A pesar de que Eduardo Rivera Pérez se siente empoderado tras su participación en el debate entre los aspirantes a la gubernatura y la movilización electoral de la Marea Rosa, al interior de la coalición Mejor Rumbo para Puebla tienen la certeza de que más allá de la ciudad de Puebla y la zona conurbada no existe ninguna competitividad, por el simple hecho de que nadie conoce al yunquista y la estructura paralela que armó a través del partido huachicolero Pacto Social de Integración, sencillamente no funciona.
Rivera Pérez es un lastre para la campaña del PRIAN, los candidatos lo saben e incluso evitan hacer campaña a su lado. En la capital poblana, Mario Riestra Piña fue prácticamente obligado a arrastrar al exalcalde pese a que todos los errores del Ayuntamiento de Puebla y escándalos por violencia perjudican directamente al abanderado al municipio.
A eso hay que sumarle la detención de Tania N., quien está acusada de seis delitos, entre ellos, posesión de armas de uso exclusivo del Ejército, cohecho y posesión de narcóticos con fines de venta.
Entre más información aparece sobre el caso, más escándalos se acumulan.
La detención, aunque la oposición intente maquillarlo, sumió al PRIAN en la peor crisis que pudieran imaginarse debido a que el barco electoral estaba en franco declive y se precipitó con el escándalo de la candidata a diputada local y compañera de fórmula de la dirigente estatal del tricolor, Delfina Pozos Vergara.
Eso llevó a que al interior del PRIAN cambiara la lógica de la competencia: Ya no se trata de buscar un triunfo sino en rescatar lo que se pueda, de ahí que la preocupación no está centrada en Eduardo Rivera Pérez —cuya campaña de por sí ya era testimonial— sino en las candidaturas a diputados federales y locales.
Entre los aspirantes a legisladores todavía guardan la esperanza de cosechar en el voto switcher e inconformes con Morena, principalmente en la capital y la zona conurbada, pero el escándalo de Tania N., sumado a los problemas de inseguridad y la evidente incapacidad del velador, Adán Domínguez Sánchez, para mantener a flote el barco, inhibe precisamente al voto indeciso, a los electores informados y a las clases medias altas, en donde es más factible que estén enterados de la ola informativa sobre los presuntos vínculos de la abanderada priista con el crimen organizado.
En dichas franjas electorales es donde permea con fuerza la percepción de inseguridad y en donde el desencanto hacia los partidos políticos los ha llevado a ignorarlos. Este escándalo, además, ahonda la confirmación de que no sirve nada salir a votar, pues son tan malos los pintos como los colorados.
Es por eso que la Marea Rosa, por sí misma, no revela nada adicional ni representa alguna preocupación para Morena. Los que salieron a marchar de por sí tenían decidido su voto en favor del PRIAN y otros muchísimos fueron los acarreados del Ayuntamiento de Puebla y los gobiernos municipales de la franja conurbada.
El elector indeciso sigue precisamente en esa postura. Eduardo Rivera confía en que ganará la capital y la zona conurbada, lo que aporta aproximadamente 40 por ciento de la votación estatal, pero se le olvida una cosa: Miguel Barbosa Huerta también perdió en esas áreas y aun así llegó a Casa Aguayo por el voto al interior del estado.
Es en este contexto, en que los aliados de Eduardo Rivera, poco a poco, han entendido que no hay futuro con el exalcalde. Ahí está el caso de los integrantes de diferentes cámaras empresariales, quienes dan por ganador a Alejandro Armenta Mier y del panista solo tienen una opinión: “Es un soberbio que no cumple”.
Si los problemas del PRIAN eran bastante peliagudos antes del escándalo de Tania N., el gravísimo error de llamar “morenacos” a los simpatizantes de Morena y la sobrada confianza en la Marea Rosa, seguramente le pasaran factura al yunquista este 2 de junio.
Faltan una semana y media para la elección, Eduardo Rivera dice que va a ganar, aunque la realidad pinta totalmente diferente.