Han proliferado los análisis de las determinaciones del Consejo Nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para la selección de la persona que encabezará la candidatura presidencial. Lo que se decía desde antes, es que necesariamente tendría que haber “premios de consolación” para quienes no lograrán el premio mayor; lo que no esperaban es que se determinarán posiciones de carácter de nombramiento y libre remoción, es decir, que pueden ser removidos a conveniencia, y no de cargos de representación popular, como las ansiadas gubernaturas –con énfasis en la Ciudad de México–.
Es decir, la diferencia entre ser miembro de gabinete o representar a Morena en la Cámara de diputados o de senadores, con ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México, reside sustancialmente en que te pueden despedir en cualquier momento, o en su caso, operar con otros diputados y senadores para retirarle la confianza y quedar como un diputado o senador más durante la legislatura.
Esta dinámica no es caprichosa sino una necesidad de gobernabilidad. Imagínense que desde el Congreso de la Unión se buscara obstaculizar al poder ejecutivo, y que para colmo, que en la Ciudad de México se emprendiera una estrategia para desestabilizar el centro del poder político del país. Una coyuntura perfecta para un golpe blando o un lawfare, al estilo del Perú o Brasil.
Lo anterior, además, sería ofensivo para los capitalinos. Su opinión quedaría cancelada y lo que se privilegiaría entonces es que un lejano cuarto o quinto lugar fuera premiado con una primera posición en la Ciudad de México, centro económico y político que por ninguna razón puede ser reducido a un “premio de consolación”.
Escenario semejante vivimos en Puebla. La capital no puede cederse al Partido del Trabajo (PT) o al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), ni a ninguna otra fuerza que quiera imponer su tres por ciento de representatividad, al más de 40 de Morena. Ni mucho menos reducirse a un premio de consolación para quien quede en tercer o cuarto lugar en la disputa por la gubernatura. Puebla capital no puede quedar sujeta a las decisiones de una mesa de Póker, hay más de un millón 600 mil razones para no cometer tan terrible equivocación.
Esta lectura ha proliferado con la visión errática de querer trasplantar la determinación del Consejo Nacional con lo que determinará el Consejo Estatal de Morena, sin embargo, la diferencia radica, sustancialmente, en que las posiciones para generar acuerdo y consenso son de libre remoción y no cargos de elección popular.
En ese sentido, podríamos pensar, en términos realistas, que el segundo lugar pueda ocupar un espacio de representación proporcional en el senado; el tercer lugar podría obtener una diputación local y ser presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jugocopo) del Congreso del estado; mientras que el cuarto, quinto y sexto lugar logren un espacio en el gabinete, o alguna candidatura en un distrito federal y local, pues siendo honestos, no alcanzan a aspirar a algo más.
LA CICUTA
Ángel Custodio se muda. Aparecerá los martes en el diario 24 horas, liderado por “el joven Zeús Munive”. La Cicuta será un espacio ponzoñoso, pero no vulgar, para la reflexión y el remate de lo que no se puede concluir abiertamente en un análisis político, es decir, quedará sujeto a la comprobación con el tiempo, pues de futurista, o peor aún, de vidente, no tengo nada.
