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sábado, noviembre 23, 2024

La Tercera Voz 42

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Los silencios de la semana…

Lunes:

Ella va a comer con un “exjefe” suyo a quien tenía ya cuatro años sin ver. El hombre; Doctor A. llega puntualísimo
al lugar acordado: Restaurant Intro. Arriba en la pared
hay una casa-nopal. La casa-nopal. Conversan dos horas
exactas o mejor dicho él con toda esa paciencia y pose
“harto segura” e inundado de racionalidad la escucha a
ella. Ella toma la palabra y habla de las historias del pasado aciago, las huídas, los retornos, el Ser roto. En añicos. Los travestismos del alma y que esto y que lo otro,
los amores a la distancia, la K Mayúscula, los monos, los
sapiens, los neandertales, los Kilimanjaros, lo mucho que
extrañó el tequila. La casa-nopal. La sabiduría del dolor,
los críos bla, bla, bla. Curiosamente Doctor A. tiene también su carga de dolor a cuestas, uno que otro duelo del
reciente divorcio hace un par de años, la muerte de seres
queridos. Y él también habla. Por primera vez con un corazón que palpita casi en la mano. Ella se sorprende de
ver este rostro humano que nunca antes pudiera percibir
mientras trabajaba con él. Incluso con ese sutil sarcasmo
tan de Ella le dice:
—Bueno entre que esto y que lo otro…ya ves si algo
me queda perfectamente claro es que no vuelvo jamás a
relacionarme con un intelectual, ya quedé más que curada de espantos de los ateísmos, los agnosticismos, el
lenguaje que seduce, la escritura que casi mata los “guarachitos venceremos” y sus batallas de EGOS que los engullen. Bien sabes de qué estoy hablando….eso de los
Egos ¿no?. Los E-GOS. ¿Sí te suena no?
Y el Doctor A. que siempre se caracterizó por ser hábil
en la pronta respuesta, la lengua filosa y con la ironía
que rezuma, sólo mira a Ella y con actitud parsimoniosa
toma un trago de su tequila. Respira. Se coloca los anteojos y responde:
—¿Ya viste la casa-nopal que hay en la pared? Detrás
de este hombre racional hay un niño que llora.
¿Qué sigue después de una respuesta de este tipo?…el
inefable silencio. Ese Dios que invariablemente hace sus
impredecibles apariciones.
Fin de la comida y de la casa-nopal. Afuera de la casa-nopal hay dos tequileros hermosos de Real del Monte.

Martes:

Ella recibe un mail de su amiga Betty Blue:
—Ella tenemos que vernos, ¿qué planes tienes para
hoy en la tardecita?
—Pues dizque tomarme unos tequilas…-seguramente
imaginarios- con el hombre sin rostro pero como tiene
la sensibilidad de un pato de plástico y la formalidad en
los jarretes… Es decir estoy disponible, ¿vamos al cine?.
Antes de ir al cine ella recibe un mensaje del innombrable,
“Mi sentimental amiga (Eliot): estuve quebrado en
las Navidades por la gripe (Joyce). Quiero decir, es decir
(Pound): en cama y a solas (Yeats). Como un suicida el día
de su boda (Graves). Y ahora sí espero verte (yo el hombre
sin rostro, aunque me gusta más SAPOETA). Un beso.”
Ella piensa “tienes los ojos de un extraño”. El peligro
se asoma, hace guiños. Ella busca en su spotify a “The
Payolas” y pone “Eyes of a Stranger”
Can I touch you to see if you’re real?
‘Cause in nothing there’s something I feel
Will my heart take the strain
Or will it break down again?
In your lips I sense a danger
You’ve got the eyes of a stranger
Have I been sleeping for all these years?
Is it magic that makes you appear?
When you walked in the room I felt my heart race
But knew I’d been fooled when I looked at your face
In your lips I sense a danger
You’ve got the eyes of a stranger
In your lips I see a danger
You’ve got the eyes of a stranger
In your lips I sense a danger
You’ve got the eyes of a stranger
In your lips I see a danger
You’ve got the eyes of a stranger
You’ve got the eyes of a stranger
You’ve got the eyes of a stranger
You’ve got the eyes of a stranger
You’ve got the eyes of a stranger
Y decide distanciarse un poquito del peligro y de las
palabras timoratas. Polvo en el viento. Se va entonces
con Betty Blue a ver la película Up in the Air, como para
deleitar un poco la pupila con Mega George Clooney y
entretener la neurona. Ella sale del cine más aplastada
de lo que está.
La desesperanza.

Viernes:

Ha muerto Salinger. Ella está de luto. Sin palabras.
Sábado:
La amiga Giraffe dispone toda la tarde para pasarla con
Ella. Los críos de ambas han ido de fin de semana con sus
respectivos padres. Así que la anglosajona amiga pasa por
Ella en punto de las 14:00hrs y van a comer al restaurant
de comida francesa El Rincón de Alsacia. La tarde es tan
fría y obscura que bien parece un paisaje inglés. De los
de siempre. Gris, llovizna y ese frío constante que nunca
amaina. Las amigas entran al lugar. Vacío. Piden una botella de vino Merlot. Toman, brindan, se ríen, celebran.
Comen como si fueran de la realeza. El restaurant todo
para ellas. Al salir, Ella observa que Giraffe porta unas
botas hermosas. Negras, de empinadísimo tacón. Camina
con esfuerzo, con el garbo amenazado, como con vértigo.
Ella le comenta:
—Qué botas tan hermosas, ¿las acabas de traer de tu
reciente viaje al antiguo continente?
—Sí, todo porque mi amigo Gérard me sugirió que
usara indumentaria “más sexy”, pero no resisto la altura,
parece que me acabo de bajar del caballo o se me perdió
y no lo encuentro.
Ella la ve detenidamente, y es que en efecto, el caminar
de esta hermosa Giraffe con las empinadísimas botas de
piel negras es un atentado a la mirada. Es decir, parece
que está matando cucarachas o que padece de espolones o algo así muy “bizarro”. Así que Ella le sugiere:
—Yo creo que tu sex appeal más bien radica en ese
frondosa cabellera cual selva amazónica, güera y sí muy
crespa. No entiendo quién habría de fijarse en lo que
portan tus extremidades inferiores si la mirada invariablemente se queda suspendida eternamente en tu hermoso pelo.
Giraffe se sube al auto y lo primero que hace es quitarse las botas, tirarlas a las parte de atrás y conducir el acto
en calcetines y con media botella de vino tinto a cuestas.
Las amigas se ríen como conejas.
Llegan entonces al Bar Amoxtli. Antes de entrar peinan
un poco la zona con el alcohol a cuestas y la ligereza que da
el no tener a los críos encima. Es decir TODA la libertad a la
espera. TO-DA. Van en busca del Señor que lee el Tarot. No
lo encuentran. Regresan al Amoxtli. Recatadas piden Té.
Se sientan en las poltronas con una chimenea de barro a los
pies y ven la película de Oliver Stone “W. Bush”.

Domingo:

Tras la urgente sugerencia del amigo y psicoterapeuta Petrak, Ella acude a una cita en domingo a las 9:00 con su
homeópata.
—No puedo ya más con este yo-yo emocional. Los estados de ánimo me están matando. Necesito una lobotomía. Algo para dormir y no sentir ya más. Es que literalmente me estoy muriendo de tristeza. No puedo
dormir. Tengo…¿tengo? Un gran amor del otro lado del
Río Bravo. Y lleva ya diez días sin escribirme. Me estoy
muriendo en desconsuelo. Y orgullosa que soy yo tampoco insisto, ni inicio el diálogo.
El Doctor López Miguel la escucha atentamente:
—El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Ella
querida piensas demasiado. Te voy a dar Natrum Muriático, cinco glóbulos antes de cada comida. Recuerda que
mi homeopatía es ortodoxa, no puedes tomar café, ni té,
ni comer chile, ni dulces de menta, anís o yerbabuena.
Nada de chocolate y sí, por favor suspende radicalmente
el tequila. Sólo puedes tomar vino tinto.
Ella sale más desconsolada aún del consultorio. En domingo. Cerca del Zócalo de Puebla. Se queda atorada en
una marcha a favor o en contra de quién sabe que político de las altas esferas. Más de una hora y media demora
en poder volver a la casa del árbol. Apaga su auto. Mira
la gente. Es mucha. Acarreados y no acarreados.
…Solo me habita el simple y silente siiiiillllleeeeennnnnccccciiiiiooooo. No sólo se muere una vez.

 

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