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lunes, abril 29, 2024

Los Dos Alegres Compadres y la Sombra Vengadora

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¿Qué quiso decir Marko Cortés con las palabras reproducidas en mi columna anterior y relacionadas con sus candidatos del PAN y el Mínimo y Dulce Alito de Asís?

Sencillo:

El PRI no existe en Puebla y todo el juego de la alianza —las candidaturas importantes— será para Acción Nacional.

El problema del dirigente nacional del PAN es que las cosas no son tan fáciles como las ve.

Cree, por ejemplo, que Eduardo Rivera Pérez va montado en Siete Leguas, el caballo blanco de Pancho Villa que al parecer era una yegua alazana.

(Se llamaba Siete Leguas porque era capaz de recorrer 42 kilómetros diarios).

Lo real es que el alcalde de Puebla va arriba de un poni de un metro y medio de altura.

Y eso no le da para aspirar a la gubernatura.

Sus íntimos dicen que lo que el Empleado del Mes de El Yunque quiere es más bien reelegirse, una vez que nada hay tan noble como el ayuntamiento de Puebla.

Ahí hay todo lo que busca un ser pequeño: dinero, negocios y chapuzas.

Y con eso se conforma hoy por hoy.

No se le ve buscando la gubernatura y enfrentando la furia de la 4T.

Si de un simple manotazo se asusta, imagínelo el hipócrita lector en circunstancias mayores.

Otra cosa con la que no contará Marko Cortés en este golpe de mano será con el apoyo de un aliado humillado y ofendido: el PRI.

El menosprecio que tiene por Alito y su partido es elocuente.

Y ya se ve por qué prefiere negociar con el ex gobernador de Campeche: por su condición de paria de la política nacional.

Acordar con un personaje destruido —como lo es en este momento— es más fácil que hacerlo con uno que tenga fortalezas.

Ya lo dijo Cortés: Alito sólo busca algo en la vida para escapar de la cárcel: una senaduría.

Negociar Puebla, entre otras plazas, implicaría que, si no lo han metido a la cárcel para entonces, estuviera en los primeros lugares de la lista nacional.

Cortés le abriría, sin dudarlo, las puertas a esa posibilidad.

Pero ambos olvidan que los priistas poblanos tienen su propia lógica.

Marginarlos de las candidaturas importantes provocaría algo que ni Cortés ni Alito tienen en el radar:

Que el priismo haga una alianza formal o informal con Morena.

Ese sería el fin de los dos alegres compadres, entre otras cosas, y representaría un duro golpe a la maltrecha alianza conformada por el PAN, el PRI y el PRD.

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