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viernes, mayo 3, 2024

Todos somos el niño coreano, ángeles terribles

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¿Por qué hacemos lo que hacemos cuando somos niños?, ¿es en realidad la niñez la etapa más feliz de la vida? 

La semana pasada anduvo circulando en todas las redes sociales el video de un niño coreano de cuatro años cuyos padres, preocupados por las constantes rabietas y agresividad de Geum Ji Eun, lo hacen partícipe de un reality show. El video es conmovedor hasta las lágrimas, el pequeño de anteojos y suéter café, se frota las manos mientras responde a las preguntas donde revela la tristeza y soledad que siente por falta de atención y cariño de sus progenitores. 

Esa situación me recordó el libro de Gabriela Rábago Palafox (1950-1995) Todo ángel es terrible, (UNAM, 2022) una historia sobre la infancia narrada por Octavio ya de adulto “la niñez puede ser especialmente penosa, ¿no es verdad? Siéntate junto a mí y te lo digo todo de una vez”.  

Lo primero es el recuerdo de su madre, una mamá siempre embarazada y por lo mismo, siempre en cama al borde de la muerte, luego Toña, la sirvienta tabasqueña haciéndose cargo de todo, el papá ausente por trabajo y porque sí, y unos abuelos siempre al rescate. Octavio suponemos de inmediato que es el ángel terrible, ¿lo es? y lo es si nos enfocamos en la preocupación de la mamá por la mirada penetrante de su hijo, sus gustos extravagantes y su manera de hablar. Lo es cuando confiesa sus pensamientos macabros y su fascinación por la sangre.  

Ahora bien, regresemos al niño coreano e imaginemos a Octavio, ¿qué tienen en común? Así es querido hipócrita lector, ambos niños están solos, angustiados, enojados consigo mismos y con el mundo. Agréguenle que Octavio sufre de bullying y que su abuelo, su todo, le retira la palabra por un hecho absurdo. Repito entonces la pregunta ¿es o no Octavio un ángel terrible? Lo que a simple vista veo es a niños en el mundo de los niños y a los adultos en el mundo de los adultos. Viviendo en paralelo e ignorando los gritos de auxilio. 

Haciéndonos —los adultos— de la vista gorda.  

Todo ángel es terrible, como la historia del niño coreano me deja claro que amamos a los padres a pesar de todo, a los hermanos por los juegos, a las personas de servicio por la complicidad y a los abuelos porque su amor, es casi divino.  Visto de ese modo, todos fuimos terribles, hasta el niño mejor portado fue terrible… terriblemente aburrido, aquí me anoto en la lista y me disculpo conmigo misma. 

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