El retorno de la guerrera.
Lunes:
No hay permiso por parte del padre de los críos para permanecer más tiempo en las Tierras del Silencio. Así que
Ella vuelve. Hace malabares para al fin meter su corazón
indómito en las maletas. Rebelde y enojado está ese corazón de Ella. Enojado y sí, también triste ante la inminente
despedida de la K Mayúscula. A la melancolía se le suma
la tristeza.
¿Cómo hacen el amor los Dioses?, pues así como Ella y
K Mayúscula en la despedida. Una mimesis. Un acto. Sin
palabras. Así que K Mayúscula está totalmente sorprendido ante la noticia del no retorno de Ella a las Tierras
del silencio:
—He de admitir que la noticia me ha puesto muy triste.
Muy triste, pero iré a verte porque tú has hecho descubrir en mí quién en verdad soy.
—Me siento igual hacia ti. —musita Ella.
Y entonces solo se miran y se respiran en mucho silencio. Hay veces que el silencio es la mejor compañía, la
mejor respuesta, es la invitación del SER al contacto, a la
conexión más íntima con el otro, donde la palabra sobra,
simplemente no tiene cabida. El tacto hace la voz. El tacto
es auditivo y hasta se vuelve poema. Sí, el tacto poético.
Martes y Miércoles:
De regreso a la midiurbe poblana Ella recibe dos llamados
en este orden:
1:40 de la mañana. ¿Quién podría ser sino el persistente
Kilimanjaro? Y es que al parecer la historia de estas tierras
sigue instalada en el pasado. Así como detenida. Así como
si el tiempo se obcecara en no transcurrir. Emperrado en
detenerse está aquí el tiempo.
—Hola belleza, ¿te desperté acaso?
Ella lleva ya tres días sin dormir con el estrés a cuestas
del viaje, del inminente retorno. Balbucea, apenas y le dice:
—Porfa háblame mañana. Estoy literalmente muerta.
Pero quien dice que el EGO escucha al otro. El EGO es
sordo. Y el Kilimanjaro insiste:
—Ahora sí te voy ir a ver, ¿quieres que vaya ahorita?
Llego en un par de horas.
Ella cuelga y se entrega a un sueño que está en deuda
con ella desde hace ya tres largas noches. Hasta que.
De pronto.
Llega intempestiva.
La siguiente.
Llamada.
Indecorosa.
Del hombre sin
Rostro….
3:30 de la mañana:
—¿Ya llegaste? Quiero verte, te invito el fin de semana
a Cuernavaca al mejor hotel… bla… bla… bla… Ahora
sí muero por verte… ¿te vas a quedar? Es un Hotel de
la misma cadena del Camino Real el de Cuernavaca a
donde te estoy invitando, ¿vamos nooooooo?… ¿dónde
estás? Voy ahorita a verte y hacemos el amor, ¿sale?, y
ahora si te pago lo que te debo. Te lo juro.
Y es que esta voz ya del pasado MUY, MUY pasado
también es una voz que brota desde el EGO. Desde ahí
E-MA-NA-CAS-CA-DA-VI-GO-RO-SA. Pero Ella sabe su
secreto. Ese secreto en el que el hombre centra toda su
“masculinidad”. Esa masculinidad timorata, fofa. La voz
del hombre sin rostro es por demás osada, altiva y hasta
soberbia. No hay adjetivo que se aproxime a definirla siquiera. Es una VOZ-EGO que no admite transparencias,
no entiende el acto cotidiano de la respiración, no entiende que Ella simplemente estuvo a la “espera” así como un
SER totalmente “desnudo” y vulnerable a la espera, pero
la voz escupía mentiras, insensateces, no daba el rostro
y esa voz poética de la que alguna vez Ella se nutriera y
en la que Ella depositara todo su incipiente aliento de
vida tras la dolorosa separación del padre de los críos, le
escupió la mayoría de las veces su más acre gargajo hasta
que la ahogó. Casi, casi del todo. Pero Ella sabe ser grata
y la palabra “gracias” la ata a este hombre sin rostro, sin
voz, sin palabra, sin NADA, la ata por siempre. Pero él
no entiende ni ha entendido nunca nada. Ella es grande,
enorme, desbordada en todo su SER. Y él no entiende.
Su mirada está en picada, en contra picada. Así que Ella
lo atisba desde los paraísos celestes.
Pero. No hay batalla que desafíe al EGO. Ella se despierta y casi huele el aliento etílico de la voz del hombre
sin rostro y con sensibilidad de pato de plástico del pasado muy pesado, más no olvidado que de pronto tiene
nuevamente voz. Entonces, a diferencia del Kilimanjaro
a quien nada tiene que agradecerle, Ella lo escucha con
toda la paciencia. La voz-EGO delira frenética:
—¿A qué hora paso por ti para irnos de fin de semana?
Te quiero, te amo, quiero verte…bla..bla..bla… mañana
te hablo, bla… bla… bla…
“Mañana” dice la voz del mañana. —¡Maldita condición humana!— piensa Ella al alegrarse invariablemente de oír esa voz. Voz que le arrebata el ligero sueño. Y
trémula permanece “esperando” ahora sí con certeza el
encuentro.
Jueves:
Ella le envía un correo electrónico a su K Mayúscula:
—Estoy al borde de la locura. Llevo más de tres días
sin dormir. El coche está descompuesto y tengo que ir
por los críos a San Miguel Allende. Tengo que arreglar
el carro y también mi vida. Puebla significa el “pasado”.
Significa una realidad mezquina que afrontar. Lacerante. Palpitante. Y me siento minada. Solo me queda asirme al recuerdo de tu mirada verde.
K Mayúscula responde de inmediato:
—Duerme, duerme, duerme. Necesitas descansar y
retomar tu paz. Tengo tu libro e iré a verte pronto para
entregártelo, espero, personalmente.
Entonces todo el SER de Ella de nuevo se hidrata, se
inunda. Y también se deshidrata en la espera. Pero el
amor es “paciente y amable”. Así que se entrega a los brazos del Dios Paciencia. ¡Oh sacrificio!
Viernes:
Ella recibe un llamado telefónico, es el hombre sin rostro
y con sensibilidad de pato de plástico que la invita a tomar un café. “Paso por ti en diez minutos” dice. Él pasa
por Ella. Van al Italian Coffee, piden desde el descapotado
coche un café americano. Malísimo, el café. Piden otro.
Pésimo. Aguado. Lo retornan. Él, atinado —como siempre— la invita a ella desayunar “mariscos” a sabiendas de
que Ella es alérgica a cualquier tipo de crustáceo y a los
no crustáceos también, él incluido, por cierto. Pero. Ella
simplemente asiente. Total, ¿qué más da? Ella solo desayuna café. Así que se dirigen a la Marisquería “Cabo san
Lucas” o algo así, ubicada en Palmas Plaza o algo así también. Allí llegan. Ella pide un café. Delicioso, por cierto. Y
el hombre sin rostro, con sensibilidad de pato de plástico
y por cierto crudísimo, pide una sopa completa con almejas, camarones, pulpos y hasta caballitos de mar. Barroquísima, la sopa. Acompaña el acompañamiento con un
Mega cóctel de camarones y siete clamatos con cerveza.
Ella, como para no atisbarlo tan solito, pide un tequila, y
otro y otro. Tres en total. Dobles eso sí. El hombre habla,
balbucea, da explicaciones, mentiras, casi insultos a la inteligencia, casi, palabras que no convencen, pero hay una.
Una sola frase donde se concentra la verdad nunca antes
enunciada:
—Tú eres una mujer transparente y yo soy un hombre
lleno de opacidades.
Así que Ella lo mira, toma sus manos, las besa con un
beso de gratitud. Y gracias, para Ella es una palabra que
cuando se enuncia nunca, jamás de los jamases se retira.
Así que hasta lo mira con terneza, terneza que alguna
vez el hombre sin rostro le arrebatara en el pasado, ya
muy pasado, detenido en el presente. Terminan el “desayuno”. Tres tequilas dobles con tres cafés en ayunas
que mucho inquietan la corporeidad de Ella. El hombre
la llena de promesas. Ella ríe. Ríe y chupa sus dedos. Los
lame despaciiiiiiitooooooooo. Los dedos del hombre.
Sabe ya que su voz es baba. Y le ha concedido el perdón de antemano. —Pudo haber sido una gran historia.
Pudo haber sido una gran historia. Pudo haber sido una
gran historia —medita.
De regreso a la casa del árbol ambos escuchan Cold de
Chris Stapleton
Girl, the way you broke my heart
It shattered like a rock through a window
I thought we had it so good
Never really saw this comin’
Oh, why you got to be so cold?
Why you got to go and cut me like a knife
And put our love on ice?
Oh, girl, you know you left this hole
Right here in the middle of my soul
Oh, why you got to be so cold?
What am I supposed to say
If anybody asks me about you?
I guess I’ll tell ‘em I’m without you
How am I supposed to live
When I built my life around you?
Try to put yourself in my shoes
Oh, why you got to be so cold?
Why you got to go and cut me like a knife
And put our love on ice?
Oh, girl, you know you left this hole
Right here in the middle of my soul
Oh, why you got to be so cold?
I can only feel my love hangin’ on
I don’t feel like it’s over
I’m still on fire
Why you gotta be so?
Oh, why you got to be so cold?
Why you got to go and cut me like a knife
And put our love on ice?
Oh, girl, you know you left this hole
Right here in the middle of my soul
Oh, why you got to be so cold?
Why you got to be so cold?
Why you got to be so cold?
Got to be so cold
Se despiden con las corporeidades sin sosiego. Así como
con “mal de Parkinson” que de pronto los toma por asalto
a ambos. Pero si algo tiene Ella claro y hasta tatuado es
que ese cuerpo inquieto está así por la ausencia de
K Mayúscula y ese cuerpo habrá de esperarlo hasta que venga
a verla. A él y en él se pertenece. Simplemente lo sabe. O
lo cree. Es un pacto. Pacto que no se enuncia. La nueva
trama del año se llama
K Mayúscula. Pobre ilusa. Ella.
…Aquí estoy como quien nunca aterriza del todo. El retorno de la guerrera. El SER está en otra parte. Refugiado en
tu mirada. Escondido. Con miedo. Ahí se anida en tus ojos
verdes mansos, claros, casi tibios. No hay de donde más
asirse. Famélica de tu mirada. Estoy