Vaya golpe político el que sufrió la familia de caciques de Chignahuapan, Rivera Sosa, al ser defenestrados por el PRIAN para la candidatura a la presidencia municipal en el proceso extraordinario. La familia de priistas podrá decir misa, pero la realidad es que tanto el PRI como el PAN sabían que llevar a un integrante suyo sería un suicidio político, por lo que optaron por el perfil que les garantizara competitividad en las urnas y ese es el panista Mario Olvera, quien justo tiene todo lo que los caciques no pueden ofrecer: una gestión municipal con resultados más o menos interesantes, a un buen negociador y, principalmente, alguien a quien la ciudadanía ve con buenos ojos a pesar de haber sido presidente municipal. La tragedia de los caciques priistas radica justo en eso: en que se suponía que eran poseedores de uno de los principales bastiones del tricolor en el estado y que tuvieron la oportunidad de enquistarse por varios trienios, pero lo hicieron tan mal que prácticamente los echaron a patadas del Ayuntamiento. Ya para que un presunto capo huachicolero los haya humillado electoralmente es porque el hartazgo de la gente es mayúsculo. También quedó demostrado que Eduardo Rivera Pérez fue el peor enemigo de la alianza opositora en la pasada elección, al respaldar las ambiciones electorales de estos caciques, sin importar que eso marginara a la base panista de Chignahuapan, a la que, además, les prometieron la candidatura y no se la dieron (¿verdad Marcos Castro?). Tuvo que llegar una nueva dirigencia estatal en el PAN para que todo se acomodara y pusiera de manifiesto que la competitividad es la clave, pero siempre y cuando esté basada en el fortalecimiento de la militancia y cerrar filas en torno a un proyecto político en común. Después de la defenestración viene una interrogante: ¿Habrá campaña de brazos caídos de los caciques priistas? Aunque el PAN será el que postule candidato en ese municipio, el PRI no registrará ninguna fórmula, por lo que pretenden aglutinar de manera orgánica a toda la oposición, una apuesta inteligente porque al salir de la ecuación el presunto capo huachicolero, Juan Lira Maldonado, y los Rivera Sosa, la pelea se centrará entre Morena y el PAN. ¿Será que los caciques respaldarán el proyecto de las dirigencias del PRIAN o irán a vender su amor a Morena, en el que su única petición será que la Auditoría Superior del Estado se haga de la vista gorda ante las anomalías financieras que dejó Lenchito Rivera Nava?