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jueves, mayo 9, 2024

Muere la reina que no estaba destinada a gobernar y lo hizo 70 años

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Isabel II llegó al trono por accidente. Elizabeth Alexandra Mary Windsor, su nombre de pila, no estaba considerada en la línea de sucesión al trono al ser la hija mayor de Alberto, el duque de York, e hijo menor del rey Jorge V. Era su tío, David, el que estaba destinado a suceder a Jorge V. Sin embargo, el enamoramiento de David con una plebeya hizo que éste renunciara al trono, y cambiara la historia de su padre y de ella para siempre.

Ayer, el mundo se paralizó con una nueva noticia que involucraba a la monarca: la reina Isabel II murió en su residencia de Balmoral a los 96 años, después de un reinado de 70 años. Tras llegar al trono en 1952, la reina Isabel protagonizó el reinado más extenso de la historia británica, marcado por su fuerte sentido del deber y su determinación por dedicar su vida al trono y a su pueblo.

“La reina murió en paz en Balmoral esta tarde. El rey (Carlos) y la reina consorte (Camila) permanecerán en Balmoral esta noche y volverán a Londres mañana (viernes)”, anunció ayer el Palacio de Buckingham a través de la BBC como indica el protocolo, y a partir de allí comenzó una nueva era.

En el palacio de Buckingham en Londres miles de personas se congregaron a la espera de novedades sobre el estado de salud de la reina y muchos comenzaron a llorar al conocer la noticia de su fallecimiento. Desde las 18:30 horas la bandera británica del palacio ondea a media asta y también se colocó en la verja de afuera el anuncio impreso de la muerte.

La monarca había celebrado su Jubileo de Platino este años al cumplir el reinado más largo en la historia del Reino Unido con 70 años en el trono.

 

Un reinado histórico

El reinado de Isabel II abarcó la austeridad de la posguerra, la transición del imperio a la Commonwealth, el fin de la Guerra Fría y la entrada y salida de Reino Unido de la Unión Europea.

Siempre acompañada por su esposo, Isabel II supo capear todos los temporales que a lo largo de los últimos setenta años sacudieron a la familia real o la sociedad británica, ya fueran crisis políticas, recesiones económicas o escándalos familiares. A su palacio acudieron a formar gobierno figuras como Winston Churchill, Margaret Thatcher o Tony Blair, solo tres de las decenas de primeros ministros a los que encargó formar gobierno a lo largo de los años.

Posiblemente el momento más crítico de su reinado fue la muerte de la princesa Diana de Gales, la entonces exesposa de su heredero, el príncipe Carlos, cuyo divorcio en medio de acusaciones de infidelidad había sido un escándalo que acaparaba titulares.

La fría reacción inicial de la familia real a la noticia del fallecimiento de la llamada princesa del pueblo en un accidente de auto en París generó una ola de antipatía hacia la institución que obligó a la reina a corregir su curso y aparecer en una intervención televisiva para ofrecer sus condolencias.

Tras ese delicado episodio, la popularidad de la monarca aumentó a medida que su reinado superaba récords de longevidad. Ni siquiera el revuelo causado por la inesperada salida de su nieto Harry de la familia real hizo tambalear su figura.

 

Activa hasta el final

La reina Isabel II se mantuvo activa hasta el final de su reinado. A pesar de sufrir la dolorosa pérdida de su marido, el príncipe Felipe, y de haberse contagiado de la Covid, entre otros reveses de salud, cumplió con las obligaciones de su cargo casi hasta el último minuto.

El pasado martes 6 de septiembre, tal como marca el ritual, recibió a la nueva primera ministra británica, Liz Truss, para encargarle la formación de un nuevo gobierno. Este ritual que siempre se lleva a cabo en el palacio de Buckingham, por primera vez en siete décadas tuvo lugar en Balmoral, su residencia veraniega en las montañas escocesas, debido al ya entonces delicado estado de salud de la monarca.

La primera ministra británica, Liz Truss, que fue nombrada por Isabel II este mismo martes, destacó que la reina “nos dio la estabilidad y la fortaleza que necesitábamos”. “Ofrecemos nuestra lealtad y devoción” al nuevo rey, dijo Truss.

“Y con el final de la era de Isabel II, entramos en una nueva era de la magnífica historia de nuestro país, exactamente como su majestad hubiera deseado, pronunciando las palabras: ‘Dios salve al rey’”.

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