Capítulo 56
El hombre de fuego danza en las calles
Bienvenidos, estimados entusiastas de las “letras oscuras” a esta breve charla sobre “Sectas, sus luces y sus sombras”. En esta ocasión centraremos nuestra atención en la historia de las “Hermanas de la Luz”, una organización creada en 2012, el 21 de diciembre, por la experta angelóloga Nicoleta Kovács, alias Julieta, oriunda de Hungría y nacionalizada mexicana, así como por la antropóloga e investigadora de John Dee, Catalina García López.
Espero que todos hayan disfrutado de los canapés que nuestros anfitriones hicieron con sus propias manitas. ¿Verdad, chicos?
No se rían, de verdad este congreso ha sido todo un éxito gracias a las gestiones, afortunadísimas, del grupo de la doctora Riancho: Fiat Lux. Estos fieles devotos de los seres desencarnados y el huevo áureo siempre buscan maneras de estar a la vanguardia del conocimiento. Y desde el hallazgo de las “Cintas del Sigilo”, sabemos que se ha esparcido una ola de especulaciones sobre un posible fin del mundo. Yo les digo que ese fin del mundo se halla a la puerta de cada casa. Nuestro mundo se arma y se desarma cada día, cada minuto que pasa. Surfeamos sobre la piel de la realidad sin darnos cuenta. Entramos y salimos de portales, entre dimensiones alternas, viajamos al futuro con nuestro cuerpo cuántico (lo que antes se llamaban viajes astrales) y nos telepateamos con nuestro amante mientras que con el marido o la esposa no logramos entendernos ni porque dormimos juntos. Sin embargo, el desconocimiento de cómo manejar a voluntad esos “súper poderes” hace caer en las redes de manipuladores a muchas personas. Ese es el origen de las sectas más temibles del siglo XX y XXI. Ya se sabe que arrebataron patrimonios, futuros y hasta la vida a los ilusos que se enrolaron en esos grupos a cambio de promesas sin sentido. Personas en crisis que creyeron encontrar en los rituales, cánticos, pases mágicos, ropa cuasimedieval y, a veces, asesinatos, como en el caso de la secta del Sigilo, la respuesta sus tribulaciones existenciales. Y si vinieron para saber la fecha exacta en que ese fin del mundo entrará por la puerta grande de su casa y si los agarrará desprevenidos en sus camas, lamento decepcionarlos. Aquí solo desentrañaremos el misterio de unos cassettes grabados en forma análoga por una joven, actualmente desaparecida, Valentina Acosta Suárez, esposa de Antonio Ruiz Melgar, un empresario exitoso al que las hermanas de la luz convencieron de un negocio terrible: dar a la hija que engendrara con Valentina como ofrenda, o llave, para abrir uno de los más importantes experimentos esotéricos basados en los conocimientos del mago, alquimista y matemático inglés llamado John Dee: el Sigillium Deus, o Sello de Dios.
Más adelante tendremos tiempo de revisar las bases de dicho artefacto. Ahora les compartiré los detalles sobre cómo llegaron los cassettes a mis manos. De la forma más sencilla de todas: me las entregó un sacerdote. Y fue de esta manera:
Luego del incendio que destruyó la casa de la familia Ruiz- Acosta, un hombre que agonizaba en el hospital sur de la ciudad de Puebla, chofer del empresario, pidió hablar con un sacerdote, que en esos momentos estaban muy ocupados con la deflagración que dejó una tormenta como nunca se había visto en el valle de Puebla.
Las inundaciones, los rayos que incendiaron varios clústers de gente pudiente, los grupos delictivos que hicieron estallar bombas colocadas dentro de tráilers y el caos generalizado se atribuyeron a la presencia de seres espantosos, demonios decían algunos, que empezaron a aparecerse en la forma de personas aquejadas de una furia nunca antes vista. En medio de esa destrucción, un sacerdote bisoño se acercó a la cama del chofer moribundo, quien le dijo que debía quedarse con las cintas y el walkman para escucharlas. Las había encontrado entre las ruinas de la casa de su patrón, destruida por un rayo.
El joven sacerdote le dio la extremaunción y aceptó ser guardián provisional de dicho material. Luego de escuchar el contenido, me buscó, aterrorizado. Quería saber si había sido cierto el espantoso fin de la familia. Han pasado varios meses y nadie sabe si es verdad que los tres miembros sucumbieron cuando el sótano donde se albergaba el sigilo colapsó en medio de un incendio que mató a la sirvienta, a su hijo y al prófugo Jaime FC, alias Harper. Lo que sí se conoce es el relato del chofer, consignado por el sacerdote al tiempo de recibir el material grabado: Antonio, el esposo, trató por todos los medios de salvar a su hija y a su nana cuando supo que Valentina se había ido a entregar al sigilo. Asignó a uno de sus hombres el cuidado de Maribel y de Amaris para que se las llevara a Tijuana, donde tenía una mansión de seguridad. Luego, con sus guaruras acudió en busca de su esposa a la casa de su antigua amiga y socia, Catalina García.
El chofer alcanzó a presenciar el terrible espectáculo de fieras salvajes devorando cuerpos humanos. Después supo que el marido de Julieta había entrado armado a la casa unas horas antes, pero las fieras lo habían liquidado antes de que pudiera poner en posición de tiro su ametralladora. Cuando el grupo de Antonio logró entrar a la cocina por la puerta trasera, las hijas de la luz salían despavoridas porque el sigilo había estallado en llamas y vomitaba presencias, a cual más oscuras. El sótano colapsó. Un hombre logró salir a la calle vuelto una pira humana. Reía y se convulsionaba. De pronto empezó a danzar y a lanzar carcajadas cada vez más espantosas. Era Harper. Cuando llegaron los paramédicos era solo un montón de carne achicharrada.
¿Y qué sucedió con Catalina y Julieta? La historia continuará después del coffe break. Tomemos un descanso. Ahí en las mesas auxiliares encontrarán café y galletas. Y claro, también los maravillosos bocadillos encargados especialmente para esta charla.