Escribir siempre es una nueva aventura en todos los aspectos, y esta vez no es la excepción.
Empezar una nueva columna es sinónimo de nostalgia, pues mientras una va plasmando con palabras todo eso que quiere transmitir, las ideas vuelan a ese sitio en donde los olores, colores y sabores te llevaron a un instante que nunca vuelve a repetirse.
Eso pasa siempre que uno prueba un sitio nuevo de comida, de bebida o por qué no, de fiesta.
Esta columna se llama mitote por hacer referencia a esas fiestas populares en las que el pueblo convive, come y se deleita en todo el sentido.
Soy nómada, desde que nací en Querétaro mis padres decidieron llevarme a vivir a Puebla a los cinco años de edad, después, toda mi vida tiene un trasfondo de memelas, cemitas y tacos árabes, aunque en realidad mi mamá, cocinera por excelencia, prefería siempre hacer platillos de Morelos, de donde son mis abuelos, así que también crecí entre pipianes, huaxmoles y tamales de elote, y todos los derivados del maíz.
Cabe recalcar que hace algunos años que no vivo en Puebla, pero siempre vuelvo a ella por mil circunstancias, entre ellas, la comida que tanto extraño en cualquier rincón en donde estoy. Eso pasó cuando vivía en la Ciudad de México, que a pesar de que es una metrópoli en todo el sentido de la expresión, nunca pude acoplarme a esos sabores multifacéticos.
Sin embargo, esta vez mi acercamiento de nuevo a la ciudad poblana fue por un mundo nuevo en el que me adentré y en el que definitivamente descubrí tesoros indescriptibles.
En la avenida Juárez, una de las más representativas de la ciudad, se resguarda Bootlegger, un nuevo concepto de bar conocido como speakeasy, denominado así principalmente por aquellos sitios que vendían bebidas alcohólicas de manera ilegal en Estados Unidos. Toda esta inspiración se puede encontrar en el bar que se encuentra justo arriba de uno de los pubs más conocidos de la ciudad y por el cual se adentra a través de una entrada escondida y peculiar.
Justo cuando llegas a él, la carta tiene un sinfín de opciones para deleitar las papilas gustativas, siempre de acuerdo a tus gustos personales, los bartenders podrán recomendarte y crear justo ese cóctel que tanto deseas.
Mi llegada a Bootlegger fue como todo en mi vida gracias a las causalidades, pero justo a ellas es que conocí a Macario Vásquez y Emilio Valera, dos de los creadores de este concepto y a quienes he visto en acción y a todo color, y quienes me han sorprendido de lo que son capaces de hacer con algunos ingredientes y el destilado o licor que se desee.
Además, Bruce Maldonado, head bartender, es la clave perfecta para transformar obras de arte en bebidas con tan sólo pedirle algo en la tan preciada barra.
Mis días junto a este equipo también conformado por Alexia, Omar y Gema fueron una bocanada de aire fresca para mi nuevo salto, en donde podré volver a deleitar aquellos sabores que se quedaron en mi mente y que, sin duda, correré por ellos para recordar que la vida se trata de recuerdos gracias a la comida, bebida y viajes que nos marcan.