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lunes, abril 29, 2024

La delgada línea entre la censura y la violencia política de género

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Desde un punto de vista, todo representa una delgada línea: la señora X es una MILF o es una cougar (debido a que esta columna se lee en horario de infantes no podríamos explicar este gran misterio, pero hay una diferencia entre ambas definiciones; será para otra ocasión).  

También existe la delgada línea entre Alejandro Jodorowsky y Paulo Cohello, ambos representan pensamientos mágicos, la pura buena ondita con frases híper mamadoras, cursis y llenas de obviedad.  

Hay también, ¿por qué no?, una delgada línea entre matraquero y columnista, el primero echa porras al candidato. 

—¿Y el segundo? 

—Pues, el segundo… emmh… el segundo… 

Otra ejemplo es la delgada línea entre plagio e inspiración. 

—Oiga señor periodista, se plagió toda la tesis de un español; hasta el índice, las comas y los punto y coma, —sentenció la académica. 

—¡Nanay! ¡Never de limón la never! Solo me inspiré —respondió el periodista muy orondo. 

En fin, todos caminamos por una delgada línea: que si los twinkis son igual a los submarinos marinela, si los gansitos de antes no son los mismos de ahora, todo un tema de mesa de análisis.  

A raíz de ello, existe también la censura al periodismo escudado en las denuncias de violencia política género.  

De un tiempo a la fecha, muchas mujeres políticas han decidido censurar, pero a través de la violencia política de género. Un ejemplo, recientemente, Denisse Dresser fue exonerada por la acusación que le hiciera Andrea Chávez, de quien dijo ser la pareja sentimental de Adán Augusto López.  

Como buena morenista se puso sus moños y dijo que ella no iba a tolerar que dijeran que ella era pareja de ese señor que —supuestamente— regala jirafas cual estudiante enamorado. Total que hizo un escándalo y fue a acusar a la señora Dresser por violencia política en razón de género. 

“¿Qué había detrás?”, preguntará el respetable. 

Odio y ganas de venganza, más que de justicia. Quería censurar a la señora Dresser porque puede o no gustarnos sus puntos de vista, puede o no que coincidamos con ella, pero como es una opinóloga anti 4T, el tema es acabar con las voces disidentes. 

Puebla no es la excepción, algunas mujeres que ejercen cargos públicos o son candidatas han denunciado a periodistas por el tema de la violencia política de género y tratan a los periodistas como si fueran políticos, que si bien, el periodismo está ligado directamente al poder, porque vivimos e informamos al respecto, no es la misma situación. 

El tema es que hay mujeres que se cobijan en el tema de la violencia política de género cuando se les señala por sus errores como funcionarias públicas, porque no quieren que sean evidenciadas públicamente, porque prefieren ver a una prensa suave, tersa, que repitan frases de superación personal y que no ejerzan su trabajo. 

Hay casos verdaderamente absurdos de denuncias y hasta el que esto teclea ha sido denunciado como muchos otros colegas.  

Es cierto que hay abusos y excesos en este oficio del periodismo. Quizá todos los que nos hemos dedicado a esto los hemos cometido, y por supuesto, existen los mecanismos legales y los límites para la libertad de expresión. 

Pero hay casos, y no son pocos, en los que el fin es la censura y, claro, que la funcionaria, diputada o política continúen incurriendo en actos de corrupción. Como decíamos desde un principio es una fucking delgada línea. 

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