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sábado, noviembre 23, 2024

Juan García Ponce, el inocente perverso

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A Hernán Lara Zavala, con quien comparto una “complicidad garciaponciana”.

 

I. El crítico de arte y de literatura. 

Nació el 22 de septiembre de 1932. Fue uno de los mejores críticos de pintura de su generación. “Tradujo” a la Generación de la Ruptura: Manuel Felguérez, Fernando García Ponce, Vicente Rojo, Arnaldo Coen. Después, a una generación más joven: Gabriel Macotela, los hermanos Castro Leñero, Irma Palacios. Escribió un ensayo formidable sobre el gran pintor Balthus. Era capaz de describir lo que sucedía en el interior de una pintura.

Fue también un crítico literario de excelencia. Contaba y descifraba las tramas de autores entonces desconocidos. Así, nos descubrió a Robert Musil, el gran escritor del Imperio Austro-Húngaro y a Pierre Klossowski. Escribió también sobre Thomas Mann, Rilke, Henry Miller, Borges, Lowry… Tradujo a Marcuse y a Klossowski.

 

II. El narrador.

Escribió novelas y cuentos. Sus novelas son múltiples. Quizá su obra maestra es Crónica de la Intervención, un intento de “novela total”, que además de un compendio de los temas de Juan -la alteridad, la presencia del tercero, la perversión como un camino hacia la pureza-, es una de las grandes novelas sobre la matanza del 68, junto con Palinuro de México, de Fernando del Paso.

Sus cuentos más conocidos son “La gaviota” -homenaje a Chéjov-, “El gato” -en su casa podíamos apreciar los dibujos que sobre este cuento hizo Roger von Gunten, gran pintor sobre quien vimos su obra más reciente en el Museo de la Estampa de la CDMX hace unos meses– y “Tajimara”.

El cuento de “El gato” nos describe cómo una pareja acepta la presencia de un tercero -un gatito- sin el cual, después de un tiempo, ya no pueden amarse. En posteriores novelas el gato será “el tercero”, el amante, el voyeur. “Tajimara” describe la imposibilidad del amor, un tema muy caro a García Ponce. Fue llevada al cine por Juan José Gurrola. Allí podemos ver a Pixie Hopkin, Mercedes Oteyza, Claudio Obregón, Manuel Felguérez, al propio Juan. Todos amigos, que entre sí tejieron también unas extrañas redes amorosas.

 

III. Un regalo en mi vida. 

A principios de 1981, vi un letrero pegado con diurex en uno de los pilares de la Facultad de Filosofía y Letras: “Juan García Ponce solicita ayudante”. Llamé por teléfono, hice una cita y Juan me eligió. Así, el 5 de febrero de 1981 me dictó la primera frase de Inmaculada o los placeres de la inocencia: “Desde un principio Inmaculada pareció haber sido elegida por el mal”.

Los cuatro años que fui su amanuense definieron mi camino en muchos sentidos. No puedo describir mi infinita gratitud, extensiva a Mercedes Oteyza. Escribí un libro sobre su obra: La inocente perversión: mirada y palabra en Juan García Ponce (CONACULTA, 2006) y una novela El maestro y la escriba, todavía inédita.

 

IV. Lectura de “Tajimara”. 

En los últimos meses, en el Museo del Estanquillo de la Ciudad de México se ha estado presentando la exposición Carlos Monsiváis y Juan García Ponce: Vasos comunicantes, con la curaduría de mi amigo Ángel González y la hospitalidad del Museo del Estanquillo, cuyo timonel es Henoc de Santiago.

Para cerrar con broche de oro esta exposición, el próximo sábado 9 de abril, a las 12 horas, en el citado Museo, habrá una lectura dramatizada de “Tajimara”, con la participación de Rafael Segovia, Daniel Escoto y Pixie Hopkin, lectura en atril de Christian Lara y Dalia Salcedo y la dirección de Irving Toledano.

Si se animan, allá nos saludamos. Me encantará verlos.

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