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viernes, mayo 3, 2024

Morena, aspirantes y 2024

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El aniversario 11 de la fundación de Morena fue el escenario perfecto para que los cuatro aspirantes Olivia Salomón, Sergio Céspedes Peregrina, Melitón Lozano Pérez y José Antonio Martínez García tuvieran su primera presentación pública, todos reunidos, frente a la militancia que decidirá, en una primera instancia, a los abanderados que lucharán contra el resto de los partidos políticos en la entidad.

La convocatoria tuvo lugar en el municipio de Tehuacán, tierra del mandatario estatal Miguel Barbosa Huerta y centro de operaciones de su mano derecha Julio Huerta Gómez. Si eso no es suficiente mensaje, entonces, habría que ser más explícito: El epicentro del poder de la 4T poblana irá a la guerra en 2024 exclusivamente con esos cuatro funcionarios, no más, no menos.

Entre los cuatro aspirantes hay dos puestos clave: las candidaturas a la gubernatura y a la alcaldía de Puebla. También estará definido el primer lugar de las diferentes listas de plurinominales.

A estas alturas de la sucesión en Casa Aguayo hay quienes incluyen al senador Alejandro Armenta Mier y al diputado federal Ignacio Mier Velazco. Es natural, nadie puede cerrar las puertas a los aspirantes, pero eso no significa que tengan posibilidades de ser ungidos como abanderados.

Armenta, por ejemplo, está enfrascado en una pugna nacional y lo que en un principio fue un logro para su carrera -la presidencia de la Mesa Directiva del Senado- terminó por convertirse en un galimatías que desdoró sus aspiraciones.

Su condición de peón en esta guerra nacional llevó al poblano a ubicarse fuera de la toma de decisiones y todos esperan muy pronto una traición a su líder político Ricardo Monreal Ávila, en un afán por sobrevivir en la carrera a Casa Puebla. El senador sabe que es un político al que ligan con el zacatecano -hoy en plena desgracia política- y esa es una pesada lápida que busca quitarse.

El presidente de la Mesa Directiva del Senado, por otra parte, ha minimizado las denuncias reiteradas de sus presuntos vínculos con abogados ligados al crimen organizado, a pesar de que existen voluminosas carpetas de investigación que desglosan cada uno de los pasos y movimientos de dichos sujetos. La bomba con precisión de relojería fina está activada.

En el caso de Ignacio Mier solo se puede decir una cosa: Su abultado expediente de presuntos delitos lo han puesto a un pie de la cárcel. Una cosa es que quiera ser candidato y otra que pueda.

Todo esto nos lleva a los cuatro aspirantes del barbosismo. Algunos aseguran que la caballada está flaca, que su nivel de competitividad es muy bajo y no hay posibilidades de trascender. Estos comentarios provienen, en su mayoría, por plumas pagadas por Mier, Armenta, el panismo o la Banda de los Conejos y están plagados de imprecisiones.

¿Qué no dicen? Que los aspirantes tienen un año para posicionarse, pero su fortaleza más importante la tienen desde antes de que inicie la campaña.

Me explico: Sin un afán de menospreciar la valía de cada uno de los aspirantes, el activo más importante de Morena se llama Miguel Barbosa Huerta. Y el gobernador es el único que puede quitar o poner fichas, es el dueño del tablero y lo acomodará tantas veces sea necesario.

La estructura político-electoral más robusta, efectiva y eficaz en Puebla pertenece también al mandatario, y ha sido integrada de tal forma que rompe desde sus entrañas a los partidos políticos de la entidad. Los mejores ejemplos de su capacidad se encuentran la Consulta para la Revocación de Mandato y la elección de consejeros de Morena. En ambas, el barbosismo demostró el poder que tiene.

Una estructura es un activo fundamental para cualquier partido, pero es muy cara y requiere de aceitarla continuamente. Tal vez el PAN sería el único partido que puede tener una propia, pero es incapaz de ganar por sí sola frente al gigante de Morena. Es más, el panismo se fortalece en sus victorias por el voto switcher, no por el voto de su militancia.

Por su parte, el barbosismo tiene en sus cuatro aspirantes a verdaderos peligros para la oposición. Un caso emblemático: Olivia Salomón. La secretaria de Economía aglutina, por su perfil, a un votante que tradicionalmente es seducido por el PAN, ubicado en la clase media y media alta. Su condición de mujer, empresaria y caso de éxito en vida le permite una plena identificación con un sector que será fundamental en 2024: las mujeres.

He escuchado que varios le critican su inexperiencia política y que es muy fifí para que se identifique con el voto morenista. En el primer caso, es indudable que carece de esa experiencia, pero eso es justo su principal activo: Está muy lejos de ser la tradicional política, de ahí que cuenta con frescura, es una cara nueva y aglutina un voto al que Morena nunca podría acceder.

Y en cuanto a lo fifí, pues todo se reduce a una cuestión de percepciones. Solo basta con observar detenidamente el vínculo social que ha construido desde su dependencia para callar la boca a más de uno. ¿Cómo estarán las cosas que una vez que asomó la cabeza, los personeros de Nacho Mier y Alejandro Armenta la tomaron como el centro de sus críticas? ¿Si estuviera en desventaja, acaso valdría la pena en desgastarse atacándola?

Otro caso especial es el secretario de Salud estatal, José Antonio Martínez García, quien este domingo apareció por primera vez en un acto político -de cualquier tipo- tras una entrevista que concedió al periodista Álvaro Ramírez y a Hipócrita Lector en la que -también por primera vez- alzó públicamente la mano rumbo a 2024.

Hombre afable, con alto sentido social, el doctor Martínez tiene muchos años de experiencia en el servicio público, lo que le ha permitido aprender a olfatear el pulso ciudadano. Es verdad, no tiene experiencia política, pero sí de gobierno, además de que  su imagen le devuelve la frescura que tanto demanda la sociedad de un político o un candidato.

Sergio Céspedes Peregrina es caso aparte. Su experiencia política -con una carrera meteórica- le granjeó, en primera instancia, su inclusión al barbosismo. Y, posteriormente, ser parte de los aspirantes a la gubernatura. Conoce los grupos políticos de la entidad y, a diferencia de Nacho Mier o Armenta, no está quemado ni arrastra agravios por incumplir su palabra. Tampoco tiene expedientes abiertos y políticamente hablando se puede enfrascar a navajazo limpio con el par de aspirantes que pretenden imponerse a la decisión del mandatario estatal.

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