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lunes, mayo 13, 2024

Morena y la oposición: El ejército frente a la gavilla

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En política, para ser hay que parecer y Alejandro Armenta Mier ayer dio una muestra más de que no solo está preparado para la batalla, sino que está convencido del triunfo.  

En la casa de enfrente, por el contrario, Eduardo Rivera Pérez ha logrado convencer a todos que su aventura es un auténtico fracaso. 

Del lado de Morena, hay un ejército listo para la guerra. En la oposición, las fuerzas han alcanzado para crear una gavilla que no sabe a ciencia cierta de qué va el asunto.  

Mientras Alejandro Armenta opera para construir la unidad, en el PAN todos días hay noticias de un nuevo pleito, una nueva inconformidad y la evidente ruptura. 

Cada coalición enfrenta sus problemas internos, un asunto natural en azaroso mundo de la política. La clave está en la forma en que cada una las enfrenta y las medidas que aplica para revertir la situación.  

Una clave, por ejemplo, está en la personalidad de cada abanderado y sus verdaderas convicciones sobre la política, la democracia, el ejercicio del poder. Mientras uno, Armenta, apuesta por construir y abrirse a la discusión, el exalcalde sigue encallado en el sectarismo.  

La forma también es fondo. El senador, por ejemplo, fue ungido como abanderado de la coalición con el respaldo de todos los sectores que integran la clase política de “Sigamos Haciendo Historia”, incluido su jefe político en la entidad, el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina 

Eduardo Rivera, por el contrario, decidió ir partido por partido para ser reconocido como candidato, una muestra de la evidente exclusión interna. Tampoco causa sorpresa que el acto partidista más difundido haya sido su unción por parte de Pacto Social de Integración, el partido al que el abanderado tomó como su punta de lanza pese a los graves señalamientos de vínculos con el crimen organizado.  

Las tareas sobre las definiciones internas no han concluido en cada coalición. En Morena, por ejemplo, el parto de la alcaldía de Puebla ha sido complicado, pero todo está encaminado y, aunque no haya consenso total, existen los mecanismos políticos suficientes para darle cauce a las inconformidades. Fracasaron aquellos que apostaron por el radicalismo. De mantenerse así se quedarán en el limbo, sin espacios y camino a su propia extinción.  

(Qué grave derrota de la reina de las derrotas que hasta su antigua vocera prefiriera a José Chedraui). 

En la oposición, caso contrario, todo ha sido definido. Se privilegió la imposición y hoy estamos en la feria de protesta, rechazos y rebeliones. Nadie sabe por qué PSI tendrá tantos espacios o por qué Rivera Pérez decidió castigar al panismo con su desdén.  

El PRI no sabe ni cómo salir de su crisis interna. La diputada independiente Silvia Tanús Osorio, una mujer que cuando habla hay que prestarle atención, hace unos días no pudo ocultar su tristeza al comprobar la “degeneración” que enfrenta su antiguo partido a consecuencia de las continuas torpezas de Néstor Camarillo Medina 

El PRD es un muerto viviente cuyo valor está en las míseras prerrogativas y tiempo oficial en medios que aporta. De ahí en fuera no sirve para nada.  

La coalición “Sigamos Haciendo Historia” ha decidido cerrar filas. Morena está en la consolidación de todas las expresiones, la depuración de la maquinaria electoral y hay una sincronía entre la narrativa de los partidos con el abanderado. Su coordinación obligó a la oposición a ir detrás de la discusión.  

Nueva Alianza y Fuerza por México están en lo suyo. Calladitos se ven más bonitos, pero eso no implica que estén lejos de un trabajo interno. El Partido Verde, a su vez, está fraccionando el voto de la oposición y el PT va en sintonía con la estrategia marcada. No es casual que en la capital poblana tuvieran el mayor número de aspirantes, lo que se verá extendido en las diputaciones federales, locales y alcaldías. 

Una gavilla no puede contra un ejército organizado, pero parece que eso no importa. Nadie lo quiere decir, pero Marco Antonio Adame Castillo, el jefe político nacional del Yunque y coordinador de la campaña de Eduardo Rivera, ha sido un fracaso monumental. Y no es extraño: Si en Morelos, su propia casa, no pudo siquiera impulsar la candidatura de su esposa a la gubernatura, menos podrá respaldar a un candidato de un estado que no conoce y que está lejos de entender.  

Por cierto, nos dicen que en Morena y partidos aliados no hay intenciones de confiarse de nada: Ni las encuestas ni en el canto de las sirenas que afirman que la oposición no hay nada que hacer. Alejandro Armenta está construyendo un ejército con la idea de que no hay definido y hace muy bien.  

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