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sábado, noviembre 23, 2024

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El gato en el tejado caliente

    Los senos de Dulchi

    Varios lectores me han preguntado sobre el destino de Dulchi, una vecina que llegó durante la etapa más dura de la pandemia, al fraccionamiento...

    Regreso y triunfo de mi vecina 

    Mi vecina me odia.  Ahora le dio por contratar a unos albañiles para que día y noche me tengan a merced del horroroso ruido que...

    Historias del Papi Lindo

    Puebla, hacia 2010. Eran los años del marinismo. En una larga mesa del restaurante Kampai —entre calamares rellenos de cangrejo, sushi, Sakana Furai y Gohan—, el...

    Los traseros rubios  

    De niños —cercanos a la adolescencia— teníamos un juego: alerta roja. Consistía en ver el mayor número posible de pantaletas. Vivíamos en unos condominios...

    Confesiones de un galancete menor

    Recuerdo a Pamela. Era mi sobrina. Sobrina, mejor dicho, de mi mujer. Sobrina mía en la cama y durante los meses que fuimos amantes....

    Las muchachas del burdel

    En el burdelito de la secretaria del juzgado había varias muchachas de las rancherías cercanas. Lucy venía de El Aguacatal. Pepita, de El Jonote....

    Un burdel con piso de aserrín

    La secretaria del juzgado que humillaba a las mujeres tenía un burdel disfrazado de cabaret. De tres a ocho era un restaurante con sinfonola...

    Secretaria de juzgado con chicle al lado

    La chica violada sistemáticamente por su padrastro llegó por fin ante la secretaria del juzgado que tomaría su versión de los hechos. Había esperado...

    Historias de la vida real

    La tía de Lucero se llamaba Lupe y era prostituta.  Todos los días se levantaba a la una de la tarde. Lupe tenía un hijo...

    Busco caballero serio para una relación formal…

    Se llamaba Ana. O Rosa. Exacto: se llamaba Rosa. Era una Margarita Gautier en su etapa terminal: ojos profundos, ojeras violáceas, piel pálida, rostro...

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