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domingo, mayo 5, 2024

Niños racistas

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Encuentro en las redes sociales un video que protagonizan niños mexicanos de entre 6 y 12 años. Un estudio sobre el racismo desde la niñez. 

El fondo es negro y en primer plano hay una mesa con dos muñecos de plástico. Un muñeco es blanco, como casi todos los Nenucos, y el otro el negro; lo que se podría llamar un Nenuco atípico, pues sabemos que la industria juguetera, como la mayoría de las empresas, le tiran a consumidores blancos, bien parecidos y de clase media a media alta. Aparece una voz en off que les hace las siguientes preguntas a los niños entrevistados (niños mexicanos, algunos más blancos, otros, como la mayoría de nuestros niños, más morenos): ¿cuál muñeco es bueno? Y todos, sin excepción, señalan al blanco. ¿Por qué es bueno?, vuelve a preguntar la voz. Porque es blanquito y tiene ojos azules, contestan los niños. ¿Cuál es malo? Todos señalan al muñeco negro. ¿Por qué?, pregunta la voz. Porque es café y no me da confianza. No se parece a mí, dicen casi todos. ¿Cuál muñeco es feo? El café, dicen los niños (todos). ¿Y bonito? El blanco, obviamente. ¿Por qué este es más feo que el otro?, añade la voz. No lo sé, contesta la mayoría de los encuestados. 

De esos niños, sólo dos son blancos, es decir, sólo dos se parecen al muñeco que tienen enfrente. Los demás son morenos, como la gran mayoría de los niños en México. 

El niño más blanco, el que se parece al muñeco, responde sin dudar, responde con mucha más naturalidad que los otros. Los demás, los morenos, se apenan un poco cuando contestan que el muñeco negro es malo y feo. Ojo: ninguno de los encuestados dice que el muñeco es negro. Todos dicen, mustios, que es café o más café. 

 En un análisis inexperto a vuelapluma, puedo concluir dos cosas: 

  1. Sigue existiendo un prejuicio brutal con la raza negra, y no sólo con la negra, sino con todo aquello que se salga del estereotipo exitoso que nos venden los medios, es decir, la tele y ahora el internet, que siguen contaminando a las nuevas generaciones con el tema de la superioridad racial, cosa que también se alimenta en casa. Los güeros, los blancos, los de ojos claros, son los personajes que triunfan y figuran en dichos medios que son, desgraciadamente, los principales educadores de los niños.
  2. A pesar de que el racismo es un hecho consumado a todas luces, los niños, estos niños, también traen el chip integrado de la corrección política, pues sienten vergüenza de decirle negro al negro y blanco al blanco.

En mi experiencia personal, recuerdo haber vivido de cerca este fenómeno. Yo, al ser la única niña morena de la familia de mi madre, llegué a sentir cierto rechazo, cosa que mi padre quiso siempre evitar acercándome a personajes exitosos de la así llamada “raza bronce”. Lo cual me conflictuaba aún más porque yo no tenía idea de por qué tendría que ser distinta a mis primas rubias. También recuerdo, con dulce-amarga ternura, que entre todos mis juguetes tenía una colección de negritas. De esas muñecas vestidas con faldas de puntos rojos que se vendían en las esquinas porque era imposible que un muñeco negro entrara al mercado de las grandes tiendas de autoservicio. 

Estamos hablando de la década de los ochenta, cuando un Michael Jackson, figura importantísima para los jóvenes, comenzó a blanquearse hasta quedar como un volován amorfo y desagradable. Lo curioso para mí en ese entonces era darme cuenta cómo un personaje como Jackson, que había triunfado desde la negritud, renunciaba a los rasgos característicos de su raza para convertirse en una persona que no era. 

Creo que la primera vez que vi una muñeca negra fue cuando yo ya era madre y mi hija me pidió una Bratz morocha, es decir, una muñeca no negra, sino cobriza al estilo Beyonce o Rihanna, pero con una particularidad que me parecía ofensiva: esas muñecas estaban caricaturizadas en sus rasgos, eran más bien pequeñas adolescentes ataviadas como mujerzuelas. 

Sería interesante ir de nuevo a una de esas jugueterías y ver si la tan mentada inclusión llegó al fin a sus anaqueles. Usted, señora, ¿le ha regalado a su niña una Barbie negra? O, ¿su niña le ha pedido un Nenuco “más café” que ella? 

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