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lunes, abril 29, 2024

AMLO y su visita a Puebla

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¿Quién quiere quedarse todo el tiempo en un lugar que no le gusta? En la respuesta está justo el mensaje que el presidente Andrés Manuel López Obrador envía al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, al círculo rojo y a los poblanos. El mandatario federal tendrá una fuerte agenda en la entidad que comienza con La Mañanera, que tendrá lugar en la XXV Zona Militar, seguida por un desayuno en ese mismo lugar. Posteriormente se trasladará al Mausoleo de Ignacio Zaragoza, donde encabezará la ceremonia para los conscriptos del Servicio Militar Nacional y, después, presidirá la parada cívico-militar en conmemoración del 160 aniversario de la Batalla del 5 de Mayo. Esa agenda no la ha tenido ningún presidente en la historia reciente, salvo Felipe Calderón Hinojosa que veía en Rafael Moreno Valle Rosas a un aliado que terminó por traicionarlo no sin antes sacarle cuantos recursos pudo. La gran diferencia entre Calderón y López Obrador es que la visita de este día está enmarcada en una coyuntura particular: la revisión pormenorizada del presidente de la República de los todos estados gobernados por Morena rumbo a 2024. AMLO viene a confirmar los estrechos lazos que mantiene con Miguel Barbosa y dejar en claro que es su aliado incondicional a pesar de todas las insidias sembradas en los últimos años. Del lado de mandatario estatal, la visita del comandante de la Fuerzas Armadas de México es el espaldarazo natural después de meses de remar a contracorriente para que no hubiera dudas de su lealtad al inquilino de Palacio Nacional. A su estilo, Miguel Barbosa puede emitir una crítica y señalar alguna injusticia o mala decisión de los integrantes del gabinete federal, pero nunca pondrá en duda con sus acciones ni declaraciones su lealtad, respaldo y reconocimiento como su jefe político a López Obrador. En Puebla soplan vientos agradables desde las entrañas del poder. Dos políticos y amigos con oficio se encuentran nuevamente. 

 

Decisiones sin sentido 

A estas alturas del gobierno de Eduardo Rivera Pérez no queda duda que es igual o peor que la administración encabezada por la morenista Claudia Rivera Vivanco. Las decisiones impulsada parecen más sacadas de una chistera que producto de una planeación estratégica para darle rumbo a la capital poblana. En ese sentido, el gerente del gerente del Yunque, Adán Domínguez, es la mejor evidencia del fracaso contumaz. En el organigrama, el sujeto que gana más que los regidores y secretarios de todo el Ayuntamiento de Puebla es el segundo a bordo de la Comuna y es el principal decantador de proyectos, conflictos y planeaciones de la Comuna. No obstante, en los seis meses que el PAN lleva en el gobierno municipal solo hemos visto una serie de traspiés que han generado la percepción de que el cargo les quedó muy grande. No hay combate a la corrupción, por el contrario, todo está puesto para la complicidad, así como para el perdón y el olvido. No hay combate a la inseguridad, lo que existe en la incapacidad para sumarse a la estrategia gubernamental. No hay transparencia en la toma de decisiones y ejercicio del gasto, lo que existe es opacidad, sospechas de corrupción y un ansia casi enfermiza por convertir todo contrato, concesión y licitación en un negocio para los Santos Varones del Yunque y sus amigos. En el áreas política, Eduardo Rivera actúa como una autoridad sumamente timorata: no ver, no oír, no decir nada para no pelearse con nadie. Al final tenemos un gobierno que es muy fácil doblegar por su falta de carácter y oficio. Con este coctel solo faltan los conflictos sociales y esos no tarde en aparecer por toda la ciudad. Podrán controlar a las familias custodias del PAN, pero no a la ciudadanía de verdad. El caso de los franeleros, que serán corridos del Centro Histórico, es una de esas tantas bombas.  

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