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sábado, mayo 4, 2024

Fichitas que no dan una

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Ya se vio que los Jenkins de Landa están muy desesperados que se hicieron de los servicios de un par de sujetos que no dan una: ni en la construcción de una narrativa sólida ni en la granjas de bots que usan a diestra y siniestra. El primer personaje es Héctor Rodrigo Ortiz, un desconocido lector de noticias cuyo principal mérito ha sido cargarle la maleta de Miryam Arabian Couttolenc. Eran tiempo en que Rodri se sentía político. Como no pudo -sino de su carrera- probó en los medios de comunicación al incursionar a Televisa Puebla, a la que llegó sin tener experiencia ni tablas periodísticas. Al paso del tiempo, Rodri se movió para allegarse de un espacio en Imagen Puebla, en donde conduce un noticiario incoloro, insípido y que no requiere de mucho cacumen para seguir. Pese a sus credenciales, Rodri se granjeó la amistad de los gerentes de las cámaras empresariales, a quienes no duda en apapacharlos. Hoy, a parte de leer noticias también defiende a los Jenkins en las redes. El segundo sujeto es Enrique Rodríguez Martínez. Una columna publicada por el periodista Álvaro Ramírez Velazco, el 14 de julio de 2021, lo retrató de cuerpo entero. Escribió: “Su destitución en 2015, como director del Canal Judicial, por acusaciones de acoso laboral y sexual, y el presunto encubrimiento de integrantes de su equipo, quienes fueron acusados incluso de consumir cocaína y bebidas alcohólicas en las instalaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fueron episodios que empañaron la carrera del ex reportero de Televisa, Enrique Rodríguez Martínez, hoy convertido en el vocero de los ex patronos de la Fundación Mary Street Jenkins”. El sujeto fue absuelto de todo lo que se le señalaba, pero no dejó a nadie contento y hasta La Jornada publicó una información respecto a la sospechosa exoneración. Ellos son la avanzada encargada de limpiarle la cara de los patronos que están en calidad de prófugos de la justicia.

 

Las cuentas del Gerente Lalito

Pues resulta que no, que la justificación para solicitar deuda no es real, que las finanzas municipales no son tan catastróficas como asegura y, lo peor, mientras denunciaba el saqueo al erario, recibía partidas extraordinarias para salir adelante. Eduardo Rivera Pérez solo necesitó una sesión de Cabildo para quedar en ridículo y como mentiroso. Lalito clavo un clavito no contaba que sus dichos se caerían de tal forma y que los Estados Financieros de diciembre de 2021 lo dejaría mal parado. Sin embargo, el ridículo que acompaña al alcalde de Puebla también es producto de la torpeza e ineficacia de sus colaboradores, comenzando por el vendedor de cables y coordinador de regidores, Carlos Montiel Solana, que es el encargado de cruzar, analizar, consensar y hasta limpiar todo aquello que ponga en aprietos al munícipe y su gestión. Ya se ve que lo suyo es andar de grillo con el caso de la Udlap y el golpeteo de la Coparmex contra el gobernador Miguel Barbosa Huerta, en lugar de ponerse a trabajar para lo que le pagan. Otra responsable es la tesorera municipal María Isabel García Ramos, quien debió prever que su jefe no fuera objeto de ese desgaste innecesario. Con este trío los ciudadanos tenemos que lidiar. Que la carabina de Ambrosio los redima.

 

 

¿Cómo estará el asunto que los regidores de Morena

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