Capítulo 01
LLEGA A ESTE ESPACIO La Tercera Voz. La Tercera Voz es la voz de Ella. Ella posee una mirada atónita, de sorpresa constante que recorre los mismos paisajes y los reinventa con otra mirada. Como dice Proust: “El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en ver las mismas cosas con nuevos ojos”.
La Tercera Voz trata de la cotidianidad de los lugares que habita y transita el personaje Ella, historia relatada por un narrador impersonal a manera de diario. La otra historia, na- rrada en primera persona, es el relato imaginario de Ella, en permanente fuga, ininterrum- pidamente, como cascada. Posee un lenguaje etéreo, como el libre fiuir de la conciencia, casi onírico. La Tercera Voz nos cuenta entonces dos historias paralelas y entrelazadas en fiujos orbitales, hermanos. La Tercera Voz es la del hipócrita lector. Así nacen y palpitan tres voces en La Tercera Voz.
María Clara de Greiff es una periodista independiente colombo-mexicana, maestra en Letras Iberoamericanas por la UIA.
Ha sido colaboradora, ensayista y columnista de periódicos y revistas, como El Financiero, El Nacional, El Columnista, E-Consulta, Revista de Cine Kinetoscopio y Connexion W Houston, entre otros. Ha prologado más de 15 libros para México Soy.
En 1996 recibió el Premio Nacional de Periodismo en México. En abril de 2021, recibió el Faculty Research Award de The Leslie Center for the Humanities de Dartmouth College para escribir el libro Manos que Hablan; Voces de las Granjas Lecheras del Upper Valley. En mayo del 2022, recibió de manos de Martin Luther King III, el Premio Holly Fell Sateia de la Oficina de Diversidad Institucional y Equidad de Dartmouth College, por su liderazgo y compromiso con la justicia social.
Actualmente, trabaja como directora de La Casa Living Learning Community y como profesora de es- pañol en el Departamento de Español y Portugués de Dartmouth College. Además, es cofundadora de la organización FUERZA Farmworkers’ Fund, concebida para apoyar las necesidades urgentes, los medios de subsistencia y el bienestar de las comunidades migrantes de las granjas lecheras del Upper Valley.
Miércoles
Ella estaciona su auto en la sombra del callejón de la 5 Poniente. Desde niña, cuando aprendió a leer, devora con su mirada cuanta letra, signo y símbolo se le atraviesan en la vía pública. En una despintada pared resalta un esténcil de dos octosílabos: “donde sobra corazón, no hace falta munición”. –¿Será posible?– cuestiona.
De regreso a su dosis regular de cosmopolitanismo –o cosmopolitismo– sanadreseño, Tom Petty sonoriza el trayecto insistiendo en que no se retractará. Ella tararea a la par: – “No I won’t, back down”–. Entonces decide relajarse con un trago y se cita justamente ahí, en uno de esos antros de dudosa reputación de la 14 Oriente, con el mismísimo gerente –¿o será regente?– del infierno. Así es como recibe de obsequio el libro Crímenes Imperceptibles del autor argentino Guillermo Martínez, editado por Planeta. Se trata de una inteligente novela policíaca sobre un joven matemático argentino becado en Oxford. Ella hace una lectura intermitente de la aguda y entretenida trama, pero el texto es más que esto: tras el enigma de la muerte de la casera del becario, Mrs. Eagleton, deviene la relación entre crímenes seriales ocurridos en Oxfordshire, con teoremas y ecuaciones matemáticas. Si bien pretenden descubrir la verdad de los asesinatos, engendran nuevos nudos y redes. Impecable, la novelita. Ella recomienda ampliamente la lectura de este libro. Sin dejar de notar el error de ortografía en la antepenúltima línea de la contra solapa.
Viernes
–“Por fin el fin”– dice Ella. Una velada ligera –como las prefiere– en el Pallawatsch es la opción más indicada para esa noche. Sin duda. La promesa de la cocina étnica lenta acompañada de un vino caliente son por sí mismas suficientes razones para acudir. La exposición Flores de Rosa de la pintora peruana Rosa Teresa Chamorro Val- derrama estaba por inaugurarse. Además, habría música andina con el Grupo Llallawa. –“Es una lástima que el Pallawatsch haya anunciado ya su despedida”– recuerda lacónica después del tercer vino caliente.
Sábado madrugada
Al llegar a la que pronto dejaría de ser su casa y con media docena de vinos calientes a cuestas, Ella se dispone a leer esa vieja carta del amigo Charles E. Logofílica que es, la lee y la relee, entre espasmos y mareos:
“Estoy bebiendo sin parar desde hace 36 horas. No es mucho, pero tampoco es tan poco. Ahora mismo estoy escuchando al rockero poeta de la depresión; Leonard Cohen. También estoy bebiendo vino. Y refiexionando sobre el arte de ser (¿alguna vez has leído mi columna de la revista Cenizas?, tiene que ver con el dominio del espíritu sobre la pasión, y mis reflexiones que aparecen pasado mañana, domingo, tienen que ver más con la amargura que con la dicha de sobrevivir). Ayer estuve con Lucía de las 8 de la noche a las 4 de la mañana. La historia es larga. Venía yo de estar en la cantina de uno de mis herma- nos más queridos: Andrés Salazar (de quien no te puedes enamorar porque es puñal, así que no insistas en que te lo presente). Me hizo un pescado (él lo preparó para mi deleite) delicioso. Y me explicó que el arte de la cocina se basa en el respeto, y que no hay un buen platillo si no media una tonelada de respeto (por el rito, por las manos que lo preparan, por el clima, por la tierra). Tú tienes ese arte. Ojalá muy pronto te pueda llevar ahí. Me pondría de tapete para que tus pies descansaran en mí. Mi misión en la vida es halagarte y respetarte. Le platiqué a Jorge la invitación que me hicieron para que presentara la bio- grafía no autorizada de Penélope Hayeck en la Feria del Libro de Minería. Se prendió del teléfono como si le estu- viera describiendo una fellatio. Bueno, la cosa está así: el 2 de febrero presento mi libro de cuentos en una cantina de El Parral (La Jarocha), atendida por forros de mujer, y el 3 me toca presentar la biografía de Penélope Hayeck (‘nadie que no seas tú puede presentar ese libro’, me dijeron de Random House que precisó, Günther Petrak el autor. La mujer que me lo comunicó tenía una voz tan hermosa que me enamoré de ella, y se lo insinué). Me estoy divirtiendo horrores con esa biografía. Anoche es- tuve en un reventón atrás de la UDLA; los chavos hacían cola por saludarme, ¿cómo es posible semejante estulticia? Cuando me decían palabras elogiosas yo los paraba en seco: Lee a Quirarte (maestro), lee a Rolando Rosas Galicia (maestro), lee a César Rito Salinas (maestro), lee a Carlos Téllez (maestro), lee a Clarice Lispector (maestra), lee a Eusebio Ruvalcaba (maestro), léeme la mano y bésala, hijo de tu pinche madre. Iba yo a ir al reventón de anoche con una súper vieja: Estefani. Tiene 54 años y se viste exactamente como yo le digo: con calzones o sin calzones, con medias negras, transparentes o del color que yo le diga, con brasier o sin. Y además está en su punto. Le digo camina de aquí a la esquina ida y vuelta, me obedece y los carros se detienen. Está hecha un cuero. Una vez quedé de alcanzar a Myriam en una fiesta. Lo hice pero llegué con esta vieja. La llevé directamente hasta Myriam, se la presenté y se hicieron amigas a lo bestia. Le dije a Myriam levántate la falda y enséñale tus medias a Estefani (por cierto, el sábado que nos vimos Myriam llevaba esas medias que tanto me gustan y que tú también te pones y me obligan a cogérmela y partirla en dos). Y a Estefani lo mismo. Se rieron tanto que terminaron dándose un beso. ¿Sabes por qué me mantengo vivo? Nada más para evitar que Myriam se engulla a mi hijo. Es tan absorbente y castradora, que tengo que fungir como un sobrepeso (no te enojes conmigo porque te abro mi corazón). Oye, ve: se va a celebrar un homenaje a Pedro Ángel y me invitaron a participar. Les dije que no, gracias. Que pongan un anuncio en el zócalo solicitando un participante y les van a llover 400. ¿A quién es a la única mujer que respeto? A ti: hermosísima, hermosos también tus pies.”
Hasta aquí la carta. Ella dormita.
Sábado en la tarde
Ella va al cine. Compra a la chava de la taquilla un boleto para esa película de la que tanto le han hablado: A la Orilla del Cielo, del turco-alemán Fatih Akin; a los 40 minutos decide salirse; la chava de la taquilla le dice: “¿está segura?”. ¡Méndiga, la película! cuánto drama, amor frustrado, desencuentros y zozobras. Ella sale estupefacta. Es la tercera o cuarta vez que esa chava se ríe de Ella. ¿De dónde la conoce?, quién sabe.
Sábado noche
Antes de caer en un sueño plácido, Ella, gracias a San Tafil, espera y divaga:
… Hurgo en tu fauna y me inquieto. Pudo haber sido una gran historia… semicrisis, silencios, encuentros, desencuentros y destiempos. Seres quebradizos. El amor, acto imaginario. Lo que empezó allí precisamente donde acontece el erotismo, en el pie, en el tacto suave, táctil y dulce del pie, se derrota en la batalla de los egos, de los silencios, de lo predecible. Lo vaticiné con certeza, sin embargo, en ese primer deslumbramiento. Lo escribí: “mis pies tienen voluntad propia, han llegado a ser obcecados. Se afanan en buscar el tacto eterno de aquel hombre acaso imaginario, acaso perdido por siempre”. Le dije a Blanca Victoria: “el amor es inasible, es ese algo perdido por siempre. ¿Por qué nos empeñamos en su búsqueda?” Me respondió afablemente, –“Qué lacaniana te viste; lo que resistes persiste”–. Estoy cansada de SER. Ya no hay lluvia…
Ella duerme o eso cree.
El mejor truco del diablo consiste en hacerte creer que no es él. Si bailas con el diablo, te acuestas con él.