Domingo:
Él es agua.
Caprichosamente BE-LLO. Imposible no mirarlo. Toda
su corporeidad es HER-MO-SA. Todo su SER interno. Le
duele. Sí. Le duele la belleza. Le duele el cuerpo. Le duele el caminar seguro. Le duelen esos ojos azules infinitos.
Le duelen los antebrazos musculosos. La duelen las manos prominentes, perfectas. Le duele su masculinidad.
Todo él es superior a la mirada de Ella y a la mirada de
cualquiera y es que para Ella que está acostumbrada a lidiar con “faunas” extrañas, bizarras, disímiles y amorfas,
K es una creación perfecta. Una pieza maestra.
Ella no asistió a la invitación a jugar boliche que le hizo
K. Desde entonces él no la llama. Ni Ella es capaz de hablarle, ni de escribirle, ni de nada. Ni de quedarse con él,
por él y en él. Quien le habla en cambio es el persistente
Kilimanjaro:
–Ya te estoy esperando, tengo todo listo. Tu trabajo, el
depto. Todo. Ya regresa. Tienes que presentarte el 13 de
este mes. No me falles. Hasta el colegio para tus críos
está listo. NO ME FALLES.
Reticente que es a los tonos imperativos Ella se incomoda harto con el llamado, pero cavila la posibilidad de
su vida en la “azarosa” megaurbe defeña.
Lo que Ella se niega a entender es que no es la ciudad,
como bien decía el poeta Konstantino Kavafis “La ciudad
siempre es la misma. La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra”. Y es que en este “autoexilio” de
Ella algo muere cada día. La renuncia paulatina al SER.
Lunes:
En Ella se anidan muchas “Ellas”. Son sus voces internas
que no cesan a veces la algarabía. En vano intenta Ella sosegarlas. Son voces, algunas de ellas, altaneras, demandantes, enjuiciadoras, dóciles, prudentes y casi humildes
las otras. NO son voces a medias tintas. Ella decide entonces ponerle nombre a sus voces; la voz de la prudencia, la
timidez y el recato se llama Rafael, esa es una voz sencilla,
del no reclamo, de la aceptación, es una voz evanescente, tan suave que es engullida por las otras. Irina es la voz aceraba, a esta voz Ella le tiene miedo, es impetuosa, rebelde,
iracunda, impulsiva. Irina, una vez cuando Ella se enteró
por azar en un baño de una Universidad de las aventuras
de su ex le gritó a Ella: “incendiémosle la casa, prendámosle fuego”, pero salió a la batalla otra voz terriblemente orgullosa y revestida de dignidad que lleva por nombre Sofía
y le dijo: “calla, sería demasiado barato el numerito, despreciémoslo mejor con indiferencia, retirémosle el habla”.
Lo que tienen en común todas estás voces es que de alguna
u otra forma están rotas. Todas tienen la marca del dolor
y reaccionan de distinta manera ante éste. La voz del deseo se llama Natalia, esa es una voz ansiosa, acaso fugitiva
y embrujadora. Existe también una Tercera Voz, esta voz
transita la vida sin perder el asombro. ¡Ah! y la voz del silencio que es dulce y afligida, esta voz se llama Noré.
Ella recibe un correo electrónico de un hombre que
alguna vez le devolviera IN-VO-LUN-TA-RIA-MEN-TE
la humedad y la esperanza a ese SER ÁRIDO. ¿Cuántos
años de sequía? hasta que apareció esa voz, voz con tacto, tacto que rozó el pie de Ella y todo su delirio. La
voz de la mentira. Una voz hermosamente poética. Un
hombre de sexo blando que al igual que muchos cifraba su SER y su masculinidad en su miembro indócil y
fofo y que, por demás, no toleró que Ella descubriera su
secreto. Pero Ella estaba más allá de ese sexo timorato.
Mientras la mirada de Ella posaba hacia arriba con sed
de todos los Dioses cuando escuchaba esa voz de hombre sin rostro, la de él era una voz en picada, centrada en
el “miembro”. No hubo encuentro. No hablaron los ojos.
Murió la poesía. Sobrevivió la voz del macho, del warro,
del ordinario, del hombre como tantos con la virilidad
“amenazada”. Grosero, informal, su voz se tornó en la
voz de la no promesa, la voz del empacho y del eructo,
la voz indecorosa:
–Hola Ella, ¿ya te fuiste del pais? Prometo que mañana
te escribo.
Desde hace mucho tiempo que Ella ya no tiembla cuando
se asoma esa voz. Santa indiferencia. Santa Sofía. Noré. Esta-es-la-voz-de-un-hombre-sin-rostro-y-con-sensibilidad-de pato-de-plástico.
Martes:
El más pequeño de los críos amanece enfermo. No obstante, Ella diagnostica que no es nada grave: “sólo un resfríado” y lo envía al colegio. Del colegio llaman a Ella a medio
día a darle la noticia de que el crío tiene la temida Influenza N1H1. El examen ha arrojado resultados positivos. Sí.
En el país de la “higiene” el pequeño se ha contagiado de
la peste más temida de la década.
Ella pasa por él de inmediato y se dispone a sanarlo
con toda su terneza y con algo de homeopatía. Bajo ninguna circunstancia piensa entrar al retorcido juego del
turbocapitalismo y las asquerosas empresas farmacéuticas. “All you need is love” decían los Beatles. No duerme
Ella toda la noche monitoreando los bruscos cambios en
la temperatura del “sapodrilo”.
Miércoles:
Con qué ansia espera Ella la llegada de los miércoles para
la gran ocasión, el dichoso cursito de “sanación después
del divorcio” al que asisten una señora, otra señora, otra
señora más, Ella y K. Este día es una gran fiesta de modas
para Ella. Toda una pasarela. No hay detalle que se escape.
Ese placer tan de Ella por vestirse, disfrazarse, inventarse
una vida allá afuera e hidratar un poco la mirada y el SER.
Ella llega al salón de clases. Hace su triunfal entrada. La
K no ha llegado. Ella espera nerviosa. K llega, se sienta. La
saluda. Se miran. En esos ojos azul intenso Ella se abriga.
Termina el curso, K se aproxima a Ella la aborda y le dice:
–Espero que todo haya transcurrido en paz con la visita
de tu “ex”.
–Sí, sí mucho hay de eso –espeta Ella lacónica.
–Te invito a escuchar música a mi departamento.
Ella finge que duda y que tiene que pensarlo, pero en la
mirada se asoma el descomunal SÍ. Así que Ella hace las
llamadas pertinentes para encargarle los críos a la buena nana Chave y sigue a K en su auto. Conduce nerviosa, nerviosísima. –¿Qué tal si tiene mal aliento?, bueno,
pero voy a lo que voy a oir música, bonita invitación. Já.
–Piensa Ella. Llegan al departamento K saca el sountrack
de la película Once. Glen Hansard entona Leave:
I can’t wait forever is all that you said
Before you stood up
And you won’t disappoint me
I can do that myself
But I’m glad that you’ve come
Now if you don’t mind
Leave, leave,
And free yourself at the same time
Leave, leave,
I don’t understand, you’ve already gone
And I hope you feel better
Now that it’s out
What took you so long
And the truth has a habit
Of falling out of your mouth
But now that it’s come
If you don’t mind
Leave, leave,
And please yourself at the same time
Leave, leave,
Let go of my hand
You said what you have to now
Leave, leave,
Let go of my hand
You said what you came to now
Leave, leave
El departamento de K es pequeño. Está situado en un
décimo piso. Tiene dos recámaras. Una de ellas es un estudio con música, libros y cuarto de televisión. Esta habitación tiene una vista espléndida a toda la planicie. Ahí
se tienden en el piso sobre una alfombra color crema los
dos a escuchar música. K le invita a Ella un whiskey. Toman whiskey. Escuchan música hasta las dos de la mañana. Toman y toman whiskey. Ella está a punto de caer…
dormida … K le inquiere:
–Puedes dormir en mi departamento, te veo cansada.
–Tengo al niño más pequeño enfermo y el insomnio
suele ser uno de mis más fieles aliados. Quizá no sea prudente regresar tras ya varios whiskeys en el cuerpo. La
policía aquí no perdona.
K entonces la conduce al cuarto, le presta una playera
ENORME y cuando se dispone a regresar al estudio Ella
le dice:
–Puedes quedarte, creo que me sentiría menos incómoda.
Ella cae como tabla. Está agotada por el estrés y las
noches sin sueño y recuerda para sus adentros cuando
su querida maestra argentina de literatura del “boom”,
le decía: “estoy muerta, agotada, como si me hubieran
cogido doce negros” entonces ríe y sonríe. K se mete a
la cama y la abraza. Ella olvida que existir de pronto es
doloroso e incierto. Ella duerme. Llama la atención de K
que Ella usa la almohada al revés, es decir no se recuesta
sobre la almohada sino que al contrario coloca la almohada sobre su cabeza para poder dormir. Vicio este de
antaño para disimular los ronquidos del acompañante
en turno. Dormir por fin ¡¡¡qué más placer que este!!!
Jueves:
Despierta Ella muy temprano en casa ajena con hombre
ajeno. Él prepara un café y antes de bañarse toman café en
el comedor, K le comenta:
–¡Qué sueño tan inquieto tienes!, hablas, discutes, te
mueves, golpeas, te levantas. Por momentos pensé que
te sentías mal.
–Sí, dicen los que saben, que dormir conmigo es la
prueba de fuego. Agradezco tu paciencia.
–¿Nos bañamos juntos? –pregunta K con tono dulce.
Ella sólo asiente y de pronto se empeña en convencerse
que la Diosa Soledad, instalada desde hace dos meses de
autoexilio anuncia su pronta partida.
Viernes:
La mala noche de Pirushka.
La perra bulldog francés de la vecina, Michelle, ha caído
enferma. Se presenta nerviosa a las 11:30 de la noche a
pedir auxilio. Huele a choquia el animalejo. La dueña está
tan acelerada que no puede ni conducir el auto. Así que
Ella conduce por rumbos ignotos y obscuros al hospital
canino. Pirushka jadea y llora. Llegan a la veterinaria 24
horas permanece abierto el establecimiento. Sale una mujer enorme, descomunal en corporeidad. Le sacan rayos X,
a la perra. Al parecer debido al sobrepeso y a un problema
congénito de la espina dorsal el animal pedece un dolor
insoportable. Parece. Quien sabe. Ella, Michelle y la perra
Pirushka permanecen 3 horas en el hospital esperando un
diagnóstico acertado. La cuenta corre. La perra no cesa el
jadeo y el temblor en su cuerpo. Sale la médica veterinaria
e indica que la perra no puede, bajo ninguna circunstancia
comer comida de humano. Está pasada de peso. Mucho.
Como todos en este pais. Empachados están de soledad,
de silencio, de desvida y de carbohidratos.
Sábado:
Ella sale a trotar con la amiga Mónica y le cuenta con minucioso detalle la noche en el departamento de K.
–¿Quedaron en algo? –pregunta Mónica.
–No, en nada, supongo que lo veré el miércoles en el
curso. Espero, creo, deseo, más vale…la pasión va lenta.
Ya ves, esta cultura anglosajona y sus contenidas formas.
…La no certeza, el posible e inevitable retorno, decisiones de vida, la guerrera sin rumbo, la pasión reposa. Ese “tu
secreto” como desgracia irremediable ha asesinado tu voz
poética, la ha desprovisto de lirismo, de dulzura, de rostro.
Uno de tantos, tanto de muchos. Que te gane el amor, mi
pasión ha cambiado el color, ahora es lila y danza.