Hace ya varios lustros en unas jornadas laborales en las que coincidimos varias dependencias del orden estatal conocí a José Camacho. Nos identificamos en los propósitos comunes de servicio a la comunidad. Su parsimonia al hablar y su vasto conocimiento en la medicina le identificaban inmediatamente.
Después supe de su militancia política en la izquierda mexicana y en particular de la de Huauchinango. Nos solíamos encontrar cada determinado tiempo. Ya con el arribo de la tecnología compartimos desde hace mucho tiempo varios aspectos que poco a poco rebasaron el ámbito estrictamente de trabajo. Solemos hacer intercambio de noticias, de quehaceres sociales, etc. Antes de llegar a ello, un día me enteré que con la bandera de reivindicar derechos laborales y beneficios de los derechohabientes en lo que fue su centro de trabajo, por los lares del rumbo del centro de readaptación social de Huauchinango, pero sobre todo de reclamar que se hicieran llegar los beneficios que proporciona la medicina social en el aspecto de especialidades, decidió realizar en pleno zócalo una HUELGA DE HAMBRE. Hasta su improvisada casa de campaña lo visitábamos.
Salió avanteafortunadamente y sin daños a su salud.
Me entero, a través de las redes sociales, que por sus 52 años de trayectoria en la izquierda fue merecedor, junto con muchos militantes con esas características, en Ecatepec, Estado de México, por una organización llamada: DESDE LA IZQUIERDA. Parte de todo lo que se dijo en ese emotivo homenaje es necesario transcribirlo:
“Los que fuimos homenajeados el 24 de febrero en Ecatepec, Edomex, por la organización Desde la Izquierda, que presiden, entre otros, Gerardo Fernández Noroña, Bertha Luján, Alejandro Encinas, Salvador Ruiz Sánchez y Raúl Morón Orozco, representamos a los que, desde los movimientos sociales de los años cincuenta hasta el 2018, enfrentamos a los gobiernos que hicieron de sus gobiernos el símbolo expreso de la corrupción, el entreguismo, la represión, los asesinatos, las desapariciones forzadas y la entrega a los privados nacionales y extranjeros la mayor parte de nuestras riquezas naturales. Contra estos gobiernos y contra estas políticas nos levantamos decenas de miles de luchadores sociales Comunistas, socialistas, demócratas, progresistas y guerrilleros, hicimos de la lucha contra el prianismo, entreguista y neoliberal, el nuevo símbolo que llevaba en sus entrañas las banderas de la justicia, la democracia y la libertad.
A todos estos hombres y mujeres, de todos los signos partidistas, nos convocaron para un reconocimiento a los que modestamente aportamos al reconocimiento de la gloria y el orgullo que hoy arropa a México, a su pueblo y a su gobierno.
Estuvimos en este homenaje muchos de los que en nuestro andar estaban registrados las acciones, ideales y los hechos de lo que aportamos al México nuestro. En nuestro rostro se mostraban muchas arrugas y en no pocos de los presentes nos ganaron la emoción y las lágrimas. Pero al parejo de estos momentos de vida y de emoción, apareció en los viejos rebeldes, la firmeza de los que como Julius Fucik en Reportaje al pie de la horca quiso que quedara registrado en el mundo:
Como Yo, -dijo- muchos luchamos por la felicidad de nuestros pueblos y, como un hombre de ideales y convicciones, estoy dispuesto a morir por la felicidad de mi pueblo.
¡Viva México, Vivan la libertad y la democracia! ¡Mueran los fachos del Frente Guango de Derecha!”
Hasta aquí la cita.
Hace unos días, su hijo del mismo nombre hizo mención de un padecimiento del que afortunadamente se repuso y creo que tendremos PEPE para muchos años.
Antes de esto, llevó a cabo un proceso de transparentar y democratizar la vida pública de Tlapehuala, una junta auxiliar de Xicotepec. Y no solo eso, regresó sus conocimientos a los lugareños y se sumó a los procesos productivos que los habitantes realizan cotidianamente procurando la mejora de sus viviendas, de sus animales de corral, su producción, etc.
¡¡¡Enhorabuena!!!
