Inicio por expresar a mis amables lectores los mejores deseos para este 2023.
Este año, sin duda, será marcado por cambios políticos que ponen a prueba el nuevo entramado social que se vive en la transformación de la vida pública del país.
Dos casos disímbolos, pero con similitudes en la amplia legitimidad con la que se consolidaron son muestra de que los tiempos y las formas ya cambiaron: la designación de la ministra Norma Piña Hernández, primera presidenta en la historia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, como gobernador del estado
En el caso local, con la mayoría de los votos a favor de los legisladores locales, la designación de Céspedes fue un proceso en el que, pese a algunos intentos fallidos, no intervinieron actores externos ni se designó por intereses políticos de grupos, sino que fue resultado de una valoración genuina de los poblanos representados por las fuerzas políticas en el Congreso.
Lo anterior refleja un verdadero ejercicio democrático y madurez de los actores locales para asumir su responsabilidad en un momento histórico, lo cual generó estabilidad política y social, además de que no truncó la dinámica transformadora que inició el gobernador Miguel Barbosa.
Para llegar a la definición, los integrantes de la LXI Legislatura valoraron las cualidades del otrora presidente de la Junta de Coordinación Política, como un extraordinario gestor de recursos, político con experiencia en la administración pública y legislativa, así como un hombre con valores familiares, cuya eficiencia ha quedado demostrada en los primeros días de su administración.
Por su conocimiento congresal y por haber acompañado desde su creación buena parte de los proyectos de su antecesor, el gobernador Céspedes tiene en claro las prioridades para la entidad: en primer lugar, la seguridad, por lo cual ha tomado acciones regionales contundentes para inhibir el hampa.
De la misma manera, la cercanía con los ciudadanos para escuchar sus necesidades más sentidas e impulsar políticas sociales efectivas.
En el caso de la ministra Piña, su votación se dio en medio del más amplio escrutinio y apertura a la sociedad, pero con el voto razonado de los integrantes del Máximo Tribunal que respondió únicamente a las necesidades del Poder Judicial, sin la intervención externa, como ocurrió en el pasado, cuando el presidente de la República se convertía en el gran elector.
La primera presidenta de la Suprema Corte tiene una consolidada carrera judicial de más de 25 años, conocedora de la realidad del país, defensora de causas sociales y con una ética comprobada, que consolidará la independencia de este Poder, ante presiones externas.
Como ya hemos dicho, los tiempos y las formas ya cambiaron, está claro para aquellos que lo quieran ver.
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