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domingo, noviembre 24, 2024

La Amante Poblana 36

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Capítulo 36

Se dice que… cuando bebe miente

 

La Chiquis Estrada, Paula Aramburu y Lola Pérez-Monroy no habían visto a Lupe desde el velorio.  

Antes de que llegara se pusieron al día con los chismes.  

Se decía que Lupe estaba tomando el doble de ansiolíticos. Se decía que Fernando papá había reanudado su amistad con Juancho Torres para volver a hacer negocios. Se decía que Fernandito había sido asesinado por los narcos a los que les lavaba dinero. Se decía que dejó muchas deudas. 

Se decía que Anais podría haber estado enredada con uno de los malandros que mataron a su marido. Se decía que, tal vez, volvería a Orizaba porque Lupe la iba a dejar en la calle. Se decía que había hecho un escándalo en el gimnasio al toparse con la amiga íntima de su marido. Se decía que, además, andaba de cacería en el mismo gimnasio. Se decía que Narda Velázquez la esta coucheanado. Se decía que ahora Narda, cansada de putear con hombres, podría estar involucrada con Anais. Se decía que ambas planeaban joderse a Lupe sacándole sus trapos sucios. Se decía que Narda le había presentado a Senderos, que, a su vez, como se dijo hace mucho tiempo, había pasado por su cama. Se decía que Senderos le iba a cobrar los honorarios a pernadas.  

Se decía que Lupe iría a buscar a Manuel para que vendiera a su clienta. Se decía que Senderos había aparecido en el funeral porque ya le traía ganas a la viuda. Se decía que, por la influencia de senderos con los jueces, igual y Anais le ganaba a Lupe. Se decía que Fernando papá en el fondo apoyaba a su nuera. Se decía que siempre fantaseó con ella, aunque estuviera casado con su hijo.  

Se decía que entre Fernandito y Anais había un pacto de no agresión porque Fer era gay de clóset. Se decía que el galán era su mejor amigo, Gerardo Rugarcía. Se decía que Gerardo no apareció en el funeral porque su mujer le había cachado fotos comprometedoras con el muerto. Se decía que entonces el sospechoso le había dado una madriza a su mujer por dudar de él y por andar de metiche en sus cosas.  

Se decía que Lupe combinaba Lexotán y Tafil con whisky. Se decía que los gritos en esa casa se escuchaban hasta la casa de los Abad. Se decía que la criada de los Amaro iba y regaba el chime por todo el vecindario. Se decía que los Amaro no habían pagado el mantenimiento del club de todo el año. Se decía que estaban a punto de contratar guaruras porque los narcos que mataron al hijo se querían cobrar a lo salvaje. Se decía que Lupe llamaba a su bruja para hacerle trabajos a su nuera.  

Se decía que Tina le sabía un secreto inconfesable a Lupe. Se decía que ese secreto involucraba al marido de una de ellas. Se decía que igual y el secreto también embarraba a Narda. Se decía que por eso la amistad entre ellas se había pulverizado. Se decía que en Las Vegas Narda y Lupe le pagaban a chavillos para que se las cogieran. Se decía que hasta corría cocaína. Se decía que Fernando papá nunca dejó de querer a Narda tras el amasiato. Se decía que Narda le sacaba dinero aprovechándose de su enculamiento. Se decía que la única que sabía si todo era cierto era Tina.  

Se decía que la embolia de Tina se había presentado por excesos. Se decía que pasaba todo el día dopada y ebria. Se decía que ¡qué espanto!, tenía un perro que le hacía cunnilingus. Se decía que, años atrás, cuando su marido aún era funcionario de gobierno, les gustaba hacer tríos. Se decía que en esos tríos participaba Narda, y tal vez hasta la propia Lupe. Se decía que aparte de ser aficionados a los tríos, el marido de Tina tenía mañas más perversas. Se decía que esas mañas consistían en que, él invitaba a sus auxiliares más jóvenes a casa y los mandaba a la recámara de la pareja con cualquier pretexto y que dentro de la recámara estaba Tina en neglillé y los asaltaba. Se decía que entonces él disponía una cámara oculta en donde grababa a su esposa teniendo sexo con los muchachos y luego veían la grabación juntos. Se decía que él hacía eso porque no se le paraba el pito desde los cuarenta por su abuso de cocaína. Se decía que por eso Tina decía que su esposito era absolutamente dependiente de ella.  

Se decía que Lupe conocía esta trama y que ella la había filtrado en los vapores del Libanés. Se decía que ya también la iban a dar de baja de ese club por morosa. Se decía que era por ello estaba tan amargada, y por eso pelearía con Anais: para quedarse el departamento, vender y pagar sus deudas para así seguir perteneciendo al círculo de siempre. Se decía que Fernando no era tan blofero y que llevaba años diciéndole que vendieran la casa de Las Fuentes porque era un gasto innecesario. Se decía que los otros hijos eran más huevones que pegarle a Dios. Se decía que Claudita, mujer del menor, estaba a punto de pedirle el divorcio, harta de mantenerlo.  

Se decía que Lupe pensó en buscar antes a Senderos para que le llevara el asunto, pero que Anais se movió más rápido. Se decía que Anais iba cada vez más emputecida al despacho del abogado. Se decía que, en una de esas, ya andaba con él antes de que Fernando estirara la pata. Se decía que Anais no debería de confiarse de Manuel Senderos porque era extremadamente raro y machista. Se decía que él sólo se la iba a tirar y luego la iba a botar. Se decía que el fin de semana pasado Anais había recibido a Narda y a Senderos en su casa. Se decía que era muy probable que hubieran acabado los tres enredados.  

Se decía que además Anais salía de hace meses con un médico. Se decía que ese médico sí estaba embobado con ella. Se decía que no le cobraba la consulta. Se decía que, al igual que con Senderos, Anais iba ataviada como si fuera dueña de un burdel. Se decía que esa muchacha iba a terminar mal. Se decía que, si no terminaba mal, Lupe se encargaría de enterrarla socialmente, aunque fuera con infundios. Se decía que Lupe tenía autoridad moral para hacerlo, o al menos ella navegaba con esa bandera. Se decía que ahorita que entrara Lupe por la puerta, todas especulaciones serían desveladas. Se decía que ahora sí iba dejar de aparentar que amaba a su nuera. Se decía que se decía, que se decía, que se decía, que se decía… 

–Hola a todas, perdón por la demora. Les traje dedos de novia.  

–¡Lupita adorada!, pasa, mujer. Te estábamos esperando para comenzar. Antes que otra cosa queremos que sepas que estamos contigo y que te vamos a ayudar a transitar por esta pérdida. Cuentas con todo nuestro apoyo y nuestro amor.  

–Gracias, queridas. Les suplico que sólo por esta ocasión no hablemos de lo que le pasó a mi niño. Me ha costado la vida levantarme. Sí me entienden, ¿verdad? 

–Claro, mujer. Pasemos un rato agradable. ¿Quieres café para los dulces? 

–No, no. Bueno un poco. Pero también dile a tu niña que me sirva un coñaquito. A ver si no me cae mal. Llevo más de dos meses sin beber una copa.  

Se dice que Lupe mentía siempre cuando bebía… aunque bebiera agua.  

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