo sabemos.

Los peligrosos son los que se agazapan detrás del uno.

 

 

 

El regreso a casa. Irse de vacación (nunca “de vacaciones”) es como asomarse largamente a los espejos laterales de los autos y ver que los objetos están más cerca de lo que aparentan.

En traducción libre, significa que la realidad y los políticos están más cerca de lo que aparentan.

Algunos están muy lejos de la realidad y de la gente, aunque sus matraqueros se empeñen en decir que están más cerca que el epidimo del testículo. 

Literalmente, el epidimo —tan ignorado— abraza al solitario testículo.

Le da un abrazo tierno: como el que les dan (nunca “le dan”) los cronopios —esos seres verdes y húmedos— a las esperanzas.

La vacación es un momento dorado en la vida, momento que nos hace extrañar los días vertiginosos del trabajo diario.

Cuando ponemos caras de estúpidos viendo el horizonte (un crepúsculo en La Alhambra, por ejemplo) significa que estamos hartos de la belleza efímera y que deseamos, subliminalmente, el tráfago diario.

(“Tráfago”… Tiene su encanto la palabreja).

Pocas veces me metí a Twitter en esta temporada, y cuando lo hice me topé con los mismos bueyes y las mismas vacas diciendo las estupideces de siempre.

(¿Los bueyes nunca se toman vacación?).

Uno es lo que come, lo que bebe y lo que lee.

Si uno lee los tuits de un analfabeto descerebrado, hay noticias: uno es un analfabeto descerebrado.

Pero eso no está nada mal.

Sería muy aburrido que todos fuéramos inteligentes y medianamente cultos.

Para que el ciclo de la vida siga su marcha requerimos de los piojos, las liendres y las cucarachas.

Estoy de regreso, querido hipócrita lector.

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