La campaña para el candidato del PRIAN, Eduardo Rivera Pérez, termina hoy. Y lo hace en medio de acusaciones por presuntamente ser financiada no sólo con recursos otorgados por el Instituto Nacional Electoral (INE), sino por un entramado de posible desvío desde el Ayuntamiento de Puebla, en donde funcionarios de alto rango de la Comuna no dudaron en mostrar la cercanía con su jefe político.
Este día terminan los 60 días de campaña del candidato de oposición, pero a medida que se acercaron las elecciones del 2 de junio, las críticas por el manejo de fondos municipales generaron un ambiente tenso y polémico.
Durante su gestión como alcalde, Eduardo Rivera Pérez fue criticado por el derroche de recursos en asesorías y promoción mediática, en las que se reveló, por ejemplo, que el gasto diario en su imagen durante su mandato ascendió a 123 mil pesos, equivalentes a 5 mil 125 pesos por hora.
La promoción de acciones de gobierno, que en realidad tenían un trasfondo político, fueron visibles incluso desde el primer informe de labores de Rivera que costó del erario 10.4 millones de pesos.
Los informes pagados con recursos públicos fueron constantes: por 120, 240 y 600 días de gobierno, una situación que inclusive fue criticada por el entonces gobernador Miguel Barbosa, al señalar que estos reportes no reflejaban necesariamente la eficiencia de un gobierno municipal.
La promoción se extendió a lo largo de los años. Políticos como Enrique Doger exhibieron un gasto de 1.4 millones de pesos destinados a anuncios en 118 salas de cine y 1.6 millones para una revista digital de Forbes México, que en realidad promocionaba más la imagen de Lalo Rivera que las acciones de la Comuna.
Doger también exhibió la contratación del portal Mixteca Times por 116 mil pesos para difundir actividades del Ayuntamiento, considerando que este medio tiene presencia exclusiva en la Mixteca Poblana y no en la capital.
Con el gasto de 104 millones de pesos del gobierno municipal que se destinaron a la promoción en medios de comunicación, con el objetivo de favorecer políticamente a Eduardo Rivera, así como el gasto excesivo de 35 millones de pesos en la contratación de servicios de box lunch, la carrera política de Eduardo Rivera terminó por ser ampliamente cuestionada por el derroche.
Las acusaciones de coacción del voto también surgieron en medio de la campaña, con el descubrimiento de un gasto de 40 millones de pesos en despensas en plena veda electoral que se realizó mediante una repentina ampliación presupuestal en abril y se adjudicó al Banco de Alimentos a través de la Fundación Cáritas, como parte del programa “Nutrición de 10”.
Hasta ahora se desconoce la cantidad exacta de despensas entregadas a través de este programa que hasta hace poco consistía solo en cursos en línea sobre alimentación saludable y nada relacionado con la entrega de despensas.
Otra polémica fue la entrega de tinacos en la veda electoral, con un presupuesto de 2.3 millones de pesos para la adquisición de 317 donde se señaló que la empresa los vendió a un precio doble del original, ajustándose sospechosamente al monto establecido por la Tesorería municipal y la Secretaría de Bienestar y Participación Ciudadana.
Voceros de Morena fueron los primeros en cuestionar este sobrecosto, argumentando que un proveedor que desea vender sus productos debería ofrecer precios competitivos de mercado. Sin embargo, los tinacos fueron vendidos a precios inflados, lo que levantó sospechas sobre posibles irregularidades en el proceso de compra.
Otros gastos que se señalaron como objetivos electorales fueron los destinados para medios de comunicación, pasando de 53 a 88 empresas y personas físicas contratadas al término de la gestión de Eduardo Rivera para su promoción.
Al finalizar el año pasado, justo cuando Rivera abandonó su cargo en la Comuna, regidores de Morena evidenciaron el derroche de 126 millones de pesos en consultorías en tecnologías de la información, así como otros 40.7 millones exclusivamente para campañas mediáticas por internet, donde Rivera siempre fue el protagonista, y no las obras generadas en el municipio.
El munícipe también fue acusado por utilizar sus relaciones como alcalde para influir en el proceso electoral, pues la presencia de funcionarios municipales en mítines y eventos de campaña fue notoria, lo que le mereció argumentos sobre que este despliegue era una intromisión indebida del Ayuntamiento en la elección.
Ante estas y más acusaciones, se han presentado varias denuncias en contra de Eduardo Rivera Pérez: para marzo ya sumaba 20 junto a Mario Riestra, candidato a la alcaldía de Puebla por actos anticipados de campaña y con corte al 22 de abril, el panista se veía sumergido en un mar de 45 querellas ante organismos electorales, según reveló el equipo de vocería de Morena.
La campaña del panista, inclusive, no ha sido la más económica, pues ha triplicado el costo si se compara con la de su contrincante, Alejandro Armenta. El portal de fiscalización del INE, arrojó que hasta el 20 de mayo, Rivera había gastado 23 millones 711 mil 986 pesos, comparado con los 7.9 millones de su adversario.