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jueves, mayo 2, 2024

Dirigente provisional del PRI, envuelta en el escándalo por abusos

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Una historia de cacicazgo, pactos con el morenovallismo y afectaciones a la vivienda de una persona de la tercera edad, a quien no repararon con demoler su propiedad para construir una gasolinería, es parte del turbio pasado de Delfina Pozos Vergara, quien ocupa provisionalmente la dirigencia estatal del PRI.

Es la historia de uno de los cacicazgos que se ha apoderado de una región —la de Libres— y que tiene de manera momentánea el control de un partido que se va quedando como un cascarón vacío con la fuga interminable de liderazgos que se van a otros partidos políticos en búsqueda de oportunidades de candidaturas, dejando en los huesos al tricolor.

Todo empieza con Manuel Pozos Cruz, un viejo priista que inició su camino de gloria al interior del tricolor al asumir la regiduría en el municipio de Libres, posteriormente fue presidente municipal de la misma región, hasta que llegó a la diputación federal como suplente, en abril de 2003, en sustitución de Víctor Díaz Palacios.

En su búsqueda de más poder se encontró con el morenovallismo, grupo político al que no sólo se le entregó, sino que puso a su disposición toda la región. Su control en la región era de tal tamaño que no le importaba operar por un lado para el morenovallismo al ser su abanderado a diputado local por Compromiso por Puebla, y por el otro para el priismo, en especial para su familia, para garantizar su supervivencia. 

En su doble juego se encontraba Delfina Pozos Vergara, una mujer cuya carrera política despegó bajo el cobijo y padrinazgo de Leobardo Soto Martínez, líder vitalicio de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en Puebla, donde lideró la Federación Obrera de Organizaciones Femeniles de Puebla. 

Sin tener experiencia en la política ni en el ejercicio de gobierno, Delfina Pozos vivió una carrera meteórica que la llevó a ser candidata a diputada federal del PRI por el distrito de Zacatlán, aunque no logró hacerse de ella. 

Pese a su frustrado intento, Delfina Pozos logró que su esposo, Francisco Xavier Rodríguez Rivero, llegara a la presidencia municipal de Libres en 2018, manteniendo el control de los Pozos en la región, mientras que su padre, Manuel Pozos, obtuvo como regalo de sus acuerdos con el morenovallismo una notaría en dicha región del estado. 

Sin embargo, tras la muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo y del senador Rafael Moreno Valle, el 24 de diciembre de 2018, los acuerdos alcanzados se fueron al desagüe ya que, en agosto de 2019, el gobernador Miguel Barbosa destapó la serie de notarías entregadas de manera apócrifa por el morenovallismo a políticos sin cumplir con los requisitos de Ley, entre las que se encontraba la de Manuel Pozos, la cual, al cabo de unos meses fue revocada. 

Para Delfina Pozos y su esposo las cosas no fueron a mejor con el tiempo, pues en los comicios de 2021, donde esperaban mantener y agradan su presencia política solo obtuvieron malos resultados. En su intento por reelegirse como alcalde, Francisco Rodríguez Rivero perdió ante la coalición Juntos Haremos Historia y su abanderado Armando Ruiz Solís. 

Delfina Pozos buscó la diputación federal en el distrito de Ciudad Serdán por la coalición PAN-PRI-PRD, pero cayó con Odette Almazán Muñoz y la alianza Morena-PT-PVEM, quedando sin fueros que los mantuvieran en el poder. 


ABUSO PARA CONSTRUIR UNA GASOLINERA 

En junio de 2020, Delfina Pozos se vio envuelta en un escándalo por ser solapada por su esposo para apoderarse de la casa de una mujer de la tercera edad para demolerla y construir una gasolinera en el lugar. 

De acuerdo con información del diario Contra Réplica Puebla, Delfina Pozos insistía a través de su abogado en comprarle una parte de su jardín trasero que colindaba con otra propiedad a Mariaelena Ojeda, una mujer de 85 años de edad. Ella y su familia querían saber cuánto valían los 120 metros cuadrados que le pretendían comprar, pero Delfina dio un ultimátum: o le respondían en 10 minutos o comenzaba su obra por encima de la casa. 

Al no llegar a un acuerdo al vencerse el plazo, la maquinaria que llevó Delfina Pozos empezó a trabajar demoliendo el patrimonio de Mariaelena. 

La dueña de la casa aún discutía con su abogado cuánto podría valer su propiedad, aunque Mariaelena y su familia pretendían que si la oferta era seria, se evaluara el costo real de la propiedad que oscilaría entre los 500 y 600 mil pesos, pero el avance de la maquinaria interrumpió su evaluación. 

Mariaelena interpuso una denuncia por daño a propiedad ajena, sin embargo, dos días después, Delfina Pozos levantó una barda para delimitar la propiedad, adueñándose de una parte del hogar de la señora adulta de la tercera edad, dejando en un estado frágil la construcción por los daños ocasionados por las máquinas. 

Los ministeriales acudieron a entrevistar a los testigos, pero Mariaelena y su familia pidieron que los hechos no quedaran impunes. 

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