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sábado, mayo 4, 2024

Lágrimas, Risas y Amor (Las Cuitas del Diputado)

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Una semana antes de la elección de Morena en Puebla, el diputado Ignacio Mier se ufanó en Facebook del rotundo triunfo que tendría.

Textualmente escribió:

“¿Qué grupo político logrará el mayor número de consejeros de Morena en el estado de Puebla?

“ Miguel Barbosa

“️ Ignacio Mier Velazco

“ Claudia Rivera Vivanco”.

Los integrantes de la Banda de los Nachitos se pusieron a votar desmesuradamente para mostrar su músculo, ése que exhibirán a través de los acarreados el próximo sábado, cuando el diputado rinda un informe lleno de fracasos: la negativa legislativa a la Reforma Eléctrica —como fruto de la ausencia de acuerdos— y otras lindezas.

Tres días antes de la elección de consejeros, Nacho Mier borró misteriosamente su publicación.

¿A qué le apostó y de qué se enteró?

Seguramente alguien le dijo que la Operación Ratón Loco, impulsada con dinero público por Rodrigo Abdala de Bartlett, había sido frenada desde algún lugar de la Ciudad de México ante la exhibición brutal que el periódico Hipócrita Lector hizo a través de videos, textos de WhatsApp y otros canales.

El resultado de la elección dejó sin aliento al diputado Mier.

De 150 posiciones, su gente alcanzó poco más de veinte consejeros, que sumados a los de Claudia Rivera llegaron a los 34.

Hoy —quedó demostrado este sábado—, su bloque anda ya —con trabajos— en los 26 consejeros.

De pena ajena.

Gracias a un acucioso seguidor de Facebook comparto con los hipócritas lectores la célebre copia del mensaje triunfalista.

No es la primera vez que dice mentiras.

Lo hizo cuando como candidato a diputado federal por Ciudad Serdán, en el sexenio de Bartlett, ofreció a los integrantes del Frente Juvenil Revolucionario del PRI de ese distrito el ingreso directo a la BUAP a cambio de apoyarlo en campaña.

Una vez que ganó, faltaba menos, olvidó la promesa.

Nacho viene acumulando derrota tras derrota.

Y eso duele.

Perdió a los aliados que ganó en su momento en la elección de junio de 2021.

Y es que de los siete diputados locales que llegó a tener, hoy sólo le quedan dos: su hija —Daniela Mier— y un tal Iván Herrera, exadicto a Claudia Rivera.

Eso, hay que decirlo, se lo debe a su hija, una vez que su falta de operación política ha sido tan errática que la derrota se ha convertido en su signo.

Tras el fracaso de las elecciones de consejeros, la diputada Mier fue nombrada por su padre la coordinadora de los 34 apaleados.

Antes de la asamblea, por cierto, el grupo perdió ocho elementos.

Así llegaron a la elección del Consejo Político y el Comité Estatal.

La diputada montó una estrategia perdedora desde el inicio y fue víctima de enojos gratuitos.

Se enojó, por ejemplo, cuando su aliado César Addi —hijo político de Abdala— saludó a los enemigos.

Se volvió a enojar cuando caminó hasta la mesa coordinadora de la votación y de regreso se quedó con un saludo congelado, mismo que no fue respondido por nadie.

“Pelados”, musitó.

Una votación tras otra le mostró el tamaño de su grupúsculo.

Y entonces estalló con un grito muy en el estilo Mier:

“¡Ésta es una farsa! ¡Nos vamos!”.

Demasiado tarde.

El grupo de parias ya había legitimado todas las votaciones.

Con esas armas llegará el diputado Mier a su informe legislativo.

Las dudas matan:

¿Admitirá sus derrotas públicamente?

¿Presentará a su equipo plagado de vividores y paletos?

¿Defenderá por fin a su socio Arturo Rueda, a quien abandonó en prisión?

Diría su vocero:

Son preguntas.

Conste.

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