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lunes, abril 29, 2024

El verdadero riesgo de la elección

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A pesar de que los bloques de competición para la elección de 2024 todavía no han quedado conformados, a todos los recorre un riesgo común que condenaría sus aspiraciones: la división interna. Veamos. En el caso de Morena-PT-Verde, las piezas que tienen para pelear la gubernatura son Alejandro Armenta Mier, Moisés Ignacio Mier Velazco, Julio Huerta Gómez, Olivia Salomón. La oposición, por su parte, tiene como cabeza principal a Eduardo Rivera Pérez, pero las diferentes fuerzas ya andan en tratos para conformar una gran coalición, la cual estaría integrada por el PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y PSI. Hasta el momento, no se sabe qué papel jugará Fuerza por México, pero por sus antecedentes puede inclinarse a favor de Morena. Este partido, de acuerdo con los sondeos hasta la fecha, tiene una amplia ventaja frente a la oposición que, incluso coaligada, no alcanza a ganarle. Pero la situación cambia al momento de ponerle nombre y apellido a los candidatos. Las mediciones serias muestran, con ligeras variaciones, que hay una tendencia a favor de los aspirantes morenistas o están en el rango de competitividad, según las diferentes variables y fórmulas de competición. Es ahí en dónde aparece el gran riesgo: ¿La ventaja de  Morena-PT-Verde es capaz de resistir una división interna? La respuesta es no. El partido en el poder requiere de la confluencia de todos sus grupos para ganar sin problemas, pero un choque de trenes, una desbandada, un mal acuerdo, una imposición dejaría a todos inconformes y con el riesgo de que el candidato oficial quede descobijado o se enfrente a una rebelión de brazos caídos. Morena, a diferencia de la oposición, tiene la gran ventaja de que todo es supervisado por el epicentro del poder en México. En la estrategia no está considerada ninguna derrota en el estado que ofrece el quinto padrón más importante del país. No hay efectos mágicos. Si el candidato a gobernador pierde, obviamente perderá el candidato presidencial y viceversa. De ahí la necesidad de que caminen todos juntos. En el caso de la oposición hay panorama similar. Eduardo Rivera Pérez es la cabeza y para no dejar ninguna duda, aprovechó la visita de este fin de semana del presidente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, a Metepec, Atlixco, para reafirmar su interés por la candidatura, aunque pidió a sus compañeros de partido margen de maniobra y entendimiento porque cuenta con un equipo propio con el que ha trabajado por años y es necesario impulsarlo. El líder nacional le respondió que, ante todo, deberá privilegiarse la inclusión, lo que significa que todas las expresiones tendrán espacios. ¿Puede el PAN ganar sin el apoyo de todos sus cuadros? No, así como tampoco lo podría si es que hay un rompimiento de la coalición. La incorporación de MC sería una bocanada de aire fresco, lo mismo que del PSI. Pero, insistimos, ninguna corriente de ningún partido puede estar por encima o quedarse con todas las canicas. Tampoco pueden darse el lujo de abrir espacios como una graciosa concesión. La oposición sabe lo que es tener el poder y perder todo en unos segundos. Nadie está dispuesto a repetir viejos lastres. Incluso, hasta los morenovallistas están migrando a Morena para acomodarse con los aspirantes más adelantados.

 

NANCY, LA CIUDADANA PRIISTA

La sabiduría popular está labrada en el fuego y el tiempo. Por eso es casi imposible que falle cuando expresa máximas que nos definen como seres humanos. “Más rápido cae un hablador que un cojo”, “del plato a la boca se cae la sopa”, “no ha cazado a la presa y ya se está haciendo un collar”, bien pueden aplicarse a Nancy de la Sierra Arámburo, quien después de décadas de militar en el PRI, se montó en la ola del lopezobradorismo y llegó a la Cámara alta en 2018 siglada por el Partido del Trabajo. No obstante, el gusto le dilató solo tres años porque junto con un grupo de senadores se declaró sin partido e integró al Grupo Plural Independiente. Ahora parece que su capricho de venderse como ciudadana independente ya se la pasó y quiere regresar a sus orígenes priistas. Al menos eso es lo que se interpreta ante su aparición en los festejos por el aniversario 94 de la fundación del PRI, el cual se realizó el pasado sábado. Y eso no es lo peor. La senadora reveló que acudió por invitación de Alejandro Moreno Cárdenas, alias Alito, el saliente presidente nacional de tricolor y que goza de la imagen típica del priista: con sospechas de corrupción, tramposo e intenciones de hacer negocios con la elección en puerta.

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