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viernes, mayo 3, 2024

El tema es la selección de México y lo que a mi parecer se tiene preparado.

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A partir de la eliminación del último mundial, con un ciclo bochornoso, pero con un negocio hecho por parte de los que mandan, el miedo, aunado al compromiso y la oportunidad de hacer o participar en mayor parte en el próximo mundial, no la podrían desaprovechar, los mismos que algo pudieron hacer en Qatar regresan a escena para con mentes maquiavélicas a darle vuelta al asunto. 

Hablaron en su momento, de que en 60 días se tendrían noticias, una vez efectuados los diagnósticos correspondientes y su posible solución. 

Lo que sale a la luz pública, no es ni 20 por ciento de lo que en otros escritorios se planea. Con toda la frialdad posible, se manda a declarar y a tomar decisiones a personajes importantes en el medio, que al final serán sacrificados, porque el plan final saldrá cuando tenga que salir. Si muchos puestos importantes tienen que ser removidos, no importa, para los que o el que decide, el fondo justifica las formas. 

Ante una afición aburrida y desesperada, en el país y la más importante, en Estados Unidos, los torneos que se jugaron con el señor Coca como técnico y ahora en la Copa de Oro con el señor Lozano como técnico, es el escenario perfecto para que todo se dé a como se planeó: el fracaso. Pero entonces, una vez que los torneos importantes, ya que no habrá eliminatoria pasen, saldrán con un plan supremo y que al aficionado y patrocinadores enamorara. 

Para todo esto, no podría ser de otra manera, seguirán rodando cabezas como pinos en una pista de boliche y hacer chuza. Cuando esta jugada sucede en el boliche, se rellena el cuadro de anotaciones en su totalidad. De la misma forma, al tomar la última decisión, se rellenará el cuadro y podrá exhibir a los interesados: tema resuelto. 

En qué cabeza cabe, deportivamente, que para enfrentar a Estados Unidos en semifinales, convoques a 35 elementos y que para cuando llegue el juego importante, des de baja a 12, que ya participaron en juegos sin importancia, como aquel México contra Guatemala en Mazatlán, como regalo a la afición de ese lugar. ¿Como para qué? Después, obvio, participas en el torneo con cuatro entrenamientos y un entrenador que estaba saboreando su éxito en los Tigres y con un futuro enorme. Eso no les importó, le dan el mando de la decisión a grupos o grupo encontrados a lo suyo y los ponen en evidencia, al grupo que mandaba y al entrenador. Ya sabían del fracaso que se venía para la Copa de Oro, después de un discurso que me recordó, ante la tragedia, como siempre se dice “llegaremos a las últimas consecuencias”. Mandan a un entrenador, con toda la ilusión de hacer un gran trabajo ya que conocía y había tenido éxito con 12 de los 24 del grupo, no sin antes exigirle la copa y las formas del supuesto triunfo. 

Más allá de que los oponentes en los tres primeros juegos no ofrecieron demasiada resistencia, en el último partido se pierde, se clasifica a la siguiente fase, pero no cumpliendo con las formas y en ese punto, para su plan, todo salió a la perfección, podrás ganar, si vences en las tres fases que quedan, pero las formas de Qatar, que lo traducirán como falto de experiencia, será factor determinante para fulminar al señor Lozano. Podrá ser campeón, pero lleva un pecado que no se lo perdonarán. De no ser campeón ni hablamos, mucho más fácil será tomar un es escenografía acorde al momento, micrófono en mano y decirle a la afición y compradores del producto, que no se detendrán en hacer al futbol mexicano grande y ocupar el lugar que merece. Ninguna palabra sobra cuando tienes que vender tu producto. 

En ese momento nuevas cabezas al suelo, nuevos integrantes ya listos desde el principio, pero no puestos para salvarlos de algún fracaso, saldrán como paladines del cómo se deben de hacer las cosas. Sin tener compromisos importantes y muchos partidos jala-dólares, la razón la irán abonando en tres años y el globo mundialista empezará a contener más y más aire. 

El señor Rodríguez, hombre número uno en todo esto, triunfador en donde se le encarga encomiendas grandes, no dejará pasar la oportunidad de que en su mandato, México consiguió los mejores números en un mundial, pasando a la historia, que como cualquier historia con final feliz, dejó a  muchos en desgracia, pero el fin justificó los medios y nadie le recordará estos episodios, que como novela mexicana, fueron de relleno, pero necesarios para los patrocinadores: más capítulos, más comerciales, más venta. 

Deseo equivocarme, pero el señor Ambriz como técnico y el señor Aguirre como jefe de selecciones: ya los veo de verde. 

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