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domingo, mayo 5, 2024

Eduardo Rivera con dos sogas alrededor del cuello

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El edil Eduardo Rivera Pérez tuvo una oportunidad jamás vista, repetir en la alcaldía de Puebla.  

No se debe olvidar el pasado reciente; las formas atrabiliarias y denigrantes del morenovallismo hacia Rivera. Un alcalde que prácticamente fue relegado y excluido de la toma de decisiones; sometido y sobajado en incontables ocasiones. 

Pero la historia le dio una segunda oportunidad en circunstancias y condiciones radicalmente opuestas.  

Ahora el gobernador Barbosa Huerta le tiende la mano franca y sincera; puso el despacho principal de Casa Aguayo en la mejor disposición para colaborar en proyectos coordinados; aún en medio de temas polémicos -como los parquímetros y la oscura licitación del alumbrado público-, el mandatario estatal le dio su voto de confianza. 

Barbosa tiene “medido” a Rivera Pérez; si quisiera podría darle el mismo trato que padeció en 2010. Pero ha sido todo lo contrario. 

Pero ante los hechos recientes, queda en claro que los asesores de Eduardo están decididos a dinamitar los puentes con el Ejecutivo estatal; los Arrubarrena, los Montiel Solana buscan diferentes opciones para fracturar una relación privilegiada. 

Y es que la sangre llama. 

No se debe olvidar que los mentores de Lalo son precisamente los coparmesiánicos; esos que en alguna ocasión se alteraron y gritaron; esa es la verdadera camada del alcalde, ahí están sus más profundos afectos y complicidades. 

Los mismos que ahora buscan beneficiarse con el gran negocio de los parquímetros y el alumbrado público. También tenían la mira puesta en un negocio de espacios publicitarios, pero se les cayó el enjuague.   

Sería conveniente que a estas alturas se revise detenidamente el proyecto de los parquímetros que ya pretenden cobrar a partir de la tercera semana del mes de mayo.   

Pese a toda la generosidad que Rivera Pérez ha recibido, insiste en estropear la alfombra que le tendieron. 

La aprobación de la cuenta pública 2021 de Claudia Rivera Vivanco debe verse como la mayor incongruencia del yunquista. Durante meses públicamente denunció anomalías, irregularidades, vacíos administrativos y ahora resulta que su administración da un giro de 180 grados y aprueba el último año de la desastrosa gestión de Claudia Rivera. 

¿Cuáles son los intereses que los unen? ¿Qué llevó a Eduardo Rivera a olvidar todas las acusaciones que hizo y ahora aprueba la gestión de Claudia? 

Volvemos a la pregunta medular: ¿Qué intereses mayúsculos los unen? 

Rivera Pérez se negó a si mismo, dio la espalda a su propia postura y tendió una alianza con la principal detractora del régimen barbosista. 

Hoy es pública la alianza entre Claudia y Eduardo, algo que en nada va a beneficiar al alcalde y solamente se está echando una soga al cuello. 

La segunda soga. 

Pero otra forma de dinamitar su futuro político, una segunda soga es el vacío de autoridad municipal ante la ola delictiva que azota a Puebla.  

La Angelópolis enfrenta el trimestre más violento de su historia; nunca se había visto esta ola criminal; robos, asaltos y cuerpos desmembrados arrojados en puntos vitales de la ciudad. 

Y ante esto la pregunta obligada es: ¿Cuál es la estrategia de Seguridad Pública del alcalde? 

El edil no tiene respuesta y tampoco estrategia. Si por él fuera dejaría que Puebla se convirtiera en Celaya o Zacatecas.  

Rivera Pérez es un político joven, pero piensa como viejo. Mentalmente se quedó en 2010. No entiende la dinámica del crimen organizado; no asimila los riesgos que conlleva la operación de esos grupos; no sabe que una ola delictiva puede acabar con cualquier grupo político, porque la repulsa social será enorme.  

Simplemente no ata, ni desata frente a la amenaza que se cierne sobre Puebla. 

Si no fuera por el Ejecutivo estatal, la delincuencia organizada ya estaría cobrando “derecho de piso” a todos los restaurantes de la Avenida Juárez y tendrían una lista de 200 establecimientos más; algo que ni remotamente sucede. 

Pero frente al crimen es obvio que Rivera nada propone. Simplemente se cruza de brazos y le deja todo el peso, toda la carga al gobierno del estado. 

Gobernador Barbosa, dice un refrán del viejo México machista: “A las mujeres ni todo el amor, ni todo el dinero”. Es claro que esa mentalidad misógina ya está desapareciendo. 

Pero bien podría aplicarse a la política: “A los alcaldes, ni todo el amor, ni todo el dinero”. 

Ya vimos que hay muchos como Eduardo Rivera Pérez que no tienen el mínimo sentido de gratitud y lealtad.  

Todo indica que en el fondo le gustaba más el fuete hostil del morenovallismo. 

Como siempre quedo a sus órdenes. 

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