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jueves, noviembre 21, 2024

Escenas paranoicas de la temporada electoral (El efecto del eclipse)

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¿Estamos todos demasiados nerviosos o es mi percepción?

Una tuitera le reprochó a Carlos Loret que se haya vendido al presidente López Obrador.

¿La razón?

Que en la mesa de postdebate del domingo en Latinus los comentaristas concluyeron que Claudia Sheinbaum había ganado el debate.

(Sólo Héctor Aguilar Camín dijo en el programa de Leo Zuckermann, la noche del lunes, que nadie lo había ganado).

La tuitera @ryo_hermoso, que alcanza los 110 mil seguidores, le reprochó a Loret que él y sus analistas se hayan ido en contra de Xóchitl Gálvez en la citada mesa.

Y además sugirió que el presidente López Obrador ya lo había comprado.

No es cualquier tuitera.

@ryo_hermoso era una auténtica fan del periodista al que ahora abomina.

A esa misma hora, pero en Imagen TV, Epigmenio Ibarra y Germán Martínez se lanzaban bolas de lodo en el programa especial conducido por Ciro Gómez Leyva.

El dedo gordo de la mano izquierda del camarógrafo presidencial se empezó a mover de una forma muy extraña casi al final de la emisión.

(Así empiezan los infartos).

Fue tal el estrés, que Ibarra bajó la mano y la escondió.

Germán Martínez —exdirector del IMSS y senador de la República por cortesía de la 4T— acababa de romper una foto en la que posaba junto al presidente.

Gómez Leyva notó el enojo de Epigmenio Ibarra y concluyó la transmisión.

Martínez también se apenó y guardó silencio.

Poco antes, las descalificaciones crecieron como en un sembradío de amapolas.

Sólo faltó que llegaran a los golpes.

En otra mesa, pera ésta de Televisa, los participantes de Tercer Grado estuvieron de acuerdo en que Sheinbaum ganó el debate.

Hasta Raymundo Riva Palacio estuvo de acuerdo en eso.

El mundo al revés.

Los odiadores de la 4T —como los conocen los adictos al presidente— estaban por fin de acuerdo en algo que los alegraba: que Xóchitl Gálvez había fracasado en sus intentos por lastimar a Sheinbaum.

Ni un rasguño le hizo.

Tras los postdebates, las redes entraron en una esquizofrenia absoluta.

Los enemigos de AMLO vomitaron encima de los Loret y compañía.

Los acusaron de vendidos, chayoteros, cómplices del presidente.

Y quienes todos los días les pegan, compartieron sus audios y videos, y los usaron para estimular su narrativa.

Regreso a la pregunta con la que inicie esta columna: 

¿Estamos todos demasiados nerviosos o es mi percepción?

La respuesta tiene que ver con la temporada electoral.

Hay quienes se juegan la vida en estas elecciones.

Quieren todo o nada.

Uno de los personajes que más está sufriendo la esquizofrénica temporada es Santiago Nieto, quien se convirtió en paria luego de haber sido un poderosísimo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.

Nieto era muy temido, el más temido de todos —por encima del fiscal Gertz Manero—, y ahora es un patético publirrelacionista de sí mismo que se muere por una candidatura de Morena en Querétaro.

(Su caso fue resuelto satisfactoriamente para él en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación justo en el momento de redactar esta columna).

En aras de engañar a los consejeros del INE, dio la dirección de una supuesta casa asentada en San Juan del Río Querétaro como prueba de que reside ahí.

El problema es que la casa no es casa sino un terreno baldío.

A la par de esta trama, trascendió en las últimas horas que la UIF, ahora controlada por Pablo Gómez, inició una carpeta de investigación en su contra.

Ahora se entiende la razón por la que el día del debate corrió apresuradamente para saludar a Claudia Sheinbaum.

Vea el hipócrita lector:

La doctora Sheinbaum acompañada de Jesús María Tarriba, su esposo, bajó de un automóvil para dirigirse a las instalaciones del INE.

Al verla, Santiago Nieto dejó parada a Carla Humphrey, su esposa, y se enfiló corriendo en dirección a la próxima presidenta de México.

Por supuesto, la saludó de lo más obsequioso: con abrazo y beso en la mejilla.

¿Qué hacía ahí nuestro personaje?

¿Era uno de los invitados de la candidata de Morena?

Nada que ver.

Nieto estaba en ese lugar acompañando a la consejera Humphrey.

Digamos que entró por la puerta trasera en aras de acercarse al exquisito círculo del poder.

Las malas noticias llegaron con las horas.

La candidatura —si la ley se hubiese aplicado — se habría venido abajo.

Y la investigación de la UIF —enderezada también en contra de Sergio Humphrey, su cuñado— parece que va en serio.

Mal empieza la semana quien mira sin mica un eclipse de sol.

“Le faltó grandeza”, dijo alguna vez don Miguel Barbosa de Santiago Nieto.

Hoy lo que también le está faltando es el deseado, soñado, fuero constitucional.

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