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sábado, septiembre 7, 2024

Humo verde en Puebla y la historia de una resistencia fallida de provida

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El humo verde salió del Congreso de Puebla. Una lucha que duró 20 años llegó hasta sus últimas consecuencias, donde lo más radical de la ultraderecha se hizo presente en las calles de Puebla, y las organizaciones feministas defendieron su derecho a decidir ante ellas, los diputados locales despenalizaron el aborto en Puebla antes de las 12 semanas de gestación.

El lamento conservador quedó ahogado en medio de los pañuelos verdes; desde las primeras horas de la mañana se postraron en los alrededores del Poder Legislativo para protestar de cualquier manera la despenalización del aborto.

Más de una hora antes de celebrarse la sesión en el Pleno, un cerco de policías estatales comenzó con el operativo para prevenir disturbios en la sede del Congreso local por parte de las organizaciones antiaborto y las colectivas feministas, quienes comenzaban a presentarse en las calles.

La presencia de elementos de seguridad no impidió que los grupos católicos, en su desesperación por ver inminente la despenalización del aborto, hicieran pasar por un calvario a los legisladores locales que estaban convocados a las 10 de la mañana para la sesión ordinaria del Pleno.

Hombres, rebasando los 40 años, mujeres divididas entre las jóvenes que no superaban los 25 años y quienes rebasan los 45 años, rodeaban la puerta de acceso de los diputados locales, formando un bloque de contención entre los legisladores y los agentes de la Policía Estatal para impedir que se escribiera el capítulo de la historia de Puebla.

La primera en experimentar el infierno por el que pasarían en esta jornada histórica fue Yolanda Gámez Mendoza, de Morena, quien llegó una hora antes al Congreso local, solo para darse cuenta que ya era esperada por un grupo antiaborto que la encararía sin la menor contemplación.

Rodeada por un grupo de hombres pro vida, la morenista fue increpada sin oportunidad de exponer su punto de vista, los reclamos de los católicos eran por su postura a favor de la reforma —ella era una de las impulsoras de la iniciativa—, y sin mayor diálogo tuvo que retirarse hacia un costado de la entrada instalada en la calle 3 Poniente, del Centro Histórico de Puebla.

Eduardo Alcántara Montiel fue el siguiente en vivir el suplicio de los conservadores. A su llegada los reclamos de los pañuelos azules no se hicieron esperar, en especial por su antecedente como militante del Partido Acción Nacional (PAN) y presidente de la Comisión de Procuración de Justicia, que dictaminó la reforma.

Los reclamos por darle luz verde a esta discusión en el pleno cayeron uno tras otro en su contra, por lo que el legislador optó por no enfrascarse en más discusiones y dio un paso atrás, pues el tiempo estaba a favor de él.

Los legisladores siguieron llegando uno tras otro, y su camino para ingresar al edificio era la aduana antiaborto. Para las legisladores Laura Zapata Martínez y Guadalupe Leal Rodríguez el peaje era muy claro: “Queremos que se comprometa a un parlamento abierto para que escuche nuestra postura, porque no nos escucharon para ahorita”, era el reclamo anti aborto.

Pasaban las 10:30 de la mañana, y los diputados de las bancadas de Morena, Partido del Trabajo, Grupo Plural y Partido Verde Ecologista seguían a la espera de entrar al recinto legislativo sin posibilidad de que los pro vida les abrieran un solo espacio, mientras que los panistas que abiertamente estaban en contra del aborto como Mónica Rodríguez, Karla Rodríguez y Rafael Micalco pasaron sin mayor inconveniente.

Fueron las diputadas Mónica Silva Ruiz, Nora Merino Escamilla, Daniela Mier Bañuelos y Xel Hernández García las que encabezaron el bloque a favor de la despenalización del aborto. En un primer intento las legisladoras fueron replegadas entre gritos de los pañuelos azules, agua bendita y los escudos de la policía estatal.

Pero la cita de las diputadas locales con la historia no las iba a alejar de su compromiso, por lo que las colectivas feministas se sumaron a la lucha contra el anti aborto para llevarlas a cumplir con su promesa.

En medio de un escudo de activistas que defendían su derecho a decidir sobre su cuerpo, los diputados lideraron un segundo intento por ingresar al Congreso local, con empujones, gritos, jaloneos y golpes lucharon por ejercer su obligación de legislar.

Una bengala de humo que pintó la calle con una cortina verde encendió la energía de las diputadas y activistas, quienes en medio de la confusión comenzaron a ingresar entre el escudo que formaron los policías estatales y la valla de protección de las feministas pudieron ingresar al Congreso del estado.

Cerca de las 12 de la tarde, de un momento a otro, los diputados lograron ingresar sin que los católicos pudieran hacer nada para sacarlos ni para ingresar al edificio, por lo que solo les quedó esperar lo que ocurriera en la discusión.

Una vez dentro del Congreso, la estrategia de la bancada de la Cuarta Transformación fue muy sencilla: no meterse a la discusión y dejar que el ala conservadora exhibiera su postura anti derechos.

Y el plan no fue equivocado, toda la bancada panista tomó la bandera anti aborto para mostrarse en contra de esta reforma. Por incumplir acuerdos, por tratarse de violaciones a acuerdos internacionales, por ser una cuestión inmoral, o por no ser algo consensuado, argumentos que tiene todo menos un sustento jurídico y que no lograron convencer a nadie.

Al final, el dictamen aprobó la reforma con 29 votos a favor, siete en contra y cuatro abstenciones. Y el humo verde salió de las paredes legislativas tras una lucha de años.

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