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martes, diciembre 3, 2024

Tercera Voz 07

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Viernes:

Ella llega al Colegio Americano para recoger al más pequeño de sus críos. Escucha de pronto que los altoparlantes anuncian que el niño pase de inmediato a la oficina principal. Ahí se entera Ella que el padre del hijo, junto con el hijo, olvidó tanto la lonchera como la mochila esa mañana. La noche anterior había pernoctado en casa del padre, el crío.

–El señor no la trajo tan tarde – Informa la secretaria.

–Pero no permitimos que se la entregara al niño ya que es una de nuestras políticas –Y continua: –el papá del niño, debo decirle, se nos puso al brinco. Por lo que toca al niño, él ha trabajado bien y se le entregó material adicional. Además, no ha estado ansioso.

Ella mira al pequeño que en ese momento está habitado  por la frustración. Impulsiva le responde a la secretaria:

–La política es frustrar a los niños, ¿entiendo?

A lo que la empleada contesta:

–No falta sino que usted también se nos ponga al brinco.

– ¿Yo?, al brinco, no, que va,– dice Ella. –Yo soy suavecita, el lunes puede leer usted en el periódico lo que realmente pienso de su política.

Pero no finaliza allí la historia. El padre iría luego a hablar con la coordinadora de la primaria, Miss Brown y en su inglés muy harvardiano le evidenciaría lo molesto que se encontraba por la falta de sensibilidad ante las súplicas para que recibieran los utensilios olvidados del crío:

–Ni Harvard tiene reglas tan inflexibles. Sentí que hablaba con la pared, no pretendo discutir su reglamento y mire que lo amerita, pero sí la ausencia absoluta de delicadeza ante esta situación excepcional. Ésta es la primera vez que ocurre y el único afectado fue el niño. No conozco además un colegio americano que tenga una regla tan absurda y mire que he trabajado en varios.

Además, por si fuera poco, cita un pasaje bíblico de San Lucas. No obstante. Miss Brown aduce:

–La regla es más bien mexicana porque si no la estableciéramos en México, imagínese usted, estarían entrando y saliendo padres de familia todo el día, a toda hora, con mochilas olvidadas de sus hijos.

 

Sábado

Ella recibe un texto en su celular; es de un hombre sin rostro… :

–Presa soy de tu prosa corazón: me mata tu prosa pero más me matas tú.

Se ríe, incrédula. No cree ya ni en la paz de los sepulcros.

El maestro Sabina, que tan bien lo dice, viene a su mente: “Los besos que perdí por no saber decir: te necesito”. Entonces ella ordena a Eric Clapton que entone Too bad y se la dedica en silencio y a – la ya mucha – distancia:

It’s too bad I don’t love you, for you have
worried me night and day. It’s too bad I don’t
love you, for you have worried me night and day.
Till my heart begins to stammer and my hair is
turning gray.

It’s too bad I don’t need you, because we get
along so good. It’s too bad I don’t need you,
because we get along so good. You must be
thinking, ‘bout this time, that my poor heart is
made of wood.

It’s too bad I don’t miss you, ‘cause you are
always on my mind. It’s too bad I don’t miss you,
‘cause you are always on my mind. I want to stay
around your circle and learn to love you all the
time.

 

Domingo:

Esa mañana antes de ir al aeropuerto Ella abre el periódico y busca con avidez la sección de los horóscopos. Ahí, bajo Leo, lee: “Algunas negociaciones pendientes tomarán nuevos rumbos, de gran beneficio para ti. También conocerás nuevas personas que influirán positivamente en tu vida, además de que podrás sostener conversaciones muy prometedoras después del día 17. Tu economía está por entrar en una fase de estabilidad. Controla tu explosivo carácter que bien sabes que no te favorece en nada. Romance en puerta; disfrútalo al máximo”.

Los críos parten con su padre a Mount Snow Vermont para esquiar ocho días. Ella los despide. El más pequeño le dice antes del adiós: “me gusta mucho vivir”. Ella lo abraza y le dice: “¿qué será lo que me pidas tú llorando y no te dé yo cantando?”.

 

Lunes:

La semana se atisba crapulosa y amurriada.

Ella, siempre se ha sabido, tiene una marcada proclividad al alcohol, al trasnocho y a la bohemia. Conocedora de ello procura mantener compostura y ser prudente dados sus fuertes compromisos laborales y familiares. No obstante, la cada vez más frecuente visita de ciertos amigos hace que coquetee con la tentación en repetidas ocasiones. Así es como esta semana Ella decide relajarse, tomar todo con mucha calma y gozar de las múltiples reuniones y convivencias a la que es invitada o que ella misma se encarga de organizar. “Lo necesito”, dice ella; “me lo merezco”, define para sí misma. Ella sabe que el mundo de los afectos es soberanamente intrincado. Hay tantos elementos implícitos que resulta prácticamente imposible conocerlos, aclararlos, ordenarlos. A sabiendas de que ella puede caer en una pasión desenfrenada que le haga olvidar, al menos por un rato, quién es, se deja abrazar por los mantos de la ilusión. Sólo para sentir tantito. Sólo un instante. Porque también está consciente que en cualquier momento, como resultado de quién sabe qué error, qué deficiencia, qué distracción, todo desaparece, el encantamiento se desvanece en el aire y por lo general sólo queda el vacío, el frío, el gris. Pero esa mañana empieza a caer en cuenta que la estación invernal queda atrás y la temperatura es agradable. Se palpa el aire tibio de la primavera. Sólo por eso, Ella sonríe y continúa su vida, paso a paso, semana tras semana.

 

Martes:

Ella sale como suele hacerlo, ofuscada del trabajo, y decide ir sola al cine a ver El Extraño Caso de Benjamín Button, sólo para recrear un poco la pupila con mega-Brad Pitt. Al final de la película reconoce a un político de las altas esferas poblanas. Lo acompaña su esposa, seguramente, o quién sabe. Escucha como él comenta a la mujer: “Esta buenísima la película, ¿es un caso de la vida real verdad, que impresionante no?”. Francamente; sin comentarios.

 

Miércoles:

11:00 de la noche. Suena el teléfono en la villa.

–¡Qué osados! Llamar a esta hora– dice Ella. Es el Kilimanjaro del D.F.; ahíto en vodka y en anacrónicos reproches: –Si me hubieras amado hace 15 años aquí estarías conmigo, pero no, claro, hiciste tu historia con otro. Yo por ti habría madreado a cualquier pendejo, habríamos hecho la mejor pareja del periodismo en México, pero tú preferías estar siempre con tus “amiguitos”, coquetear con otros, huir, escabullirte permanentemente de mis manos. Eres una mujer que huye. Eres la mujer fugaz.

Ella le responde:

–Hicimos un pacto pero tú lo estás rompiendo.– Entonces ella cuelga. Pero sabe que esa historia no termina ahí; es una historia infinita.

 

Jueves:

Ella está en la villa, con un spleen que no se aguanta. Llama a su amigo Luis y le pide que la lleve a dar una vuelta en su Mercedes, para disipar el tiempo y olvidar la vida, y que la lleve además, allí donde nadie la juzgue:

–Quisiera retirarme dos semanas de la vida– le dice a Luis en el trayecto, –sí, mira, decirle a la vida: vida, en dos semanas vuelvo, espérame un poquito y luego regreso a ver si me sorprendes con una mejor historia, más tranquilita, más dulce, más serena–.

Pero Ella sabe muy bien que sólo aprende a marca de fuego.

Luis detiene el auto y se encuentra a un amigo de la adolescencia quien efusivo le reclama: “Mira nada más, veo que le has dado la espalda al psicólogo de los pobres, al Bacardí”. Luis rompe a carcajadas mientras saca una anforita de ron de la guantera. Y si la noche es joven la tarde lo es aún más.

…Susurro tu verdad y te niegas a escucharla por falta de agudeza de tu parte o porque atizo tu fauna y la inquieto. El miedo. ¿Miedo?. Miedo. Vómito de Humo. Dice un poema de Neruda Tengo Miedo:

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Ese si es miedo. Ojos miopes. Hay hombres condenados a su mirada horizontal. Hay mujeres aladas que escapan a esas miradas. ¡Ay hombres ¡Ay mujeres! La paciencia intemporal.

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