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domingo, abril 28, 2024

La reina del pop y la democracia

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Taylor Swift, en su multifacética carrera, ha cruzado las fronteras de la música para influir en la política, la economía y el deporte en Estados Unidos. Su impacto va más allá de las listas de éxitos y los conciertos agotados, afectando significativamente la participación política, el turismo y la percepción pública de figuras y eventos deportivos. El domingo su presencia para apoyar a su novio Travis Kelce y a los Chiefs continuó siendo lo más comentado en la cultura popular estadounidense. 

Swift ha utilizado su enormísima plataforma para abogar por la participación democrática, instando a sus seguidores a registrarse y votar, lo que ha resultado en decenas de miles de registros de votantes. Esta movilización ha sido especialmente notable entre los jóvenes, un grupo demográfico crucial que históricamente ha participado en menor medida en los procesos electorales, más de 35 mil jóvenes se registraron en 2018 debido a su llamado. La cantante ha sido abierta en su crítica hacia figuras conservadoras, especialmente Donald Trump, posicionándose firmemente en contra de políticas y retóricas que considera divisivas o dañinas. Estas acciones han polarizado la opinión pública, generando tanto admiración como rechazo, especialmente de la ultraderecha, que la ha atacado con teorías conspirativas y críticas vehementes. Trump la ha acusado, incluso, de desleal, como si ella le debiera algo al vapuleado exmagnate. 

El “Eras Tour” de Swift no solo ha sido un éxito musical, sino también un fenómeno económico, inyectando miles de millones en la economía a través de la industria turística y el alojamiento. Este impacto subraya el poder de las celebridades en la generación de ingresos y la promoción de ciudades y estados como destinos turísticos. La Reserva Federal destacó este efecto, señalando un aumento sin precedentes en la demanda hotelera y el turismo gracias a su gira. En algunos lugares incluso produjo microsismos. 

Es curioso, sin embargo, que lo que haya capturado el imaginario sea su relación con Travis Kelce El un fenómeno publicitario que ha beneficiado a la NFL. La venta de camisetas de los Kansas City Chiefs, por ejemplo, se disparó un 400 por ciento tras su asociación con Kelce, demostrando el poder de Swift para influir en las ventas y el interés en el deporte, incluso sugiriendo un impacto en la percepción pública y la audiencia de eventos deportivos. Más de 500 millones de ganancia ha significado su presencia en los estadios y una nueva generación de “Swifties” ha empezado a ver por vez primera ese deporte. Todos esperan ver las manifestaciones públicas de amor entre el futbolista y la estrella. El domingo fue perfecto. Una semana antes ella había roto el récord de más Grammys por mejor álbum de la historia. Ahora su novio se coronaba con el trofeo Vince Lombardi. Las redes estallaron, a favor y en contra. El propio Biden y Hilary se burlaron de los trumpistas en sendos tuits. El rostro de Swift es el centro de atención indiscutible. En ella, aunque parezca absurdo, cientos de miles de demócratas, depositan su esperanza para que Trump no regrese a la casa blanca. Si ya movió la tierra, por qué no podrá cimbrar la política. 

Swift se encuentra en el centro de debates políticos y culturales. El domingo, en X, alguien escribió que Swift le había arruinado el Súper Bowl y que por vez primera en 13 años no lo vería. Una madre se apresuró en responder que su hija veía por primera vez el tazón y que estaba feliz de que hubiese tomado su lugar. La ultraderecha la odia y ha inventado todo tipo de teorías conspiratorias. Esto no le impide seguir activa. La derecha, en particular, ha expresado su descontento con Swift, acusándola de influir indebidamente en la política y de ser parte de una “operación psicológica de interferencia electoral” a favor de los demócratas. Estas acusaciones han intensificado el debate sobre el papel de las celebridades en la política estadounidense y hasta qué punto su influencia es beneficiosa o problemática 

La vida y carrera de Swift son ya caso de estudio sobre la influencia de las celebridades en la sociedad moderna, ilustrando como su voz y acciones pueden tener un impacto brutal en la política, la economía y la cultura. Hay cursos universitarios dedicados a ella, el más comentado en Harvard, pero se la escruta y analiza afuera de las aulas también. 

A través de su música, su vida personal y sus declaraciones públicas, Swift ha demostrado el poder y la responsabilidad que conlleva ser una figura pública en el siglo XXI, desafiando las expectativas y usando su plataforma para provocar cambios sociales que pueden ser decisivos. En la campaña de 2024 su apoyo a Biden puede ser crucial. Ya lo hizo en las elecciones pasadas. Por ahora, ya que estamos cerca de San Valentín, dejémosla disfrutar su relación amorosa. Al menos por un par de días… 

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