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viernes, noviembre 22, 2024

Solo les quedan el mercado

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En la praxis tecnócrata, el mercado es el Dios omnipotente. La mercancía es la consecuencia de la creación divina. El libre flujo de inversiones bursátiles -que no de inversión extranjera directa es ante quien el ser humano debe persignarse. La tecnocracia es la derecha y en México esa corriente la representa en su profundidad el PRIAN, lo mismo que los organismos parásitos de la “sociedad civil” y otros como el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex. Desde 1968, México había dado un giro importante hacia la izquierda y fue frenado brutalmente por el Estado represor priista, aplaudido por los Bárbaros del Norte y demás panistas que creían ver en la izquierda al mismísimo diablo. El mundo siguió su curso y cuando el neoliberalismo comenzaba a tener su máximo esplendor, nuestro país nuevamente giró a la izquierda. El proyecto de nación de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano iba en contrasentido a los dictados del Consenso de Washington. Para impedir que eso ocurriera, el PRI y un sospechoso PAN y las élites neoliberales impusieron en la presidencia al más radical de sus tecnócratas, Carlos Salinas de Gortari. En ese cambio fue cuando el PRI y el PAN entendieron que tenían más en común de lo que pensaban. Panistas como Diego Fernández de Cevallos no salían de Los Pinos, orquestaban golpes contra la oposición y avalaban los más de 3 mil muertos del PRD. Fueron años de bonanza para el PRIAN, las cámaras empresariales, las parásitas organizaciones de la “sociedad civil”. El neoliberalismo y sus excesos gozaban de cabal salud. Así transcurrió todo hasta que llegó el 2006. Un fraude electoral impidió el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República. El status quo pensó que eso era suficiente para acabar con el adversario. Lo que nunca vieron es que el PRIAN iba en caída libre. Felipe Calderón Hinojosa le puso uno de los clavos más trágicos y dolorosos al ataúd con su estúpida guerra contra el narcotráfico, mientras que la frivolidad y rapacidad de Enrique Peña Nieto cerró por completo la caja mortuoria. En 2018, un fracturado PRIAN vio al país girar una vez más a la izquierda. Y, a diferencia de las ocasiones pasadas, México siguió en la izquierda. En el PRIAN no anotaron ni las placas del camión que los atropelló. La derecha mexicana, los organismos parásitos de la “sociedad civil” -que ahora se creen los únicos demócratas del país-, el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex, el status quo del neoliberalismo fueron masacrados en las urnas. Su último discurso sobre el que basaban la imposición de su modelo, es decir, la democracia, quedó obsoleto. La 4T los aniquiló con sus propias reglas. Saben que han perdido la batalla, pero tienen una última carta que ya se vio que están dispuestos a jugar a pesar de los altos costos que traería para millones de mexicanos que les dijeron que no los querían en el gobierno. Es la carta del mercado. Quieren que su Dios regrese a México una vez más al neoliberalismo. Por eso no sorprende que Morgan, Fitch, la Embajada de EU denuncien, se quejen, adviertan. Están creando el caldo de cultivo.

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